Capítulo 38

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Fabrizzio

Llevo horas en uno de los hospitales de Madrid. Los doctores se movieron atendiéndola cuando me la quitaron de los brazos. No sé qué rayos les pasa a todos los hospitales que nadie te dice nada. Evans me lleva a una de las habitaciones para que me pueda bañar.

La piel se me queda roja de tanto lavarla. Cierro los ojos aguantando las ganas de vomitar al sentir el dolor ahí. La piel se me remueve como si tuviera bichos debajo de ella. La vergüenza me engarrota los músculos, lo que él me volvió hacer, lo que ella vio y lo que todo el mundo puede enterarse. Voy directo a la taza y vacío el contenido en mi estómago. Los músculos me tiemblan y siento el pánico levantarse de manera rápida.

Tomo varias respiraciones largas calmándome, me termino de bañar y salgo limpio. Me pongo el traje que reposa en la camilla y me rocío perfume por todos lados, no quiero tener su olor sobre mí.

Evans entra y yo no soy capaz de levantar la mirada.

—Tengo que hacerme una prueba del VIH. Ese tipo no usó protección. —mi voz sale firme, pero siento las manos frías. Necesito ser realista sobre esto porque no me queda de otra que enfrentarlo.

—Susan se te adelantó. Se quedó preparando las cosas en el laboratorio.

Mi cabeza gira hacia él y siento el color drenarse de mi cara.

—¿Ella sabe? ¿Cuántas personas saben? —siento los bordes de mi visión nublarse.

—Tranquilo, solo Adam, Susan, Marie y yo.

«Mierda, mierda.»

Abro y cierro los puños con ansiedad. El sentimiento de que alguien más podría saber me desestabiliza.

—¿Todos los demás que estaban en el almacén están muertos?

—Si, solo la escoria está respirando. —Me asegura.

No quería matar a esa basura todavía, le faltaba mucho por sufrir.

—Bien...vayamos de una maldita vez. —gruño.

Vamos al laboratorio donde me extraen sangre en un pequeño tubo al vacío. Me dicen que los resultados tardarán una hora o dos. El doctor quiere hacerme el chequeo completo y antes de que le rompa el cuello, Evans me dice que es "discreto", sacando su arma.

Sutil, lo sé.

Con dificultad y agarrando cada onza de fuerza que tengo para no matar al doctor como mi cerebro me pide, dejo que me examine.

—Entiendo que esto sea incómodo para un hombre de poder como usted, pero el leve desgarro que presenta en su zona anal necesita ser tratada con antiinflamatorio y una crema. Es anestésica y anti cicatrizante, debe ser aplicada por fuera y por dentro. Puedes hacerlo usted mismo o que alguien más lo haga. Es su decisión, aunque la mejor opción es la segunda.

El doctor se excusa y nos deja a los dos mirando el pomo.

Evans y yo nos miramos. El empieza a mirar entre sus dedos y el pomo.

—De ninguna jodida manera. —le espero mirándolo con las cejas levantadas y sacándome la sábana de encima.

—¿Qué? — me mira con cara de no romper un plato, como si no supiera lo que pensó.

—Cállate. —me visto rápido.

Salgo de ahí antes de darle otra idea, el solo hecho de pensar alguien tocándome se me tranca la garganta incluso si es alguien en que confío a ciegas. Eso hace que me pregunte si con Marie será igual.

Loca Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora