Capítulo 17

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New Orleans, Hotel Mazzini (Apartamento de Fabrizzio)

Marie Mcklain

La lluvia cae a cántaro sobre la gran ciudad de New Orleans, el paisaje desde la gran ventana del departamento de Fabrizzio esta empañado por el frío húmedo, puedo ver el frío empañar el cristal y con un suspiro veo un relámpago en la lejanía alumbrar el oscuro cielo que hacía media hora me había visto como vine al mundo con un Fabrizzio entre mis piernas. El recuerdo hace que una sonrisa boba se aloje en mi boca, me arropo más en las colchas que él me había dado apenas salí del baño. Al llegar al departamento me mandó a bañarme con agua caliente para evitar resfriado y al salir me sepultó en colchas sobre el sofá.

Su nana está en la cocina preparando una sopa, que según ella revive muertos y le queda exquisita. No quería desilusionar a la casi mamá de Fabrizzio que por ende es mi casi otra suegra por lo que no mencioné que no me gustan las sopas. Creo que una vez Fabrizzio mencionó que su nana no tenía en alta estima a Adam por la misma situación.

Supongo que tendrás que hacer el esfuerzo. Pienso mientas escondo el pie dentro de las colchas, el muy travieso se había quedado fuera mientras me estiraba.

Fabrizzio está bañándose mientras yo espero enrollada en el sofá mirando todo el espacio que antes por estar prestando atención a su cosa entre las piernas, no había reparado en la decoración de su casa. Algo que me llama la atención es lo cálido del lugar, tanto las paredes como los muebles brindan ese rincón acogedor que esperarías de un hogar humilde y la contrariedad de la situación es que nada de lo que hay es barato, había muebles, tapicerías, lámparas y demás accesorios de alta gama.

Arrugo el ceño al ver una pared alejada y oscura que no revela ningún detalle por la falta de luz. Me paro y veo unos interruptores los cuales enciendo quedándome atónita.

—OMG...— Hay una mega pecera del tamaño de la pared, las variedades de peces y sus colores parece que estaba en un acuario. — ¿es eso una medusa? —murmuro acercándome a la pared. Abro los ojos al ver un jodido delfín acercarse al cristal para después alejarse.

—¿Te gusta lo que ves? —todavía sigo con la boca abierta.

—¿Cómo demonios tienes un delfín en la pared de tu casa? —me mira divertido.

—En realidad es mi acuario personal, no tengo mascotas excepto ellos. Un pequeño capricho que se me permite por ser el hermano del dueño. —Me muestra sus dientes blancos con una sonrisa de niño chiquito, se acerca a mi lado y me abraza. Me erizo por su piel fría con el contacto de la mía caliente por las colchas, aunque las dejé atrás en el sofá todavía mi cuerpo mantenía ese calor.

—Estás frío. —me quejo bajito acurrucándome en su pecho.

—Se nota que te molesta. —su sarcasmo hace que le dé un manotazo suave en la mano para después envolverlo alrededor de mi cuerpo.

—¿Quién diría que eres mimado? —me burlo. —Un acuario para ti solito, no pudiste ser normalito y quedarte con dos pececitos nada más como todo el mundo. ¿Eh?

—Que pudo decir, pequeños caprichos que me puedo permitir. ¿Quieres ver la superficie? —asiento entusiasmada.

Me toma de la mano y me saca del apartamento. Cabe destacar que el piso entero es de Fabrizzio, en un extremo esta la puerta de su departamento y en el otro extremo del pasillo hay una puerta con una figura de metal en plata en forma de concha y unas letras.

«Calma mi alma en la profundidad y hunde mi ira en la oscuridad»

—Bonito y tétrico mantra...—me mira de reojo y sonríe.

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora