°~40~°

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— ¿Hijo puedes traer algunas frutas del bosque? Quiero hacer un pastel pero solo me hacen falta esas.

— Claro mamá.

El pelirrojo tomo su canasta y salió de su casa, saludo a sus vecinos y a una que otra persona que se cruzaba por su camino, llegó a la salida del pueblo y se adentro al bosque.

Caminaba tranquilo, inclusive se tomaba un poco de tiempo en admirar las flores y los árboles, o ha algunos animales que se encontraba por ahí.

Sus pies comenzaron a doler cuando después de dar varias vueltas no daba con los árboles donde usualmente recogía la fruta, cansado camino un poco más para al menos encontrar un lugar donde descansar un rato.

Camino hasta llegar a un árbol, frente a este varias hojas descansaban, se sentó y se recargo en el tronco, disfrutando de la fresca brisa.

Giro su mirada observando el bello lugar, pero algo en particular llamo su atención, algo a lo lejos. Se levantó de su lugar y poco a poco se acercó, dando con una casa que jamás había visto, pero parecía demasiado vieja como para ser reciente.

Decidió no acercarse más ya que podría ser peligroso, pero un aroma lo detuvo, uno demasiado familiar, ese inconfundible aroma a chocolate y café.

— No puede ser… — murmuró.

A pasos lentos y cautelosos se acercó a la casa, se quedó quieto y en silencio detrás de un árbol para cerciorarse de que no haya nadie ahí.

Después de un rato no escucho nada, por lo que tuvo confianza en entrar, abrió la puerta haciendo una mueca cuando está rechino ruidosamente, dió pasos calmados por el desolado pasillo para que no hicieran eco, a los lados había lo que parecían ser habitaciones, pero no había puertas, por lo que fue más fácil para él dar con quién buscaba, se acercó a la puerta de madera y se detuvo cuando escucho voces dentro.

Se escuchaba la voz del Alfa Kim pero, también otra que no conocía, así que sujeto fuertemente su canasta y abrió bruscamente la puerta y estrelló su canasta con el intruso.

— ¿H-hoseok?

— ¿Que diablos? — pregunto adolorido el beta.

— Vine a sacarte — dijo apurado.

Taehyung sonrió —. Tranquilo, él no es malo, se podría decir que ahora es un amigo.

Hoseok miro al beta, apenado se disculpo.

— Está bien, no me dolió.

— Oigan no es por nada pero, creo que ya debemos irnos.

— ¿Enserio podremos? — pregunto desconfiado el beta.

— Debemos — dijo seguro el Omega.

Entre el beta y Hoseok desataron al Alfa, como era de esperarse este no podía mantenerse pie por si solo, así que con ayuda del beta y el Omega poco a poco comenzaron a salir de la casa.

Se fueron a un lugar algo alejado de ahí, sentaron al Alfa frente a un árbol y ellos se recargaron para descansar un poco ya que el Alfa les pesaba.

— Voy a llamarle a la chicos — aviso Hoseok.

¿Si?

Jin hyung…

Oh Hoseokie ¿Como estas? ¿Cómo va el pastel de tu madre?

No hay tiempo para hablar de eso, hay algo mucho más importante.

¿Que paso? — preocupado.

— Encontré a Taehyung.

Del otro lado de la línea no se escuchó ruido alguno.

Hoseok no juegas así, esto es serio.

Yo también los quiero Jin hyung — hablo Taehyung.

¡Oh por dios! ¡Dinos ahora mismo donde están!

— Por lo que se ve estamos casi a mitad del bosque, cerca del distrito Z y mi pueblo.

Vayan a un lugar seguro, no tardamos.

Está bien — terminó la llamada —. ¿Ahora que hacemos?

— Intentemos ir a tu pueblo, ahí estaremos a salvó.

El Omega y el beta se acercaron al Alfa para ayudarlo a levantarse, comenzaron a caminar pero…

— Vaya, vaya, ¿Con que nos traicionas?

El beta volteó asustado —. J-jefe N-no es lo que parece.

— ¡Cállate!

Sus corazones saltaron cuando llegaron otras dos personas.

— Si que eres un temerario Kim, mira que sacrificar de esta manera.

— Sun-Hee, haz lo que quieras conmigo pero, a ellos déjalos ir.

— Amm… no quiero, ¿Que vas a hacer?

— Eres una maldita.

Taehyung puso tras suyo a los dos chicos, alerta cuando la chica saco una pistola de su bolso. Apunto hacia él sonriendo.

— No quería hacer esto pero… no hay de otra, espero hayas tenido una buena vida, espera, ¡La tuviste estando a lado de mi hombre!

Taehyung cerró los ojos fuertemente, el beta se aferraba a él y el Omega también, llorando.

— ¡Espera!

La Omega volteó como si se trata de del exorcista.

— ¡Dijiste que no harías nada de esto!

— Ha-neul ¡Está es la única manera en la que podemos deshacernos del problema!

— No lo hagas.

La Alfa se acercó a ella y poco a poco comenzó a bajar la mano de la Omega dónde sostenía el arma, trato de persuadirla.

— Puedes resolver esto de otra manera.

De pronto se escucharon sirenas de policías, la Omega quien ya casi soltaba el arma, reafirmó su agarre en esta, volviendo a apuntar al Alfa.

— No, yo haré las cosas a mi modo.

Las camionetas de policías se apartaron rodeando a la Omega.

— ¡Señorita suelte el arma por favor! — grito un oficial.

Sun-Hee comenzó a respirar irregularmente, nerviosa.

— ¡Señorita es la ultima advertencia! ¡Por favor suelte el arma si no, nos hará tomar medidas extremas!

— ¡Jodanse! ¡Tengo asuntos pendientes con él!

Jungkook a lo lejos logro ver las luces de las camionetas de policías, así que comenzó a correr más rápido, esquivando ágilmente los escombros.

— Sun-Hee por favor, baja el arma querida — la Alfa temblaba nerviosa —. Esto no es lo correcto.

La Omega aún se rehusaba, aún sostenía firme el arma.

— Sun-Hee esto no está bien — ha-neul casi llora —. No vale la pena hacerlo.

La Omega poco a poco apretaba el gatillo, se sentía estresada por toda la situación, respiró un par de veces para tranquilizarce, pero eso no duró mucho, ya que el aire se le fue cuando vio al azabache salir de los arbustos.

— Si que lo vale.

Apretó el gatillo y la bala salió.

De pronto, todo alrededor de Taehyung se volvió negro.

Un grito desgarrador fue lo que se escuchó seguido de varias voces.

El asistente del Alfa                                                    ~KookV~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora