Capitulo Final: Tormentas

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Palidezco. El miedo que sentí anoche no se compara con el que ahora me recorre. Mi corazón bombea rápidamente. Tengo miedo de que en cualquier momento pueda parar y deje de funcionar. El seductor no se mueve, su rostro refleja una expresión de terror que jamás había visto.

―¡Maldita sea! ¿Qué pasa con ustedes? ―vuelvo a escuchar el grito de mi padre. Sollozo con voz desgarradora. Las lágrimas con rapidez se acumulan en mis parpados. El hombre se inclina sujetando mis bragas en sus manos, las mira con asco.

―Harold, yo puedo expli...

―¿Qué demonios me vas a explicar? ―azota mi ropa interior contra el suelo. Sus ojos están inyectados de rabia, enojo, ira―, ¿qué te has estado revolcando con mi hija?

―Papá el no...

―¡¡Tu ni siquiera hables!! ¿Esta es la educación que yo y tu madre te dimos? ¿Te enseñamos a comportarte como una cualquiera? ―me frena señalándome. Mi labio inferior tiembla por causa del llanto. De nuevo la sensación de suciedad me recorre. Es doloroso percibir esa mirada de repulsión y decepción que se desprende de sus ojos. Es como si estuviera viendo a alguna prostituta, a una mujer sin ningún valor.

―¡¡Harold!! Déjame explicarte.

―Eres un maldito miserable, un farsante ―lo acusa―. Voy hacer que te pudras en la cárcel... voy a hundirte Blake, te lo juro.

Jadeo. El hombre sale disparado fuera de la habitación. No... no quiero que le haga ningún mal a Blake. El no tuvo la culpa ¡Joder! ¿Cómo entró al departamento? ¿Cómo consiguió la llave? Todo me da vueltas, siento asco, asco de que mi padre me haya visto en la cama con mi propio tío, asco de mi cuerpo, asco de mis decisiones, de mí.

―¿Y ahora... qué haremos? ―balbuceo en medio del llanto. El seductor, se levanta de un salto buscando su ropa interior, la consigue, rápidamente se la coloca y se acerca a mí.

―No... no te preocupes. Déjame arreglar esto, lo mejor es que hable con él.

―No Blake ―lo freno sujetando su brazo―. Mi padre está furioso, no sabemos de lo que es capaz. Él puede... ―sujeta mis mejillas húmedas.

―No pasará nada. Harold no se atrevería a hacer algo contra mí.

―¿¡Por qué estás tan seguro!? Ni siquiera sabemos cómo entró aquí.

―Confía en mí por favor.

―No me pidas eso ―chillo con el miedo sobre mis huesos―. No quiero que te separe de mí, no quiero que me alejen de ti.

Confieso como última alternativa. Quizás la mejor opción sea irnos. Huir mientras aun tengamos tiempo.

―No nos van a separar, te lo prometo ―asegura dejando un beso en mi coronilla―. Lo voy a solucionar, todo estará bien, solo no te muevas de aquí, no salgas.

Avanza hasta la puerta.

Cubro mi rostro entre mis manos. Elevo mis rodillas con la esperanza de volverme más pequeña y desaparecer. Tiemblo, mis huesos se sienten quebrantados, a punto de deplorarse. Mi pulso se descontrola. Me balanceo buscando algo de calma. Mi pecho y mi cara arden. La palma de mis manos se tornan frías, la sangre abandona mis sentidos congelando mi respiración. No respiro, me falta el aire ¿Dónde está? ¿A dónde fue? ¿Por qué me dejó sola?

No, por favor que no se vaya. Que no me deje como mi madre lo hizo.

Sorbo mis fluidos. Me levanto de la cama entre tambaleos. Sintiendo la falta de estabilidad de mis piernas consigo vestirme con la camisa de Blake. Arrastrando la pesadez de mis pies llego hasta la puerta. Sujeto la manilla con fuerza cayendo casi al piso.

Storms (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora