Jason

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Jasón Collins estaba frente al espejo mirando por décima vez su atuendo, esta noche tendría la fiesta de cumpleaños de su prima Magalí.

Vestía una remera entallada negra, jean verde con roturas y un par de zapatillas sencillas. Su cuerpo no era el de un chico atlético, pero sin dudas, tenía buenos genes, unos hermosos ojos azules, cabello negro ondulado.

Sus labios eran de un rosa pálido carnoso y una nariz respingada. Era la envidia de todas las chicas, a excepción de su Magalí, que gozaba del mismo beneficio.

La preocupación de Jasón, es simple, se relaciona con los amigos sexis de su prima.

Magy es líder de las porristas, simpática e inteligente, pero sobre todo una de las atracciones del instituto y su grupo de amigos es ... Bueno... llamarlos hermosos sería un insulto, ellos definitivamente son de otro mundo, su perfección es sobrenatural. Era como si Dios los creo y el universo los junto, para el deleite de todos.

Jasón no se quedaba atrás, pero no tenía tiempo de ocuparse de su imagen, por lo que este día en particular quería ser la atracción también.

-Oh! mi dulce bebé, esta hermoso

Él volteó, se encontró con el rostro pálido y enfermo de su madre, rodó los ojos y camino hasta ella.

-¿Mamá que haces de pie?- mostró su hermosa sonrisa y guio a su madre nuevamente a la habitación.

-Cariño, estoy bien, hoy no hubo dolor y quería ver a mi hijo prepararse para ir a una fiesta, después de tanto tiempo, puede ser un adolescente normal. – Sonrió y acarició el suave rostro de su hijo-

Exactamente un año paso desde detectaron en su madre una enfermedad extraña, casi el 10 % de la población se ve afectada por esa bacteria y de no ser tratada podría provocar la muerte. Desde ese momento, Jasón solo estudia y trabaja, intentando pagar los gastos médicos de su madre, que tuvo que sacar licencia en la empresa donde era gerente de ventas.

Hace poco han descubierto una droga que podría curar esté mal, el problema es que cuesta demasiado, pero con aplicar una dosis calmaría el dolor y frenaría la misma.

El chico de tan solo 17 años trabaja de lo que sea, con el objetivo de ayudar a su madre a juntar el dinero. Sábado y domingo, corta el césped y arregla jardines en un barrio residencial y durante la semana atiende un 24 hs.

Esta noche en especial solicito permiso para ausentarse del trabajo, Magalí lo amenazo con que cortaría sus bolas si no aparecía. Lo cierto es que esta chica mimada actuaba en complicidad con su tía, ambas querían que al menos una vez él tuviera una vida normal.

-Ma ¿segura de quedar sola esta noche? - Los ojos de Jasón se mostraban preocupados aun cuando una sonrisa aparecía en su rostro.

- Claro y no estaré sola, Elisa vendrá ni bien salga del trabajo, tú solo ve y diviértete, - acaricio las mejillas de su hijo y planto un dulce beso.

- Bueno, llama si necesitas algo ¿ok? - suspiro nervioso

- Tú solo diviértete- repitió con una tierna sonrisa maternal- estaré bien, aprovecha y se un adolescente alocado. - Rio y froto la cabeza

- ¡¡Pero qué clase de madre eres incitando a tu hijo a no volver!! -Jasón soltó una risa fresca y esto fue como un bálsamo para la mujer enferma, ver sonreír a su niño era una bendición.

- Bueno a tu edad me encantaba salir, así conocí a tu padre, un hermoso chico de ojos azules igual que tú. - elevo una de sus cejas.

- ¿Extrañas a papá?, pregunto sentándose junto a su madre.

Prohibido enamorarse JasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora