Capítulo 31

3.1K 236 75
                                    

La noche desfilaba tranquila y nublada en la Siberia. El descenso de la temperatura era total e inversamente proporcional a la temperatura de la habitación a la que había entrado. Mi cuerpo se había paralizado vibrando por esa simple pregunta que encarcelaba deseo y perdición. Me giró dándole la espalda a la puerta. Levanto la barbilla deslizando una sonrisa despreocupada y juguetona.

Se sentía bien, demonios, no me había dado cuenta de que había reprimido gran parte de mi para complacer a la persona que amaba. En estos momentos me siento que fui una estúpida. Nadie debería cambiar por nadie, tienen que aceptarte como eres y así es como ella era. Y así es como era él.

— Tentadora la propuesta, pero no tengo el menor interés en quedarme a formar parte de un trío que no me interesa. —digo acercándome a él poco a poco. Su miembro está pegado a su abdomen, duro y seco por la ausencia de la lengua de la mujer arrodillada a su lado que me veía con hambre. Mis ojos van a ella y le sonrío. Me agacho a su nivel. Me acerco a su oído y le empiezo a susurrar haciendo que su piel blanca se erice y los ojos eléctricos de Vladimir nos observen con una intensidad capaz de derretir a cualquiera. Me alejo no sin antes dejar un beso mariposa en el cuello de la chica. Desde esta posición estábamos las dos frente a la entrepiernas palpitante de Vladimir. Una sonrisa cómplice se desliza por los labios de la rubia para que nuestra mirada cayese en él. —Es una lástima que de verdad no esté interesada. —susurro.

Las dos bajamos a la misma vez las puntas de nuestras lenguas empezando desde la base de su miembro hasta la punta. Una de mis manos dio un pequeño tirón a sus testículo haciendo que se exaltara un poco y que la punta de su pene chorrera líquido pre-seminal. Su cuerpo pasó de estar relajado y en control, a uno contraído y agitado.

Cuando mi lengua deja su punta húmeda y almizclada, mis ojos se encuentran con los de él. Me acerco a su cara a solo centímetros de sus labios. Ladeo la cabeza de manera juguetona rosándolo ligeramente y murmuro de forma inocente. — Disfruta la noche, yo disfrutaré de la mía.

Le dedico una sonrisa burlona mientras me levanto con evidente deseo reflejado en cada uno de sus poros. Es peligroso, lo sé, pero me gusta el peligro, me excita el peligro.

Me voy con pasos sueltos de la habitación. Se sentía bien bailar en la cuerda. Tentar al poder y someterlo a tu antojo. Se sentía bien ser insuperable. Se sentía bien tener esos ojos color problemas en mi cuerpo.

No dudo al llegar a mi habitación y entrar a la bañera. Mientras se llena, abro mis pierna, cabeza hacia atrás y el juego con mis manos da comienzo con unas lentas caricias entre mis pliegues mojados.

Imágenes del zorro que dejé en la otra habitación llenan mi mente y mi cuerpo se empieza a retorcer, mis manos se agitan a medida que voy subiendo escalón a escalón casi sincronizado al nivel del agua que va cubriendo la piel expuesta en la bañera. Entonces todo se detiene y mi piel se eriza por la invasión sensorial que me tomo por sorpresa. Siento el fantasmal roce de unos dedos en mis pezones haciendo que mi cuerpo se arqueé. Unos besos en el cuello que hace que mi piel se erice. Uno de mis dedos de introducen en mi canal caliente y mojado, mientras mi otra mano da rápidos masajes en el núcleo. Muerdo mis labios al sentir la corriente eléctrica tensar todo mi cuerpo y al llegar al clímax una lágrima se desliza por mi sien porque no era el viejo zorro al que había aparecido en mis fantasías, era la Bestia Italiana que había llegado para robárselo todo.

Porque había algo que no podía negar, me había enamorado como una loca de ese hombre. Nuestro error fue tratar de actuar como parejas normales porque ni él ni yo somos normales.

Fabrizzio es un hombre con problema de ira y un asesino a sangre fría, y yo, una adicta sexual con traumas debajo de un bonito maquillaje y una ropa de alta gama.

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora