Capítulo 33

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Rusia

Fabrizzio

Camino por el pasillo del avión privado que intercepté debajo de la nariz del Pakhan. Soborné al piloto con dinero y sangre. Mi hermano tiene una política sobre la familia, pero cuando se trata de lo que quiero me importa un bledo quien está delante del gatillo. El tipo no le queda otra opción. Nadie quiere una bala en la cabeza de su familia ni en la propia. El arma descansa caliente en mi mano. Camino hacía el único objetivo que tengo. Su pelo de colores resalta en cualquier parte.

Me abro el abrigo de mi traje y me siento en frente. Dejo el arma encima de la mesa que nos separa. Sus ojos van de mi cara al arma con la cara pálida.

—¿Que...?—pregunta y calla cuando pongo un dedo en mis labios. Me quedo observándola. Extrañaba su cara, su pelo, sus gestos y sus ojos, brillan con el mismo brillo con el que la conocí y en algún momento del camino yo terminé opacándolo. Por su mejilla se desliza una lagrima.

Se lo que ve cuando me mira. Ve a un hombre tocando fondo, en cambio yo veo un monstruo capaz de todo por obtener lo que quiere. Y ella es todo lo que he podido pensar, ver y oír todos estos días. No es sano, no es romántico, es mi maldita bestia que se ha despertado. Tiene hambre y tengo delante su comida favorita.

—No hables, será peor. —mi voz sale lento, calculador. Mis ojos no se van de ella. Debo parecer un enfermo mental con la mirada hipnotizada.

—Me estas asustando. —susurra.

Si...está asustada.

—Deberías. Has tentado a la bestia, la has alimentado, la has puesto a dormir. La abandonaste y se despertó con un hambre que corroe mis venas.

—Iba a ir a verte, yo...

—Shh, ya es muy tarde preciosa.

Se limpia con sus manso las lagrimas que brotan de sus ojos.

—¿Me vas a matar? ¿Por eso trajiste el arma? — pregunta levantando la barbilla mientras su ojos se le vuelven a llenar de lágrimas.

—¿Me crees capaz de siquiera mirar mal en tu dirección? —mis ojos siguen detallándola.

—Entonces guarda esa cosa que no me gusta y lo sabes.

—Esta cosa es lo que nos mantiene vivos a ti y a mi en estos momentos. He secuestrado el avión privado del ruso al cual le has abierto las piernas a la primera oportunidad que tuviste. — su boca se abre, pero no la dejo empezar. —Justo como yo hice, pero en mi caso no fueron una ni dos. Fue el harem completo.

Sus fosas nasales se ensanchan y mira al rededor.

—¿Cómo...?

—Si preguntas por lo primero, soy un hombre con recursos. Si me preguntas por lo otro nunca dejo fuera de mi vista las cosas que me importan. Las imágenes que me llegaron fueron... —miro el techo buscando un adjetivo, pero fallo estrepitosamente. —No hay palabras para describirlas.

Sus rodillas se pegan en su pecho y las rodea con sus brazos mientras saco unas fotos.

Ella en su habitación con él y en el jardín trasero de la mansión.

Después pongo otro par de fotos en las cuales sus ojos se enganchan.

—Pensé que era justo que tú también tuvieras fotos mías.

Estoy con Jen la favorita de todo el harem. Espero que le duela como a mí, cuando vi sus fotos con ese malnacido.

—Bonito...—me lanza las cejas de manera prepotente. — ¿Ya podemos hablar?

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora