Capítulo 20

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Ultimo capítulo del maratón

New Orleans, Luisiana.

Marie Mcklain.

Los días en mi casa se han transformado en un infierno, mi madre no me puede ver ni a la cara y mi padre, o el que creía serlo, ya no lo veo en absoluto, sé que aún vive aquí por sus cosas, pero llega y se va a deshoras, nunca me lo topo en casa. Su comportamiento es típico de un cobarde, huye de la bomba que soltó. No he querido enfrentar a mi madre porque no creo estar preparada para oír toda la verdad del asunto.

Hoy por fin me dan el resultado de la prueba para la que estudié con Fabrizzio, estoy nerviosa, tanto que las manos me sudan y ya no me siento mi trasero por estar hace más de media hora sentada frente a la oficina del profesor, han pasado cinco estudiantes y solo uno aprobó, mis esperanzas son cada vez más escasas.

—El profesor dice que pases, suerte. —Steve se va con cara triste. El pobre se esfuerza mucho pero hoy no tuvo suerte. Entro con los pies temblorosos, levanto la vista del suelo y voy directo al sillón a sentarme. El profesor momia, me escudriña en silencio, trago en seco mientras vuelve su mirada avejentada hacia la hoja que tiene entre las manos.

—Srta. Mcklain, debo decir que su prueba me impresionó y no de buena manera, siendo hija de Roger Mcklain esperaba más de usted ciertamente. —aprieto mis manos para para soltar la primera barbaridad que se me ocurre. —Vi su historial como alumna y sus notas impecables, se cuándo un alumno estudia y la capacidad de este durante un examen mío. Sus notas la ponen en lo alto de la lista, pero el primer examen que le hice y por el cual usted repitió examen de nuevo, me demostró que eres otra más del promedio, cómo obtuviste esas notas ciertamente no me interesa, pero no me es difícil imaginar cómo. —mis mejillas se tiñen de rojo, estaba furiosa, pero ¿que podía decir? Si todo lo que me suelta a la cara es cierto. — Todos los que han pasado por aquí a excepción de uno han reprobado, ¿Qué le hace pensar que no es otra más de ellos?

—Estudié mucho señor, me esforcé día y noche, me quedaba dormida a las 6 de la mañana frente a una computadora y Fabrizzio Mussolini fue mi tutor en todo el proceso. —tengo el corazón en la garganta y miro a sus ojos. — Recuerdo haber respondido la mayoría de la preguntas con certeza, creo que aprobé, no, sé que lo hice.

Baja la hoja a la mesa para que yo la vea.

—Lo hiciste.

Expulso todo el aire que tenía retenido con una sonrisa, tomo el papel con mano temblorosas.

—Felicidades, cierra la puerta cuando salgas. —habla con voz monótona, me paro como una flecha agradeciéndole y salir por la puerta cuando me detiene.

—Mcklain. —me giro hacia él. —El próximo año la llevaré mucho más recio y mis exámenes más especiales serán para usted, la bajaré del pedestal que la tienen puesta en esta escuela. —tomo un respiración larga. —Un conejo gratis: Para llegar a la meta hay que atravesar muchos obstáculos, unos más dolorosos y difíciles que otros porque nada en la vida es fácil. Que esto le sirva no solo para su carrera. Buenas tardes. —su atención vuelve hacia los papeles y yo me largo de ahí.

Me importaba una mierda lo que dijera la momia esa, había aprobado y esa felicidad no me la quitaba nadie. Saco mi celular y llamo a Fabrizzio.

—Marie, estoy en medio de algo, te llamo de después.

—No te preocupes es rápido. Era para decirte que aprobé el examen. Nos vemos luego.

—Lo sabía nena. Felicidades. Nos vemos más tardes. —cuelgo llegando a mi auto. Arrugo el ceño porque me cae la misma sensación de aquella vez en el The Rocky, siento que me están vigilando, pero no veo a nadie.

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora