Capitulo 6

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Massimo

Voy camino a Turquía junto a Carlo que esta revisando el perímetro para verificar que no sea una trampa por parte de los Yilmaz, con tanto rencor que guarda esa familia no se que se puede esperar.

—Esta todo bien, pero estaremos alertas en todo momento— me dice apagando la tableta, no digo nada solo asiento y me preparo para el aterrizaje en la fortaleza.

Aterrizamos sin ningún problema y en la entrada veo a Alev vestida de traje negro con un corset del mismo color, una coleta alta y labial rojo sangre, me sigue con la mirada mientras voy bajando, se ve demasiado bien y si no fuéramos enemigos me la cogeria sin ningún problema.

—Bienvenidos a Estambul señores— dice sonriendo mientras pide que la sigamos junto a todos sus hombres, nunca había estado en este lugar, sabía de su existencia por mi padre el antiguo líder de la Mafia italiana cuando eran aliados.
Bajamos por unos pasadizos hasta una especie de calabozos donde el tal Kiral abre la puerta dejando ver a mis hombres apunto de desfallecer.

—¿Qué mierda les hizo?— gruñó en dirección a Alev que levanta la mirada como una niña inocente.

Maldita loca

—Entraron a mi territorio, solo les di la bienvenida— dice sin más encogiéndose de hombros.

—¿Podemos hablar en privado señorita Alev?— pregunto apunto del enojo, veo que Kiral le dice algo al oido pero ella lo tranquiliza.

—Claro, sigame por aquí iremos a mi oficina— dice tranquila llendo de vuelta a la salida por lo que la sigo.

La sigo hasta la segunda planta al final del pasillo hay dos puertas grandes que ella abre dejando ver un despacho con una biblioteca enorme, todo está en colores oscuros. Va al bar y sirve una copa de vino para ella y un vaso del mejor whisky que me atiende lo cual recibo sin ganas.

—Dígame señor Greco, ¿para que soy buena?— pregunta sentándose en la silla con vista a el mejor paisaje, tomo asiento enfrente de ella dando un sorbo a mi vaso antes de hablar.

—Antes de todo quería informarle que mi estadía en Estambul se alargará unos días— respondo notando como su cara revela un atibismo de sorpresa.

—¿Y puedo saber cual es el motivo?— pregunta tomando su vino, mierda no pensé que ver a una mujer tomar vino se vería tan bien y más con su aura.

—Claro, tenemos que hablar sobre mi mercancía— respondo tranquilo tomando de mi vaso, sonríe negando con la cabeza.

—Querrás decir MI mercancía— responde haciendo énfasis en "Mi".

—De eso precisamente debemos hablar y de otras cosas más— digo mirando como se toma la copa de un trago.

—Lamentablemente no estaré mañana en Estambul, tengo asuntos que atender— dice levantándose al bar por otra copa.

—Entonces tendremos que resolverlos cuando vuelvas, mientras tanto me quedaré por aquí— digo fingiendo pesar por lo que que ella levanta una ceja con cara de es encerio.

—Sabes que los italianos no son bienvenidos aquí en Turquía y menos en Estambul— responde cortante colocándose enfrente de mi por lo que me levanto de la silla.

—Eso es porque ustedes creen lo incorrecto— digo sin más ganandome una mirada de odio puro.

—¿Así? Y según tu que es lo que creemos— pregunta cruzándose de brazos.

—Creen que los alemanes asesinaron a sus padres sin tener prueba alguna, ya que sólo por esa razón ustedes le tienen la muerte sentenciada o me equivoco— respondo mirándola directamente a sus ojos.

—De echo te equivocas Massimo tenemos varias razones por las cuales queremos a esos hijos de puta muertos— responde segura dando un paso adelante— además los italianos no tienen ni voz ni voto en esto ya que son unos traidores— agrega señalandome.

—No tienes ningún derecho de llamar a mi gente traidora— espeto tomando su muñeca con fuerza.

—Créeme que si lo tengo, se cosas que tu no sabes querido Massimo así que es mejor que no te metas donde no te han llamado— dice lo cual me causa intriga que es lo que ella sabe, han pasado siete años desde la muerte de Kaan y Melek y desde ese entonces Ruslam se conoció como el lider, eso quiere decir que ella ha estado dos años más que yo en la Mafia.

—¿Y según tu que es lo que no se?— pregunto soltando su muñeca y tomando su cintura por lo que suelta un jadeo por la sorpresa del movimiento pero aún así no se mueve ni protesta.

—Cosas que no te incumben querido Massimo, así que es mejor que te mantengas al margen de las cosas— dice fundiendo su respiración con la mía, posando su mano en mi pecho sin antes inclinarse y tomarme del cuello y darme un beso fugaz que me hace tensar todo el cuerpo, intenta alejarse pero no la dejo si no que la jalo más a mi tomando su cara y estampar mis labios en los de ella besándola sin ningún tipo de dulzura. La toma por sorpresa pero me corresponde con la misma fuerza sus labios son demasiado suaves y deliciosos, nos fundimos en un beso donde nuestras lenguas batallan por cual tiene más control, la alzó sentándola en el escritorio logrando que ella suelta un gemido en mi boca... un ¡puto gemido! que va directo a mi entrepierna poniéndome como nunca, me meto entre sus piernas profundizando más el beso pero ella se separa por falta de aire, se queda mirandome unos segundos antes de alejarse de mi cuerpo bajándo del escritorio, yéndose a la ventana dándome la espalda donde se queda ahí sin ninguna señal de volver.

¿Que mierda acaba de pasar?

—Creo que ya acabamos de hablar— dice de espaldas, por lo que me acerco a ella girandola hacia mi.

—Estas loca si crees que esto a terminado— digo sin creerlo.

—¿Esto? Solamente nos besamos, no significa que me voy a casar y a tener hijos contigo— responde obvia mirándome directamente a los ojos ahora oscurecidos por la tensión.

—Ese beso te va a costar y mucho Alev— digo limpiando un poco de labial que tiene abajo del labio.

—Bien dicen que para morir nacimos Massimo— dice en un susurro sonriendo con malicia, esta mujer me confunde es una loca de mierda pero esta me la cobraré con solo ese beso inició los juegos del hambre y solo habrá un ganador.

—Has venido aquí por tus perros así que vamos por ellos no te parece— dice recomponiendose dirigiéndose a la puerta por lo que la sigo ahora al patio trasero donde tiene a mis hombres tirados en el suelo donde me espera Carlo.

—¿Carlo?— pregunta Alev con sorpresa logrando que el la mira quedando en shock.

—¿Alev?— pregunta él de la misma manera, ellos se conocen y yo no lo sabia.

—Un momento ustedes se conocen— digo sin creerlo esperando una explicación ganando que ellos me miren al mismo tiempo.

—Es una... larga historia— responde él volviendo a sus asuntos, tendrá que explicarme después.

Llega la noche y nos acomodan una habitación para pasar la noche aquí, en el salon veo que llega Ruslam para hablar con su hermana me saluda y se dirigen a la oficina, pasan maso menos treinta y cinco minutos donde ambos salen dirigiéndose al comedor donde nos sirven de cenar, comemos en silencio y cuando terminamos cada uno se dirige por su camino. Ruslam a la última planta, Alev a su habitación y yo a la mía que queda como a seis cuartos de la de ella, veo como abre la puerta y antes de entrar me mira y me guiña un ojo sonriendo adentrándose en su habitación cerrando la puerta.

Me adentro en la mía cambiandome de ropa para dormir sin antes pensar en lo que paso en la oficina, en esa misma oficina donde ella habla con su hermano, pero si quiere jugar pues vamos jugar, esperare a que ella mueva sus fichas para yo mover las mías, porque en este juego derrocare a la reina de su trono sea como sea.

Porque como ya dije es mejor no meterse conmigo porque acabarán mal muy mal.

La Reina del Infierno [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora