Capítulo 15

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New Orleans, Luisiana

Fabrizzio

Despierto para encontrarla haciendo dibujos imaginarios en mi abdomen, su respiración es lenta y rítmica. Su cuerpo menudo está amoldado al mío casi perfectamente y sus ojos, maldición sus ojos al mirarme adormilados hace que se me estruje el pecho. Sabía que esto podría pasar, me lo dije seis años atrás y aun así aquí estoy preso por los estúpidos sentimientos que tanto quise apartar. Todavía no llego a un acuerdo entre mi mente y mi puto corazón, el primero me dice que debería hacer lo mismo de hace seis años y el segundo que es inútil, es muy tarde para alejarme y no sentir nada. Pero incluso así todavía tengo el miedo de que pierda la razón en un ataque de ira y herirla. Es algo que nunca me perdonaría.

El aire acondicionado hace que la piel de su brazo se ponga de gallina, froto mi mano por esa parte y vuelve a la normalidad, mi mano sigue acariciando el brazo para meterlo por debajo de la colcha, toco sus costillas y bajo hacia sus caderas, mis dedos empiezan a reproducir los dibujos que sus dedos trazan en mi pecho.

Su mano va a mi cara, el dedo índice recorre el borde de mis labios, los muevo porque me hacen cosquillas. Sus ojos me miran con nerviosismos a lo cual frunzo el ceño, hago un intento en preguntar qué le pasa, pero al parecer, sus labios tienen otra cosa en mente. Su cuerpo se alza rosando sus pezones en mi costado mientras sus labios descienden a los míos, su beso es lánguido, delicado y malditamente delicioso, pero era sobre todo y para mi sorpresa, inexperto. Su cuerpo desprende inseguridad en pequeñas olas, se nota que es tan inexperta como yo en esto de lo "delicado", llamado amor.

Mis manos van a su cuello, acaricia su pulso y mis dedos viajan por su mejilla, la separo para mirarla a los ojos. Los cuales están cristalizados, con sus labios temblorosos da un suspiro bajando la mirada.

—Creo que estoy enamorada de ti. —me mira esperando alguna reacción de mi parte pero no dura ni dos segundo cuando sale de la cama negando con la cabeza y desnuda en todo su esplendor. Me quedo medio atontado viendo como su pelo negro lleno de mechas de colores revolotean en grandes rizos con cada movimiento—Lo siento, olvida lo que acabo de decir, son tonterías de adolescente, que tiene al parecer problemas con papi. —coge su ropa con furia mientras se la pone. Alzo mis cejas y me levanto de la cama sin emitir ningún sonido, la cojo de la cintura para girarla hacia mí de manera no tan suave. Mierda tengo controla tus impulsos.

—No, en serio Fabrizzio no necesito que me digas que fui la de la idea del "sexo sin compromiso" y tampoco que me digas que no sientes lo mismo. Solo...olvida lo que dije y ya. —se pone la blusa y la detengo. Tomo su mano poniéndola en mi pecho, sus ojos me evitan pero mi mano libre alza su barbilla hasta que nuestras miradas se conectan.

—Esta maldita cosa inservible. —muevo su mano sobre mi corazón. — Se vuelve loco cuando estas cerca, se quiere salir del pecho cuando te veo llorar y la ira me consume cuando oigo tu llanto. —tomo su otra mano mientras ella me mira con los ojos llorosos. —No se amar, pero creo que esto es lo bastante cerca. —aprieto la mandíbula porque me cuesta expresarme y quiero que sea lo más "romántico" posible. Desearía tener tu oratoria, princeso —Y me gusta que me quieras, que me mires con esos ojos y me hagas berrinches de niña mocosa malcriada. Me encantas toda tu, Marie. —Doy un largo respiro— Y si algún día le diría a alguien Te Amo...esa serías tú.

Sonríe con ojos llorosos dando brinquitos acercándose a besarme, se aleja de la misma manera. Esa imagen no la cambiaría por nada en el mundo.

—Creo eso es lo bastante cerca de me "estoy enamorando de ti también." —ríe con ojos lloroso. La cargo inesperadamente sacándola de la habitación.

— ¿Qué crees que haces? ¡¡Bestia!! —se remueve encima de mi hombro riendo. Decido que tendré que hacerla reír más seguido. Llego a la cocina con ella en brazos para encontrarme con mi nana. Maldición, Nana

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora