CAPÍTULO I: DÍA DE LLUVIA

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Las gotas de lluvia caen sobre la ventana complicando ver a través de ella, la tormenta no ha cesado desde anoche y me devora lentamente con su infinito aburrimiento. Con un moño recogiendo mi cabello castaño, observo las demás casas del vecindario y cuento las ventanas que consigo para entretenerme.

—¡Abby, baja a merendar! —me llama mi padre por cuarta vez en los últimos cinco minutos.— ¡He preparado gofres!

—¡Voy! —respondo. Me encantan los gofres, así que bajo a toda prisa a la cocina y me siento en la silla más cercana a mi. Con la boca llena de gofres, le pregunto a mi padre:

—¿Pueden venir Jace y Edward a casa?

—Claro cariño, pero no montéis alboroto —responde.

Cojo el último gofre que queda en la mesa, mientras le sonrio con agradecimiento a mi padre, y subo a mi cuarto para mandarles un mensaje a los chicos. Tras enviarlo, me siento en el sofá del salón con mi pijama nuevo de unicornios y mi libro, a la espera de mis amigos.

Al cabo de un rato, alguien toca el timbre de la puerta, y antes de que mi padre abra, corro para hacerlo yo

—¡Hola chicos! —les saludo.

—¡Hola Abby! —me responden los dos a la vez.

Veo que los dos están mojados por la lluvia, y les ofrezco una toalla para que se sequen. Dejan las chaquetas en el perchero de la entrada y los guio hacia mi habitación.

—Bonito pijama —me dice Jace mientras se seca las gafas con el borde de la camiseta.

Le agradezco el cumplido con una sonrisa vergonzosa, ¡Se me había olvidado cambiarme antes de que vinieran!

—¡Menos mal que habéis podido venir, por poco me muero del aburrimiento! —bromeo.

—Yo también, no podía más. Así que cuando recibí tu mensaje, corrí a por el paragüas y salí de casa —me explica Edward.

—¡Toc, toc! —suena detrás de la puerta.

Jace se levanta a abrirla y vemos a mi padre con tres tazas de chocolate caliente.

—¡Muchas gracias señor Purple! —le agradece Jace, y seguidamente coge las tazas.

Los tres nos sentamos apretados en mi cama, tapados por una manta suave para bebernos el chocolate que nos trae mi padre.

—¿Vemos una peli? —sugiere Edward.

—¡Sí! —gritamos Jace y yo a la vez.

Edward procede a coger el mando de la televisión de mi cuarto y la enciende, escoge una película de terror. Los tres nos acurrucamos en la cama para estar cómodos y disfrutamos de la película. No es que me fascinen las de miedo, pero me aguanto. Cada vez que aparece de la nada el muñeco endemoniado, damos un bote en la cama y nos carcajeamos el uno del otro.

Alguien abre la puerta de mi cuarto y veo que es de nuevo mi padre.

—¡Vamos chicos! Creo que ya es hora de que vayáis saliendo —dice—. Han previsto granizo, así que será mejor que salgáis ahora que no llueve tanto.

No me he dado cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo.

—¡Gracias por todo! Nos vemos mañana en el insti —se despide Edward levantándose de la cama.

—¡Adiós Abby! —se despide Jace.

Me despido de ellos agitando la mano con una sonrisa, y tras unos segundos, oigo cerrarse la puerta de la entrada. Pienso en los buenos amigos que tengo, y en la agradable tarde que acabo de pasar. Ahora mismo mi vida no podría estar yendo a mejor. Después de terminar este último año de instituto me graduaré y entraré en una universidad prestigiosa con Jace y Edward, me sacaré un título y trabajaré en un lugar de crédito. Unos años después, me compraré una casa propia y viviré feliz. Tengo mi vida preparada de la "a" a la "z".

—Abby, volveré en un rato, tengo que salir a hacer un recado —anuncia papá entrando en mi cuarto.

—Vale, ten cuidado.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora