Capítulo 23

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New Orleans, Luisiana.

Marie

Despierto en medio de sabanas con olor a melocotón. Pelo estrujado y una ansiedad en el fondo de mi mente. Tengo la boca reseca y la respiración un poco entrecortada. Me levanto con piernas temblorosas hasta el baño. Sé lo que me pasa, es lo que tanto me preocupaba. Estoy entrando en abstinencia.

Salgo del baño más repuesta.

Bajando a la cocina veo a Graciela. Todavía no me acostumbro a la presencia de la mujer.

No es tu casa. ¿recuerdas?

Todas las veces que he estado aquí ha sido con Fabrizzio nada más. Sorpresa la que me llevé cuando me abrió la puerta el día que vine perturbada con lo de mi padre. Sabía que Fabrizzio tenía nana, pero no que todavía viviera con ella.

¡Estúpido mimando!

Ruedo los ojos internamente. Pues no soy nadie para decir nada.

Aunque lo poco que he compartido con ella, se ve que es una mujer muy cariñosa y adora a Fabrizzio con locura.

—Buenas días, Graciela. ¿Hace mucho que Fabrizzio se fue?

—Buenos días. Si, debe estar al regresar. Puede salir temprano pero siempre vuelve para el desayuno.

Observo la cantidad de cosas que hay en el mostrador.

—¿Esto es para el desayuno?

Ríe negando con la cabeza.

—No, es para el día entero. A mi muchacho le gustan estos dulces y se los hago el día de su cumpleaños.

Miro los dulces y después a Graciela. Abro bien grande los ojos y me doy en la frente con la palma de la mano.

—Espera. ¡¿Fabrizzio cumple hoy?!

—Umjú. 21 de enero 1987 así está en su registro de adopción. Aunque a él no le guste, siempre se lo celebro de alguna manera. Haciéndole sus platillos favoritos.

Esa señora tiene una maquina en el brazo, no ha parado de batir huevos desde que bajé las escaleras. Me mira risueña y negando ligeramente con la cabeza.

—¡Oh por dios! No tengo nada que darle, ni tengo nada preparado.

Me apresuro a comer unas galletas y un batido de chocolate.

—No te apresures comiendo. Aun si no le das nada. Con el simple hecho de que estés aquí es suficiente para él. Créeme.

Me sonrojo.

—Aun así, voy a hacer algo para él.

Saco mi culo de la casa de Fabrizzio con la cabeza revuelta entre hacer algo para el cumple, visitar a Fabi y regresar a mi casa.

Prioridades Marie, Prioridades.

Me decido por dirigirme a casa de Rosa.

Fabianna se había quedado ahí. Al parecer Rosa le tomó cariño a la niña y para que mentir, yo también. Todavía no puedo creer que madre como la de Fabi y Fabrizzio existan, qué por un pedazo de comida o dinero, vendan sus hijos a monstruos.

Su madre no se ha aparecido a buscarla, cada vez me convenzo más que la abandonó.

Tal vez fue lo mejor que pudo hacer como madre.

Tomando una larga respiración acelero.

Es por eso que tengo miedo de ser madre algún día. ¿Qué tal si soy una pésima madre? Tal vez decida ni tener hijos, al fin y al cabo, solo tengo cierta cantidad de tolerancia con ellos.

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora