En cuanto me adentro en el asiento copiloto, cierro la jodida puerta con molestia y me abrocho el cinturón.
―Cierra bien señorita. No hacía falta azotarla.
Vuelvo a mi izquierda un poco perdida. Apenas y noto que Richard se refiere a la puerta―. Perdón... aunque creo que no debería disculparme. Esto también es tu culpa.
Frunce el ceño― ¿Puedo saber porque?
―También me mentiste.
Sonríe con mucha tranquilidad―. Siento mucho que esté lastimada, pero no suelo ventilar secretos ajenos. Sobre todo si son temas íntimos de mi jefe.
Aquello solo provoca que me sonroje, muerdo mi labio y respiro apenada hasta que reúno la suficiente fuerza como para responder.
―Lo sé. Simplemente odio las mentiras.
―Aunque no sea una excusa, en ocasiones las mentiras son necesarias. Le evitan sufrimiento...
―No es cierto ―gruño entre dientes cruzando mis brazos y dejando la mirada puesta sobre el retrovisor. Desde aquí alcanzo a ver como la señora Ava se refugia en los brazos de su hijo mientras llora desconsolada. Leia limpia sus lágrimas en tanto mi padre no deja de hablar negando con su cabeza. Se me arruga el corazón. Un vacío vibrante cruza en mi pecho, por lo que termino apartando la vista y me concentro en mi plática con Richard―. Las mentiras no son buenas. Solo provocan dolor y miseria. Si me lo hubieran dicho estando niña, el dolor no hubiera sido tan grande como el que tengo ahora.
Sin poder evitarlo y con mucha precaución acaricio mi vientre.
―En eso tiene razón, pero es su padre de quien hablamos.
―Nunca se tomó la molestia de explicarme nada.
―Y ahora que sucedió todo, quiere hacerlo. Es usted quien no quiere cederle la oportunidad.
―Ahora es demasiado tarde ―finalizo la conversación cerrando mis ojos y dejando mi cabeza reposar en el respaldar de este.
Tras varios minutos sin oír sonido, se escucha la puerta de los asientos traseros cerrándose. Finjo estar dormida. El auto comienza a moverse en tanto dejo mi mente en blanco.
Después de un rato finalmente el vehículo frena. Entreabro mis parpados con pesadez asombrada del sueño que el viaje me ha dado. Me deshago del cinturón, salto de mi asiento y aspiro todo el aire que soy capaz. Mis ojos vislumbran un restaurante de aspecto rustico con puertas de vidrio grandes.
―Es muy bonito ―escucho una voz dulce muy cerca de mí.
Es Phoebe, quien entrelaza su mano con la de mi padre. Ignoro la leve punzada de desagrado en mi pecho.
A mi derecha puedo observar detenidamente como Alice sale de un auto estacionado justo detrás de la camioneta en la que veníamos. La sigue su madre Ava, Elizabeth y el Campbell más joven, Ethan. Me abrazo a mí misma apartando la mirada de ellos y concentrándome en el restaurante.
Mi padre es el encargado en dar el primer paso. Avanza junto a su novia. Los sigo con cierta distancia. Confundida y nostálgica por las emociones que ahora me envuelven. Una parte de mi quiere dejarse llevar y disfrutar de la cena, pero la otra parte de mí que sigue resentida, se niega a olvidar aquel secreto que continua lastimándome.
Nos detenemos en una zona apartada. Es una terraza rodeada de vidrios. Con parales y un techo de madera. Las mesas también llevan un aspecto muy sencillo, adornadas solo con un mantel blanco y un pequeño florero de cristal. Los árboles y la pequeña fuente que nos rodea transforman el lugar en una especie de bosque encantado.
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Storms (+18)
Romance¿Cómo te preparas para el dolor? ¿Cómo soportas esa extraña sensación de pérdida? Luego de la muerte de su madre, la vida de Brittany Braun tomó un camino lleno de tristeza y de dolor. Para ella fue más fácil rebelarse contra el mundo y su familia...