capítulo treinta y uno

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— ¿Creiste que podrías escapar?— alzaste tus cejas con burla.

  Tomaste las manos de aquel villano atandolas con una gran capa de tierra y metal, las cosas que estaba apunto de hacer simplemente te provocaron gran molestia.

  Solo habías comenzado a hacer tu patrullaje nocturno tratando de no encontrar este tipo de personas que siempre suele meterse en problemas, pero cuando una mujer caminaba tranquilamente junto a su pequeño, él villano no dudo en utilizar su pistola y apuntar directamente hacia ambos. Esperando que le entregaran todas sus pertenencias, insatisfecho por lo que encontró estaba por dispararle hacia el menor, estabas tan agradecida de haber estado alli ese momento.

  La batalla no duró mucho debido a que solo lo atacaste con una enorme roca dejándolo inmóvil y sin su arma, dejaste que la madre se retira del lugar en busca de la polícia.

— Eres una idiota— el criminal rio con superioridad.

  Definitivamente eso no te había dado una buena señal, en especial porque no te habías percatado de la otra presencia que se encontraba a tan solo centímetro de dónde estabas.

  Lo que escuchaste después fue cómo es que algo de peso cayó al suelo, tus ojos se habían despegado del criminal para observar a un hombre tendido en el suelo junto a un cuchillo de cocina. Diste una gran bocanada de aire, no habías estado preparada para ello y tampoco lo predeciste. La primera regla que tenías gracias a tu padre; era el nunca dejarte al descubierto, no importaba si el criminal que estabas atacando ya estaba esposado o noqueado, podría haber un complice más.

  Si tu padre te viera ahora mismo estuviera dándote un gran sermón, de eso no tendrías duda.

  Tus orbes azules se habían detenido sobre unos cabellos blanquecinos largos, causando que una pequeña sonrisa saliera de tu rostro. Hacia tiempo que no habías tenido una gran conversación con la fémina que había acudido a tu rescate.

— Mirko— la observaste con un semblante de vergüenza.

— Cuánto tiempo sin vernos— admitió con una gran sonrisa.

— Tienes razón.

  Hace tiempo que habías dejado de vivir en Hiroshima trasladándote ahora Fukuoka, dejaste todo atrás debido a que los ataques salir estaban aumentando. Sentías la necesidad de contarle al respecto todo lo que estaba sucediendo, ella estaba contigo prácticamente desde que comenzaste tu trabajo como héroe, pero de tan solo pensarlo una capa de sudor creció en tu frente, tenías pánico de que ella también te abandonará.

  Las cosas no comenzaban a estar bien desde que perdiste confianza contigo misma, desde que la persona que más te apoyaba dejo de hacerlo y simplemente no todo estaba funcionando muy bien para ti.

  Tomaste al criminal de la misma forma que el anterior, de alguna forma sabías que no había estado bien el tener que descuidarte de esa manera. Quizás habías estado expuesta ante demasiada presión, que simplemente habías olvidado algunas cosas.

  Unos enormes orbes de color carmesí acechaban tu espalda con gran intriga y es que a decir verdad sabías que ella también te diría algo con respecto a lo que acaban de pasar.

— Eres una idiota— presionaste tus labios cuando aquellas palabras salieron de su boca.

— Es algo que ya me han dicho— terminaste de utilizar tu particularidad para cubrir tierra sobre ambos cuerpos y así lograr que ninguno se moviera.

— No eres la misma que conocí— Mirko ladeó la cabeza con una ceja alzada—. La Terra que yo conocí no dejaba que nadie la insultará.

— Han pasado muchas cosas— le explicaste con la mirada en el suelo.

— Tengo tiempo— la observaste con una sonrisa.

  Desde hace dos años que habías conocido a Mirko, lo que más te causo impresión en ella es que no tenía una agencia que la representará. A diferencia de ti que en ciertas ocasiones la agencia de tu padre daba la cara por ti, ella tenía demasiada confianza en si misma y aunque estuviera en grandes aprietos con villanos superiores, nunca le decía que no a una batalla.

  Ambas habían comenzado a encontrarse en más de un ocasión, por lo que se habían reunido para ensamblar una conversación y así convertiste en grandes compañeras y amigas.

  Mirko te enseñaba todo lo que sabía acerca de ser una superhéroe y eso fue lo que más le agradecias, gracias a ella tu confianza en ti misma aumento demasiado. Ella de alguna manera influyo en ciertas decisiones que habías  tomado, una de ellas fue el dedicarle más tiempo a tu profesión de héroe y no te arrepentiás de ello.

— Pero ¿tú tendrás la confianza de contarmelo?— te observó con la espera de alguna respuesta favorable.

  Como era de esperarse Mirko también comenzaría a cuestionar, por lo que simplemente asentiste. Aunque ella no ha estado la mayor parte de tu vida, era de confiar y ya no tenías a nadie más a quién contarle tus problemas.

  Una vez que ustedes se acercaron a la azotea a de un edificio, ella te observó tratando de intentar descifrar lo que estarías pensando.

— He tomado muchas malas decisiones— iniciaste mientras observaste la grandiosa vista desde ese lugar—. Creo que al final termine por acabar con la confianza de quién más quería y aunque se que estuvo mal, no se que hacer al respecto.

— Todos somos humanos al fin y al cabo, no somos perfectos— formuló la héroe conejo.

— Se que fue mi culpa y lo acepto, no soy una gran héroe con una vida perfecta que trata de arreglar cualquier problema— estabas demasiado molesta contigo misma—. No merezco estar en el tercer lugar, se que alguien más lo hubiera mejor que yo.

— ¡¿Estás loca?!— la fémina se giró hacia ti de una forma brusca—. Eres una de las más grandes héroes que puede existir y un gran ejemplo a seguir para todos, estoy orgullosa de lo que has hecho hasta ahora. Incluso en tu primera misión, diste lo mejor.

  Sonreiste de forma amarga recordando lo que sucedió hace años, Takahashi decía lo contrario y la verdad es que simplemente no puedes evitar sentirte culpable de lo que había sucedido. Ese día si fue un gran desastre, murieron muchas personas pero al igual lograste salvar la mayoría.

  Pero la culpa siempre estaría acechandote.

— Yo no hago nada más que fallar— bajaste la mirada.

— Somos héroes no perfectos, es cierto que vamos a intentar salvar a los ciudadanos pero, nosotros solos contra el mundo es difícil— la de cabellos blancos suspiró—. No siempre podremos salvarlos a todos.

  Mirko presionó sus labios de manera frustrada, esa actitud de tu parte nunca la habían conocido. Estaba asombrada por conocer a la versión que se estaba asomando de ti, a esa nueva versión que nunca llegó a conocer.

— Les falle a todos Mirko, mi mejor amigo no hace nada más que hacerme sentir mal sin hacerlo— presionaste tus nudillos—. Quiero seguir siendo una héroe pero, me siento mal conmigo misma.

— Definitivamente tienes que separar la vida personal con la profesión— aconsejó Mirko un poco molesta por como estabas decayendo.

— Eso fue lo que hice...— murmuraste con una mirada llena de seriedad.

— ¿Qué?— la joven héroe alzó la mirada hacia ti de forma brusca y llena de confusión.

— Termino peor de lo que esperaba— el rostro de la héroe conejo estaba demasiado confuso.

— ¿De que estás hablando?

  Quizás decirle la verdad a una de las personas que siempre te apoyo te hará sentir mejor, quizás ya no seguirás sintiéndote tan presionada. Observaste tus manos con un toque de nerviosismo, para que después estás se dirigieran hacia el inicio de tu máscara dónde finalmente la habías expuesto.

  Al final la fémina se sorprendió por el rostro que estaba frente a ella, ahora todo los periodistas tenían la razón acerca de lo que estaban rumoreando. Tus hebreas castañas se movían en conjunto con la brisa nocturna, tu rostro expresaba demasiada frustración y tristeza en conjunto.

— Me llamo (T/N) Klimova y soy Terra.

TERRA ━━ takami keigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora