Cap 56: ¿Por qué tiene que doler?

3.5K 444 469
                                    

Me siento bajo mis piernas y con mi mano acaricio su mejilla. No quiero despertarlo, pero tampoco tengo intensiones de volver pronto a la habitación.

―¿Creí que estabas dormida? ―susurra provocándome un pequeño susto.

―Lo siento, no quería importunarte.

Sus ojos se abren y sonríe ligeramente mostrándose nuevamente como una persona dulce a pesar de nuestra pasada conversación.

―No lo hiciste ¿No puedes dormir? ―pregunta a lo que niego― ¿Quieres que suba contigo?

Lo pienso durante varios minutos. Al chico ya le dejé claro que tener sexo no es algo que sucederá, por lo que no le veo algo de malo a que durmamos en la misma cama.

―Sí.

Asiente levantándose del mueble y tendiéndome su mano. Lo ayudo a subir las almohadas mientras él se encarga de subir las cobijas que lo abrigaban. Ya dentro de la habitación ocupa el espacio derecho en tanto camino hacia el izquierdo. Nos dejamos caer sobre la misma, el chico nos envuelve con las sabanas y no pasa mucho tiempo antes de que su brazo envuelva mi cintura, justo como lo hacía el seductor.

¡Mierda basta!―vuelvo a reñirme mentalmente.

―¿Te gustaría que saliéramos mañana antes de llevarte al internado? Podríamos ir al cine, o comer helado.

―Me gustaría ir a comer helado ―contesto con una sonrisa sobre mi rostro.

―Entonces se hará así, por cierto..., lamento lo de hace un rato, no quiero que pienses que quería aprovecharme de ti. ―dice recordándome aquel momento tan incómodo.

―Es tema superado ―le hago saber volviéndome y dejando mi cabeza sobre su pecho―. Y sobre mí vuelta a Norte América...

―Está bien, entiendo que quieras volver, ahí tienes a tu padre y no es justo que te pida quedarte solo por mí ―expresa dejándome más tranquila―. Solo quiero que seas feliz.

Sonrió gustosa. Esto es precisamente lo que me agrada de este chico. No solo es atento y amable, sabe disculparse cuando debe y siempre intenta entenderme, muy diferente a la actitud egoísta y posesiva de Blake. Todavía recuerdo como se puso cuando se enteró que mi padre había accedió a darme un departamento. Estoy segura que Christian jamás reaccionaria así.

Christian no sabe sobre el acosador, y no es Christian a quien amas―me recuerda mi subconsciente frustrada.

Una vez más paso de ella y como un milagro, el sueño comienza a apoderarse de mí hasta que ya no soy consciente del mundo que me rodea.

La imagen de una familia amorosa se muestra sobre mis ojos, intento reconocerlos pero se me hace imposible verlos con más lucidez, por los que me doy por vencida. Observo todo alrededor percibiendo lo que parece ser la sala de una elegante mansión.

Cerca siento el sonido de una carcajada bastante dulce, y es cuando me concentro en la pequeña de cabello lacio y sonrisa animada que corre hacia un joven de cabello despeinado. El chico la toma en sus brazos solo para elevarla y arrojarla al aire una y otra vez. Cuando lo hace por tercera vez al tomarla comienza a hacerle cosquillas.

La risa de la pequeña llega hasta mis oídos provocándome una ligera sensación de diversión. La pequeña intenta escurrirse en sus brazos, pero no el joven no se lo permite, al contrario vuelve a sujetarla con la intención de volver a elevarla y arrojarla ocasionando que las carcajadas de la niña sean todavía más agudas y fuertes.

Una señora de cabello dorado se acerca a ellos con una bandeja de galletas, el olor de estas se cala por mis fosas nasales dándome una sensación un tanto familiar. De pronto me doy cuenta de la presencia de una mujer cuyo aspecto me parece conocido. La misma permanece sentada sobre un sofá de color salmón. Husmea sobre unos papeles con cierto nerviosismo. Luce impactada, desconcertada y temerosa me atrevería a decir. La atención de la niña se concentra en la mujer que ahora intenta contener el llanto. Cubre sus labios con una de sus manos mientras la otra trata de ocultar el documento que hasta hace nada ojeaba.

Storms (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora