Una camisa negra Nike, con una sudadera, un pantalón jooger del mismo color pienso que será suficiente para el día que me espera. La lluvia no ha parado, paseo mis ojos de un lado a otro buscando al seductor. Llevo varios minutos esperando y aun no llega.
―Te ves bien.
Me vuelvo, tuerzo mis labios intentando no mostrar ninguna expresión al verlo tan atractivo. Lleva un suéter blanco con las mangas remangadas hasta los codos. La misma se ajusta a su musculatura. Esa espalda ancha y esos hombros imponentes realzan su hombría, al igual que el pantalón negro con apertura en las rodillas. Viste unas botas marrones que le dan ese toque tan sofisticado, tan inalcanzable, tan Blake. Por ultimo noto el paraguas que lleva en su mano derecha.
―Creo que es mejor que nos vayamos ―musito siendo eso lo primero que llega a mi mente.
Me abre el paso. Avanzamos hasta el estacionamiento en total silencio. Cuando llegamos a la entrada de este, extiende el paraguas y abraza mis hombros pegándome a él. Por un momento mi nariz queda peligrosamente cerca de su pecho. Alcanzo a percibir su olor. Ligero, suave y envolvente. Durante este tiempo he notado que al hombre no le llaman la atención las fragancias fuertes, lo que se ha convertido en una característica bastante peculiar. Siempre imaginé que los hombres como el preferirían ese tipo de aroma agudo y punzante que llega a marearte.
En cuanto abre la puerta para mí me quejo internamente por tener que separarnos. Entro a regañadientes mientras el rodea el auto llegando a la puerta piloto. Hecha el paraguas a los asientos traseros. No hago ningún comentario. Abrocho mi cinturón y me permito estar callada durante el viaje.
El auto transita y se sumerge bajo el tráfico de las diferentes avenidas de Londres, observo con detenimiento cada local, hasta que el mismo se pierde en una especie de locación rugosa y llena de árboles. El parabrisas hace su trabajo, hasta adentro se logran escuchar los estruendos del cielo que comienzan a causarme escalofríos. Me abrazo a mí misma.
―¿Tienes frio? ―muerdo mi labio inferior, no hablo.
Entreveo como se acerca hacia los interruptores del vehículo, y es cuando de pronto siento que ha encendido la calefacción ¡Mierda! Agradezco aquello. Me quedo un momento observándolo quedando inmersa en mis pensamientos. Aspiro fuerte cuando vislumbro un pequeño golpe en su quijada. Sus ojeras siguen allí, tal parece que se han adueñado de su rostro y se rehúsan a dejarlo. Recuerdo los acontecimientos de anoche. La cena, conocer al menor de los Campbell, la invasión de Richard, las lágrimas de Ava, el seductor en la prisión.
¡Dios! El seductor en prisión. Ese último pensamiento deja mi alma nostálgica.
―Escuché que te detuvieron... en prisión ―comento sin poder contenerme.
Sus manos presionan el volante con fuerza, su cuerpo se remueve mientras prensa su mandíbula. Creo que no esperaba que lo mencionara.
―No fue tan grave como parece.
Reprimo las ganas de jadear ¿Cómo puede intentar mantenerse tranquilo? En mi pecho se soma un sentimiento cargado de ardor, o más bien angustia.
―¿Estas bien?
Una pequeña sonrisa aparece en su rostro. De nuevo sus cambios de humor. Tan volátil como siempre―pienso para mí misma.
―¿Preocupada por mi señorita Braun?
Se me seca la boca. Muerdo mi labio inferior. Claro que estoy preocupada por él ¿Cómo no estarlo? No hablamos de una niñada, hablamos de la jodida cárcel.
―Siempre señor Campbell.
Su sonrisa se ensancha, igual que la mía.
―¿Cómo te fue en la cena? ―pregunta de la nada.
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Storms (+18)
Romance¿Cómo te preparas para el dolor? ¿Cómo soportas esa extraña sensación de pérdida? Luego de la muerte de su madre, la vida de Brittany Braun tomó un camino lleno de tristeza y de dolor. Para ella fue más fácil rebelarse contra el mundo y su familia...