°~30~°

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— Que tranquilidad se respira.

— Tiene días que no se para por aquí, seguro ya se enfado — le resto importancia.

Los dos Alfas entraron al edificio sonrientes y tranquilos, saludaron a la recepcionista, pulsaron el botón del elevador para que abriera sus puertas y entraron, pero antes de que estás se cerrarán fueron detenidos por la recepcionista.

— ¡Espere!

— ¿Que sucede?

— Está caja es para usted — se la extendió —. Un tipo vino en la mañana y simplemente la dejo, lo único que me dijo es que era para usted.

— Bien, gracias Min-ying — murmuró extrañado.

La chica hizo una reverencia y se retiró del lugar, Jungkook presionó el botón del piso al que irían; se abrieron las puertas al llegar a su piso, entraron a la oficina y el azabache dejo la caja sobre su escritorio, observandola detenidamente. Una caja rosa con un moño rojo, algo pequeña.

— ¿Que habrá dentro? — murmuró curioso Taehyung.

— No lo sé pero, tengo una idea de quién puede ser quien la mando.

Quitó el listón de la caja, después quitó la tapa, dentro de la caja había una rosa deshecha, todos los pétalos regados por la caja, y el tallo cortado en partes pequeñas, entre los pétalos se veía algo amarillo, Jungkook metió la mano y lo saco, siendo una tarjeta amarilla con el símbolo [⚠️] en medio de la tarjeta.

Jungkook gruñó molesto —. Si me van a mandar mierda mejor que no se molesten en mandar algo.

Dejó caer la tarjeta dentro de la caja, la volvió a tapar para después echarla al bote de basura que se encontraba dentro de la oficina.

— Eso fue raro.

— Solo lo hacen para joder, no le tomes mucha importancia.

— Tienes razón — sonrió el castaño.





°~•~°





— ¡No puede ser! ¡Nuevamente…! nuevamente tengo que recurrir a esos viejos.

La chica sobre la cama daba fuertes tirones de su cabello, histérica, con una y mil cosas por su cabeza, después se frotó con desesperación el rostro.

— Esto no puede quedarse así, no, no, no… ¡Ya se! — hizo una larga sonrisa —. P-puede funcionar ¿Cierto? Mi idea no puede ser tan descabellada.

Giro la cabeza con los ojos bien abiertos cuando escucho la puerta ser tocada, frunció el ceño.

— ¿Que quieren?

— S-señorita ¿Puedo pasar? E-es hora del almuerzo.

— Pasa.

La sirvienta abrió lentamente la puerta, temblando con la bandeja en manos, haciendo que los utensilios hagan ruido por el movimiento y la comida y bebida este por salpicar, como pudo camino hasta la cama ya que el cuarto no estaba tan limpio a consecuencia de no ser limpiado desde hacía días, dejo la bandeja sobre la mesa de noche bajo la mirada intensa de la otra chica, hizo una reverencia.

— S-su almuerzo y-y las pastillas — señaló —. Recuerde que el doctor dijo…

— ¡Me importa una mierda lo que dijo el doctor! Lo único que me importa es que saques tu asquerosa presencia de aquí y te larges de una vez.

— C-claro — nerviosa hizo una corta reverencia y salió casi corriendo de ahí.

La chica miro el la comida con desgano, de pronto una idea se le vino a la mente, rápidamente se paró de la cama y se metió al cuarto de baño, se quitó la sucia pijama y se metió a la ducha, después de unos minutos salió con una toalla puesta, se acercó a su closet y saco un vestido rojo que se ciñe a su figura, se alisó el cabello que antes se encontraba totalmente enredado y sucio, se pinto los labios de un color rojo intenso, se colocó sombra de ojos y se puso un poco de rubor, al finalmente mirar su reflejo quedó satisfecha, en su bolso metió su celular y billetera, se lo coloco en el antebrazo y salió de la habitación, dejando a toda la servidumbre totalmente sorprendidos.

— Oye tu.

— Si señorita.

— Llama al chófer.

— Claro, enseguida.

— Y tu.

— Si señorita.

— Limpia ese cuarto, cuando venga quiero verlo completamente limpio ¿Entendiste?

— Si, enseguida voy — la sirvienta hizo una reverencia y subió las escaleras.

La chica del vestido rojo salió de la gran casa, el chófer abrió la puerta por ella y después de que esta entrase la cerró, para después subirse al asiento del piloto y comenzar a conducir fuera de la residencia.

— ¿Hacia donde señorita?

— A dónde usualmente voy.

— Entiendo.

Comenzó a conducir hacia la misma dirección de siempre, entro al ostentoso vecindario, condujo hasta quedar frente a una casa en específico, salió del auto y camino hasta quedar frente a la puerta, dió leves toques, para después la puerta ser abierta por una sirvienta.

— Déjame entrar — demando.

— Ah… C-claro — se hizo a un lado abriendo más la puerta.

La chica entro y se asomo por una esquina del pasillo, ahí logro ver a ha-neul y a Seung abrazados, viendo cómodamente una película, ambos con sonrisas en sus rostros, se alejo y de sus ojos comenzaron a salir lágrimas, saco su pequeño espejito y cuando vio todo su maquillaje corrido fue cuando decidió salir de su escondite volviendo a llorar.

— Señora Jeon.

Ha-neul rápidamente volteó a verla, se acercó a ella apresurada rompiendo el abrazo con su pareja.

— ¿Que sucede querida? ¿Porque lloras? — pronunció con preocupación.

— Señora Jeon yo… lamento ser portadora de tan malas noticias pero… — hipo —. Jungkook… ¡Jungkook está con otro Alfa! ¡Un hombre!

— ¿Que? — pronunció la pareja sorprendidos.

— ¿Estás segura?

— Si… y él… lo marco, marco al otro Alfa.

— ¡Eso es cruzar los límites! — soltó ha-neul furiosa.

Seung se comenzó a poner nervioso, el aroma de su esposa cada vez se sentía más pesado, y no ayudaba el que la chica estuviese llorando incontrolable, se acercó a ella buscando calmarla, la sentó a un lado suyo y le comenzó a dar pequeñas palmadas en la espalda.

— ¿E-estás segura de lo que dices?

— Si señor Jeon, su hijo es un fenómeno — siguió llorando.

Seung frunció el ceño, a pesar de la situación esa chica no tenía porque hablar así de su hijo, se paró de su lugar y se acercó a ha-neul que estaba caminando en círculos, dándose masajes en la cien, puso las manos en sus hombros y dió leves masajes, haciendo que la Alfa se relaje.

— Seung esto… esto es demasiado, debemos…

— Ha-neul basta — dijo firme—. Es un adulto, no podemos controlar su vida, ya no depende de nosotros, ni siquiera el negocio que tiene se lo dimos nosotros, así que creo que no tenemos derecho de seguir molestandolo de esta manera.

La azabache se giro a verlo sorprendida, se separó rápidamente de él y le dirigió una mirada sería.

— Yo… — suspiro —. Iré al jardín, quiero estar sola y quiero pensar, así que no vengas.

El Omega simplemente asintió desinteresado, y se sentó frente a la chica que ya empezaba a estresarlo con su llanto, pero aún así no podía evitar ser amable y tratar de hacer que se tranquilíce.

















































Debemos vernos ahora.

— ¿Y porque debería?

— Tienes una deuda conmigo, mejor dicho, muchas deudas.

— ¿Crees que por eso lo voy a hacer?

— Eres una rata tan fácil de rastrear, que si no fuera por mi, el gato ya te hubiera encontrado.

— Está bien… dime tu dirección.

— Bien…

El asistente del Alfa                                                    ~KookV~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora