Capítulo 18

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Esta maratón se las dedico a ustedes por haber esperado tanto por las actualizaciones de esta escritora media loquilla que apenas tiene tiempo para respirar y combate con uñas y dientes el bloqueo escritor. Gracias por el amor que me demostrais en los comentarios.

Ahora si... !!empecemos la maratón¡¡

New Orleans, Mansión Mcklain

Marie Mcklain

Volver a la realidad no me sentó bien, me sentía más triste de lo usual y esperaba con anhelo las llamadas de Fabrizzio que era el único momento en el que me sentía feliz.

Mi padre optó por ignorarme olímpicamente cosa que agradecía, pero en el fondo dolía como clavos en la piel y mi madre volvió a su antiguo ser, cualquier rastro de la señora que me trajo chocolate a la cama había desaparecido. No sabía cómo sentirme al respecto, no duró lo suficiente como para que me acostumbrara, pero sentir algo mejor a parte de la usual mierda que siempre me daba era como dejarme un pequeño vacío, minúsculo pero sensible.

Salgo de mis oscuros pensamientos y me concentro en el desayuno que Bry me hizo. Ha estado en la cocina revoloteando para aquí y para allá, sé que eso no es normal en ella y algo le molesta.

—¿Te pasa algo? —la miro de reojo. Suelta el pañuelo de un tirón. Se acerca con aire conspirador.

—Pensé que nunca preguntarías. —se sienta frente a mi en la isla de la cocina, la miro divertida. —Muy guapo el señor ese, con el que te estabas revolcando la otra noche. — me río bajito.

—¿Celosa? — toma el trapo que había soltado y me lo lanza.

—Ya quisieras — reímos. —¿Me pensarán invitar a un trío? Está para comérselo enterito.

—¡No! —me mira asombrada. —lo que quiero decir es que a él no le va ese tipo de cosas.

—Ya...y a mí no me van los chochos. A ti es a la que no le va, compartir al bomboncito.

—Tan fina como siempre. Estoy orgullosa. —sonrío sarcástica. Me paro de mi asiento para salir de la cocina.

—No me huyas. —suelta sonriente. Me sigue. Ruedo los ojos mientras subo las escaleras hasta mi habitación. —Y no seas tacaña, estaría bien compartir al italianito. Está de rechupete.

—No huyo, no seas pesada. —Entro y veo como ella cierra la puerta detrás. Me giro. —Y se cómo de rechupete está, me lo estoy follando, Duh.

—Entonces ¿qué es lo que lo diferencia de los otros tantos con los que has follado?¿Por qué no lo quieres compartir? —se acerca lentamente modo coqueto. Le sé todos sus jueguitos seductores en los cuales caigo sin paracaídas.

—Porque es mío. Y a Fabrizzio no lo comparto con nadie. —la miro firma, mientras que ella me repasa con esos ojos de cierva mordiéndose el labio inferior. Se acerca más. Una mano toca mi hombro y con un dedo recorre mi cuello, hombro hasta bajar entre mis pechos, algo que le facilita su intromisión es el camisón blanco que cubre mi cuerpo con la ropa interior, una lancería de color azul claro.

¿Será perra? Claro que sí y así te gusta.

—¿Y él te comparte? —se coloca por detrás de mí, mi piel se pone de gallina cuando siento su respiración en el cuello, sus dedos bajan desde la zona de entre mis pechos hasta abajo abriendo el camisón.

Mi respiración esta levemente agitada.

—Somos exclusivos. —cierro los ojos cuando siento sus dedos subir y bajar por mi estómago.

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora