Capitulo 10

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New Orleans, Cabaña de los Mcklain
Marie

Pasan los días entre estudios, peleas y sexo con Fabrizzio, después de aquella noche nunca más volvimos a entablar una conversación íntima, solo cosas banales y sin importancia. Aunque lo he querido negar, su compañía no es mala hasta me divierte la forma en que intenta arreglar el desorden que dejo por toda la casa. Las noches se compone de peleas por quien escoge la película, quien hace las palomitas y quien se levanta del asiento para coger el mando del Tv, como ahora.

— Estas literalmente a tres pasos del puto mando, solo agárralo y enciende la puta Televisión.— le doy una patadita en su pecho, mi regazo lleno de palomitas y chucherías no me dan para más.

— Yo hice y busqué todo lo que tienes ahí para engullir, hice la cena y me he pasado todo el día ayudando a una bruta a estudiar.
—mis ojos se abren como plato.

— ¿Bruta? —suelto las cosas que tenía encima— Bruta tu abuela. —me levanto muy dramática, cojo el mando y se lo tiro por la cabeza cosa que esquiva sin inmutarse. Subo las escaleras dando pasos sonoros. Siento su risa ronca y me enfurece más. No soy bruta, déficit de atención si…bruta no. Me quedo uno cuantos minutos esperando a que venga para pelear un poquito. Pero nada de nada. No se le ve ni el pelo. Suspiro sonoramente.

— Dame paciencia señor…este hombre le jode el cliché a cualquiera— voy murmurando mientras bajo las escaleras, lo veo viendo la película. — ¿Qué coño haces?

Se gira muy lentamente y me dice: —Viendo la peli…

—Se supone que tendrías que ir arriba, seguir peleando y terminar follándome como poseso…—me cruzo de brazos. Comienza a reír.

—Te dije que hoy no habría sexo por tu falta de atención en los estudios, no estaba bromeando, mejor ven siéntate aquí y deja tu brote psiquiátrico a un lado.

—Me arruinas el cliché, estúpido.—digo sentándome a su lado, me sonríe.

—Lo sé...—le doy un codazo, cojo de sus papas fritas. — Para hacerte la chica ruda, quieres clichés de películas y libros románticos.

— Solo un hombre como tú no entendería la diferencia entre romanticismo y fantasía sexual. — después de decirle eso, me mira con cara de sabelotodo.

— Déjame adivinar… porque según tú ¿nunca he tenido fantasía sexuales?

— No, es que nunca has estado enamorado. —se pone serio.—¿Me equivoco?

— Tu toda una rompe corazones no creo que sepas que es eso tampoco...—se mete un puñado de papas fritas en la boca.

— Te equivocas, una rompedora de corazones empieza con un corazón roto. Pero quien lo hizo no es importante. —ignoro como se me queda mirando y presto atención a la película. Es de La Roca. —Me gustan sus películas.

—A mí también. —sigue mirándome. — Alejarme de ti fue lo mejor que pude hacer para el bien de los dos.

—Lo sé, me tardé en reconocerlo y aceptarlo.—lo miro— pero eso no quita lo devastada que me sentí semanas después de no verte y darme cuenta de que nunca lo haría de nuevo.

—Te enamoraste de mi…—dice afirmándolo, pero a la vez sin poder creerlo.

—Como una perra. Por eso prometí nunca enamorarme de nuevo, no quiero sufrir así otra vez. Es por lo que entro en la vida de los hombres y salgo con la misma.

— ¿Eso es lo que harás conmigo?—pregunta bajo y mirando con intensidad, lo miro fijamente a sus ojos y me muerdo el labio.

—Ni siquiera lo dudes por un segundo. Romperé tu corazón en un parpadeo.

— Es algo bueno que nunca he amado, no tengo idea de que es eso y nunca la tendré. —se levanta del sofá. — me iré a acostar. —yo solo me quedo ahí, mirando la película sin atender, pretendiendo que no me dolió lo que dijo, me dejó entender que nunca sintió nada por mí. Respiro hondo, apago la televisión y subo a la habitación. Me meto debajo de las sábanas, es la primera noche desde que Fabrizzio se empezó a quedar en la cabaña que duermo tan fría y con un nudo en la garganta. “Mañana será otro día”

Faltaba solo un día para el examen, Fabrizzio se la pasa en su teléfono atendiendo llamadas y gestiones mientras que yo pongo de mi parte y me termino de estudiar el último contenido de la materia. Dejo los libros a un lado, voy a la cocina por un vaso de agua y un trozo de pastel, que nos atrevimos a hacer ayer antes de que las cosas se pusieran raras.

Flashback

Bajo con hambre y abro el congelador solo queda una caja de fresa, agua y leche. Miro a mi estómago gruñón oh chiquitito estás revelándote en contra de tu señora y dueña de este cuerpo, así que calla.

— Pues no queda de otra que un batido de fresa —hago una mueca porque no soy muy devota a la fresa. Prefiero el Chocolate. Me pongo manos a la obra. Siento los pasos de Fabrizzio pero los dejo de oír cuando enciendo la batidora. Después de un minuto la apago y me giro hacia donde creo que se encuentra, efectivamente está parado en la puerta de la cocina con sus brazos cruzados recostado al marco, me mira con su intensidad característica la misma que hace que moje las bragas.

— Terminamos de tener sexo hace 10 minutos, y que me mires así me hace replantearme si debiera arrastrarte hasta este pedazo de lo meseta y que me vuelvas a follar. —se me acerca y mira el batido de Fresa. — Estoy tentado a abriste las piernas, pero mi estómago es el jefe ahora, estoy hambriento. —va a la nevera y se queda mirando el vacío de esta.

— No me digas que ese batido es todo lo que hay en eta casa para comer ahora mismo.— saco el vaso de la batidora y le sirvo un poco después me sirvo a mí. Lo mira raro.

— Creo que tendremos que ir de compras. —le doy un trago al batido y de inmediato lo escupo de mi boca y queda empapado todo el pecho de la camisa de Fabrizzio, este solo me mira nada sexual y deja su batido sin tocar.

— Por tu reacción diré que lo que sea que es esa cosa, no resultó. —voy al lavamanos y me enjuago la boca, niego con la cabeza.

— Mierda, le puse sal en vez de azúcar. —se carcajea y le tiro agua con las manos.—No te rías.

— Me baño y salimos a comprar algo decente para no morirnos de hambre. —pasa por mi lado y me da una nalgada, me quedo mirando el lugar por donde desapareció no puedo evitar una pequeña sonrisa pervertida mientras imagino las diferentes y deliciosas que podríamos estar haciendo en el baño con nuestros cuerpos.

Me pongo a recoger los utensilios sucios y dejarlo todo impecable. Subo a la habitación, me cambio de ropas y Fabrizzio sale del baño en su traje Armani listo para ser devorado por mí. Pero el hambre tiene el poder ahora. Salimos en su coche hacia la entrada de la ciudad, nos dirigimos a Walmart porque es lo más cerca que nos queda antes de adentrarnos en la ciudad y que sea “encontrada” con un Mazzini, el chisme y la revuelta duraría por meses. Lo que me recuerda que tengo que llamar a mis padre. Saco el móvil, les marco y espero a que contesten.

—¿Hasta que por fin das señales de vida, decidiste terminar tu absurdo atento de llamar la atención?—ruedo los ojos ante la pelicular forma de recibir la llamada mi madre.

— Na, solo dejarte saber que tu hija está vida. —cuelgo y dejo caer el móvil en el asiento de atrás.

— ¿Que fue todo eso? —pregunta Fabrizzio aparcando en el estacionamiento del Walmart.

—Nada Importante. —me bajo y espero a que él también se baje. Nos dirigimos a la entrada y me separo de Fabrizzio para ir al área de alimentos, cojo un carrito de compras y empiezo a echar todo lo que encuentre apetecible, se llena muy rápido y la mayoría de la cosas son comida chatarra. Fabrizzio llega hasta donde estoy, mira mi carro y niega lentamente hacia él, ruedo los ojos y voy hasta el mostrador con mi compra. Unos cuantos minutos después de haber pagado llega Fabrizzio impulsando dos carros de ingredientes para una buena comida decente. Llevamos todo hacia el auto y no veo manera de que quepa todo, pero Fabrizzio se las arregla bastante bien. Una idea se me ocurre en el proceso de meter todo en el auto.

Miro a todos lados, está bastante desolado, camino hacia la tienda hasta la parte de los frigoríficos donde tienen las carnes empaquetadas. Reviso el techo, las esquinas cualquier lugar posible donde pueda haber una cámara de seguridad como pensé solo debe estar la de adentro del frigorífico. Me recuesto en la pared en espera de mi adorado tormento, su nivel de paciencia es muy poca y cuento totalmente con eso, a los pocos minutos, llega hecho una furia.

— ¿Qué demonios haces? Te he estado esperando por más de quince minutos. Y estás muy campante aquí esperando dios sabe qué. —me muerdo el labio y le sonrío inocentemente. Desabotono uno por uno los botones de mi blusa color vino de mangas largas, mi sostén queda a la perfecta, enfadada y hambrienta vista de Fabrizzio. Me saco la falda crema abriendo el zipper que tiene al costado. Ahora si, en ropa interior lista para ser devorada.

— Estaba esperando por ti…—lo miro con deseo a cada paso que da hacia mí. Mi corazón empieza a agitarse y mi entrepiernas a mojarse, este hombre suelta testosterona hasta por el culo. Mmm ese delicioso culito.

— ¿Aquí? ¿En serio? —me toma duro de la cintura, algo que me fascina es su brusquedad— ¿no que tenías mucha hambre?
—Umjú, pero no puedo dejar pasar que me folles aquí, creo que mi estómago no ha entendido todavía quien manda en mi cuerpo y esa es Srta. Vagina…así que quiero que me folles por todos los agujeros, ángulos y posiciones inventadas o no…y quiero que me hagas venir duro…—desabotono su pantalón con una notable erección, meto mi mano y acaricio lentamente su polla, siento la punta mojada y esparzo ese lubricante por toda la cabeza. —Amas esto como yo, la posibilidad de ser atrapados, de follarnos en un lugar público y tal vez uno o dos pares de ojos mirando el acto…incluso siento como te excitas con mis sucias palabras.

La mirada de sus ojos es cruda hasta cierto punto demente, me acaricia el pelo, sus dedos recorren mi cuello. Por fin me decido a decirle lo que he estado pensando todos estos días. En ningún momento paro de acariciarle la polla.

—Siento que te estás aguantando, que no das todo lo que desearías, tengo la impresión de que disfrutarías más si tan solo te soltaras y es eso lo que quiero que hagas…— beso y recorro con la punta de mi lengua su cuello, muerdo ligeramente el lóbulo de su oreja, le susurro: —sé que te gusta duro, pero no sé cuál es tu límite.

Se tensa — No puedo Marie, no puedo dejarme ir…no contigo.— lo miro a los ojos y le pregunto con la miradas ¿Por qué? — Quieres sexo, bien.—me arranca las bragas, le dejo caer los pantalones junto con el bóxer y me empala apoyándome en la puerta de cristal del frigorífico, el frío de la puerta y las embestidas de Fabrizzio, hacen que mi cuerpo se vuelva loco de sensaciones— …pero no pidas que suelte a la bestia dentro de mí…he soportado de todo…—me mira a los ojos.—no creo que soporte hacerte daño.

Mis caderas se mueven solas y quiero preguntarle que a qué se refiere, pero el orgasmo silencia toda cosa coherente en mi cabeza. Dejo caer mis piernas hasta el suelo y aprovecha para girarme de cara a la puerta del frigorífico, siento como agarra mis cadera y las empina hacia atrás, literalmente estoy pompas arribas con el culo desnudo a todo esplendor, siento como se introduce con brusquedad y mis pechos están aplastados contra la puerta y me despego de ella un poco, al girar la cabeza veo entre unos estantes al adolescente del mostrador, está masturbándose y nuestros ojos se encuentran, se queda quieto del susto pero le guiño el ojo sonriendo, me sonríe de vuelta y reanuda con lo que estaba haciendo. Fabrizzio me embiste rápido, fuerte, pero como las otras veces lo noto tenso, siento su orgasmo cuando su semen se estalla en mi interior. Es algo bueno que tenga un plan de anticonceptivos cada 3 meses. Nuestras respiraciones son ruidosas mientras nos vestimos, al estar listos dejamos la tienda en silencio, el muchacho del mostrador no estaba en su puesto debió estar limpiándose en el baño, una sonrisa se me escurre en los labios.

—¿Y esa sonrisa diabólica?

—¿Diabólica? —lo miro incrédula.

—Si , esa que pones cada vez que haces algo malo y te gusta.—abro la boca para refutar su acusación, pero una sonrisa más grande sale a relucir.

— Estábamos teniendo audiencia mientras me follabas, me excitó un montón, fue el detonador para que contrajera mi vagina y te exprimiera hasta dejarte seco. —una señora mayor pasaba junto a nosotros y se persigna con ojos juzgadores, ruedo los ojos. Me giro hacia ella. — Si señora, Vagina, Pollas y muchos coños, ¿se acuerda todavía de lo que son? No lo creo, momia juzgadora con ojos de serpiente y culo estirado. —Fabrizzio me arrastra hacia el auto y yo quiero darle a algo, le doy una patada a un latón de basura, desafortunadamente me lastimo el pies herido y le hago una abolladura al carro de la momia, debe ser el suyo porque no estaba aquí antes, pero eso no es para nada desafortunado. Apresuro a Fabrizzio a abrir la puerta y salir de ahí lo antes posible. Cuando nos alejamos suspiro con una sonrisa.

— Eso se sintió bien…me da pena con el auto,  pero lo volvería a hace. —el pies me late un montón. — Creo que con la gracia me lastimé el pie, me late muchísimo.—fabrizzio no dice una palabra, en realidad no ha dicho nada en todo el camino ni antes de lo de la momia.— ¿Que te pasa? Estas mudo.

— Estoy procesando todavía el hecho de que una señora mayor te mirara y decidieras gritarle a los cuatro vientos “Vagina, pollas y coños”, le dijeras una elaborado insulto y como niña salvaje le dieras una patada al latón y aboyaras el auto de la señora. Estoy tentado a preguntarte si tu locura no tiene límites, pero temo que la respuesta sea sí. —muerdo mi labio con una sonrisa picarona.

— ¿Y lo del muchacho masturbándose? ¿No dices nada de eso?—pregunto abriendo una barrita de chocolate y me la meto en la boca.

— ¿Masturbándose? —me mira entre molesto e incrédulo.

— Claro que, masturbándose, no va a estar comiendo palomitas mientras nos ve teniendo sexo, es un adolescente hormonal Fabrizzio. Se que esa etapa la pasaste mucho tiempo atrás y ya casi no te debes acordar, pero es lo normal en un adolescente…“masturbación”.—estaciona el auto literalmente en medio de la nada. Frunzo el ceño y me quedo mirándolo sin entender.

—¿Que haces?

— ¿Me acabas de llamar viejo?—me mira con los ojos entrecerrados, lo miro sabionda.
—La palabra viejo nunca salió de mi boca. —digo divertida.

—Baja…—su voz se hace más grave—Baja del auto.
—¿Para qué? Estamos en medio de la nada—lo miro y no tiene una mirada muy bonita que digamos, así que mejor le hago caso. Al bajarme se baja de inmediato y camina hacia mí con cara de asesino.
— ¿Que hice? —le replico ante su cara de matón sin sentido. Me agarra brusco contra auto.
—Te voy a enseñar lo viejo que soy.—se quita el cinturón abriéndose los pantalones. Hace que me hinque y lo miro con ojos grandes. No irá a hacer lo que creo que va a hacer. Claro que lo va a hacer. Saca su polla al aire, paso la lengua por mis labios en anticipación, la excitación y la adrenalina vienen juntas de la mano, estamos en una carretera a expensas de que alguien nos coja en el acto, mucho más peligroso que el área de la tienda.— Abre la boca.
—Lo tomo, pero me ofende, estúpido. —abro mi boquita y el otro animal sin piedad ninguna me empuja su polla hasta el fondo de la garganta, en ese momento tuve sentimientos encontrados, me molestó vomitar y me encantó que fuera sobre su polla.
— ¿Es en serio? —me reprocha, lo miro con cara de querer matarlo.
— ¿Que esperabas? Me la metiste hasta el fondo, es una garganta, animal, no una vagina, me levanto limpiándome la comisura del labio y también escondiendo una sonrisa, tiene su polla embarrada de vomito. Le alcanzo un pañuelo de mi cartera, me lo arrebata con genio y me empiezo a sentir mal por él.
—Será mejor que nos vallamos, siento que tu demostración de viejo remacho haya sido arruinada por tu falta de lógica. —no puede esconder la risa por más tiempo. Me subo al auto mientras él maldice arreglándose el cinturón. Llegamos a casa y va directo al baño, yo me encargo de meter lo que compramos en sus respectivos lugares. Pongo en el horno la masa de pastel que compramos, esto demorará 30 minutos como mucho. Subo al baño para lavarme la boca donde se ha demorado una eternidad Fabrizzio, su cuerpo se ve a través de la puerta de cristal. Mmm… Termino de lavarme los dientes y entro silenciosamente para hacer bien, lo que él empezó, pero me detengo al ver su espalda, estaba cubierta de pequeñas y largas cicatrices.

—¿Cómo te las hiciste?—se gira de pronto y su mano se lanza a mi cuello apretando duro empujándome contra el cristal de la puerta, sus ojos nublados medios vacío y su mano cortando el aire de mis pulmones. Mis uñas se clavan por el miedo en la mano opresora.

—¡¡¡Fabrizzio!!!—dejo de sentir su mano en mi cuello, mis piernas temblorosas no me sujetan por mucho tiempo, las manos de él me agarran rápido.

—Perdón, perdón…—me toca la cara, el cuello, sus ojos tiene brillo, no las cuencas vacías de hace un instante. — Perdóname chiquita ¿sí? —me besa la cara, los labios y me acaricia. —Perdón...—su cuerpo tiembla y yo estoy asustada.
—¿Qué pasó?—le susurro tratando de relajarme con sus mimos.

—Mis pensamientos me llevaron a un lugar muy oscuro. De verdad lo siento

—Sabía que tenías ganas de matarme, pero no tanto—susurro bromeando con él para calmarme y calmarlo a él. Él se muerde el labio inferior.

—Shhh…no digas eso... Nunca te lastimaría de esa forma.—me besa enredando nuestras lenguas, su mano va a mi trasero y lo aprieta con fuerza, me quejo en su boca en forma de gemido. Me quita toda la ropa, comienza a besarme todo el cuerpo, el agua se escurría por nuestros cuerpos haciéndolos resbalosos, sus erección se introduce por primera vez de forma delicada en mi interior. Sus empujes firmes pero suaves me están volviendo loca, mi boca es presa de la suya, sus manos acarician mis pechos mientras que su pelvis choca con mis glúteos. Entre sensaciones, caricias y besos llego al clímax, pero también a la realización de que me acaban de hacer el amor.
Fin del Flashback

Cierro los ojos moviendo la cabeza para volver a la realidad. Todavía estoy intrigada por las cicatrices, pero dado que cada que nos vemos se establece una incomodidad leve pero palpable no lo he preguntado. Me termino el trozo de pastel, y me dispongo a salir de la cocina. Entra Fabrizzio, nos quedamos mirándonos.

— ¿Terminaste de estudiar? —asiento desviando la vista.

—Si, mañana espero salir bien. Estoy cansada de tanto libro.—miro a cualquier parte menos a él.— Mmm…has estado ocupado la mañana...¿pasa algo?

—Cosas del trabajo. —se acerca más y vuelvo a posar mi mirada sobre él. —no sé qué momento estar en la presencia del otro se volvió incómodo y no me gusta eso…chiquita.

—No me digas chiquita. —le susurro, ese apodo hacía que se me erizara todo. —se supone que tendría que estar enfocada en el examen de mañana y…

—¿Y?—susurra en mi oído, me muerdo el labio.

— Todo lo que puedo pensar es en ti, tu cuerpo sobre el mío, no follándome sino haciéndome el amor como ayer…ese fue el momento en que todo se volvió incómodo y complicado. —lo miro a los ojos siento que mi labio tiembla ligeramente.— Tengo miedo Fabrizzio, no quiero enamorarme de ti otra vez y sé que, si sigo viéndote, si sigo dejando que me acaricies y me beses tan delicioso cuando me haces tuya. No lo voy a poder evitar.

Sus manos van a mi cara, se muerde el labio, ¿he mencionado que me fascina eso de él? sus ojos parecen recoger cada parte de mi rostro y sé porque lo hace. Sus labios me besan y mis manos van a su nuca para atraerlo más. Al terminar nos quedamos con las frentes unidas.

—Cierra los ojos y recuerda cada momento en los que te hice venir.—eso hago, eran muchos los momentos a recordar y él lo sabe…es por eso que cuando abro los ojos. Fabrizzio se había ido.
          

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Espero q les haya gustado...😉

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora