XXXVI

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Xiao YiBo se levantó de la cama con gran pereza y ganas de acostarse a dormir de nuevo sobre la persona que estaba a su costado, pero para su buena o mala suerte, no logró hacerlo de nuevo antes de observar a un pájaro en el marco de la ventana mirándolo fijamente.

Sin ni siquiera necesidad de otra cosa, se levantó y se acercó hasta la ventana para desatar el mensaje que estaba atado en la pata del ave, claramente le importaba muy poco el hecho de que estaba prácticamente tal y como había llegado al mundo en la ventana de la habitación de nadie más y nadie menos que Wen Rouhan.

Abrió el sobre y no pudo evitar suspirar al ver el contenido que no era más que un dibujo de un conejo mordiendo una zanahoria.

Inmediatamente tomó algunas prendas del armario del otro que permanecía dormido y salió de la habitación en silencio, aunque antes de salir por completo regresó y dejó una nota sobre el escritorio del Wen.

Salió con prisa de QishanWen sin mirar hacia atrás, nunca miraba hacia atrás después de salir de cualquier lado.

Su camino ciertamente iba a ser un poco bastante largo, pero nada que no pudiera acortar viajando en espada tal y como Rouhan le había enseñado hacía ya un tiempo.

Y así, Xiao Bo montó sobre Liudong con rumbo a la Capital Imperial para partir junto a su padre hacia GusuLan, el lugar en el que habitaba una buena parte de la basura de la que tenía que deshacerse.

Por todos los cielos, ya le hacía falta deshacerse de todas las molestias que quedaron.

Resignado a que ese sería su destino por un tiempo, Xiao Bo se encaminó con mayor prisa hacia la entrada de la capital. 

En la capital, Xiao Yuandao miró a la casi inmóvil figura de Baoshan Sanren que solo veía fijamente el plato frente a ella

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En la capital, Xiao Yuandao miró a la casi inmóvil figura de Baoshan Sanren que solo veía fijamente el plato frente a ella.

Intrigado por eso, el Emperador preguntó sin dudar ni un segundo. —¿No comes o algo así?

—No es eso. —Respondió ella al instante sin despegar sus ojos del plato. —Es solo que ha pasado un tiempo desde la última vez que comí con alguien.

Xiao Yuandao inmediatamente asintió en silencio sin atreverse a bromear ni un poco con el tema. Sabía lo extraño que era comer con alguien después de mucho tiempo, especialmente cuando tu última compañía de juegos y comidas murió sin que pudieras hacer algo para evitarlo.

Desayunaron en completo silencio sin agregar ni una sola palabra.

En cuanto terminaron de comer, se levantaron de la mesa y salieron del gran comedor en dirección a las habitaciones de invitados.

Al llegar a la zona, la cultivadora agradeció e ingresó a la habitación que le correspondía, no sin antes solicitar que nadie interrumpiera ni molestara su habitación el resto del día.

Tomando las palabras, el Emperador caminó dignamente de regreso al jardín en el que residía la tigresa de su nieto con la esperanza de poder tomar una siesta en el pabellón cercano sin ser molestado.

¿𝑪𝒖𝒍𝒕𝒊𝒗𝒂𝒅𝒐𝒓? [𝑾𝒂𝒏𝒈𝑿𝒊𝒂𝒏/𝑿𝒊𝒂𝒏𝑾𝒂𝒏𝒈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora