Capítulo 44

2.4K 238 96
                                    

El corazón es un tambor retumbando en mi oído mientras espero sentada sola en la parte del acusado. El juez ha llamado a Evans dos veces y si lo llama una tercera vez el juicio no va a ser bonito, para mí.

La puerta se abre y el muy hijo de puta camina como si fuera el puto rey del universo con una sonrisa lobuna. Es increíble como eso fácilmente haría cagarse encima a la gente, pero yo por otra parte, farol o no, me inunda un alivio que me deja los miembros sin fuerzas. Porque al menos tengo defensa.

―Te voy a matar, hijo de perra psicópata con disfunción cerebral.  ― susurro cuando se sienta a mi lado.

―Te encontrarás en conflicto más tarde cuando acabemos el juicio. ― me da una mirada divertida.

La fiscalía empieza a resumir su caso para darme la estocada final con el testimonio de mi...de Robert. Su cuerpo a perdido peso, se encuentra más decaído y con ojeras. Se sienta con dificultad en la silla y no puedo evitar que un nudo se me haga en la garganta.

Está débil, demacrado y ya no es el hombre fuerte que admiraba desde pequeña. Como le había dicho a Fabrizzio no importa que, Isabel iba a seguir siendo su madre al igual que Robert seguiría siendo mi padre no importa lo mucho que lo llegue a odiar. 

Sus ojos nunca encuentran a los míos mientras la Fiscalía da paso a que de su testimonio. El pecho se me aprieta porque se lo que va a decir, el pitido en mis oídos y el corazón en la garganta no me dejan oírlo.

A un paso de hiperventilar en mi silla siento un murmullo levantándose en la sala que me hace alzar la vista alrededor para encontrarme con la fiscal mirando enojada a Robert.  El juez golpea el martillo para calmar a la audiencia y Robert es retirado del estrado. Perdida más que una vaca en un cine miro al jurado quienes están hablando ente ellos efusivamente y dándome miradas de vez en cuando.

Me acerco un poco a Evans.

― ¿Qué acaba de pasar?

―Tu padre acaba decir en otras palabras que la Fiscalía lo anda amenazando para que cuente una versión de los hechos más favorecedoras para ellos.

Mis ojos se agradan.

― ¿Cómo es eso posible? —susurro.

―Tuve una pequeña charla con él. ― dice como si nada. ―digamos que no sabe lo poderosa que eres.

―No soy...— me interrumpe.

―El poder viene en diferentes formas. ¿Si tener al jefe de la mafia rusa y al segundo al mando de la Italiana babeando por ti no es poder? Entonces no sé qué es.

― ¿Cómo tú...?

―Creo entendido que has hecho una llamada. ― un peso se me aloja en el estómago y miro de soslayo a Fabrizzio quien me mira serio desde los asientos de la audiencia, pero con calidez en los ojos. ― Y eso te ha salvado la puta vida.

Miro a Evans con el Jesús en la boca. Debí decirle cuando tenía chance.

«Mierda, Mierda»

― ¿Fabrizzio sabe? ― pregunto con un hilo.

―No me pertenece esa información como para divulgarla. Aunque él no es estúpido, sé que algo sospecha.

Me ha dado el suficiente tiempo para decirle. Asiento y le dedico una pequeña sonrisa a Evans.

―Te has ganado un beso. ―admito.

―Aleja esos labios toxico de mi perfecto rostro. ― dice con una voz imperiosa. ―Ahora, abre bien los ojos y oídos no quiero que te pierdas de la siguiente masacre.

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora