Capítulo 39

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Pasaron días, Esteban me llamaba y me escribía, lo bloqueé de todas las redes y no contesté sus llamadas. Claro, no tenía tiempo, por eso no venía a mi casa, se suponía; pero aun así le pedí a mi hermano que siempre me negara si Esteban venía a casa, esta vez Esteban no le había contado el problema, por supuesto que no le contaría, no quería quedar mal.

Intenté verme bien, intenté sonreír, intenté disimular mi tristeza. Cristian estuvo allí, cada día pendiente de mi, ocupando mi cabeza para que no pensara en Esteban.


Ya era viernes, había logrado estar una semana sin llorar, sin pensar tanto en él, lo estaba evitando a toda costa, no quería verlo ni hablarle, desde ese día para mí Esteban había dejado de ser mi novio.

Cristian me había invitado de nuevo al restaurante donde trabajaba, nos veríamos a las 7 pm.

Me coloqué una falda, una blusa y unas zapatillas un poco altas. Quería verme bien, no tenía que estar mal, yo sabía que iba a pasar todo esto y lograría estar bien de nuevo. Yo tenía fe.

Faltaban pocos minutos para la hora esperada, mi hermano me llevó al restaurante. Bajé y entré, Cristian ya estaba esperando.

Pedimos unas cervezas, y tomamos mientras estaba nuestra comida.

—¿Cómo te sientes?. —preguntó, esas fueron sus primeras palabras para mi

—Aún me duele... Aún quiero llorar, pero intento ser fuerte.

—Voy a apoyarte... Intentaremos ocupar tu cabeza, haciendo tareas, trabajos, saliendo con nuestros amigos. Debes distraerte para olvidar el dolor. —No podía creer que él hubiese dicho eso

—Lo sé... Es lo que más deseo, en serio no quiero sentirme así, me duele mi corazón, sólo quiero llorar, aveces me siento desesperada.

—Sara... Sabía que estabas aquí. —Era Esteban, maldito

Verlo ahí frente a mi, escuchar su voz, mi cuerpo estaba tieso, sentía tanta ira al verlo, ni si quiera tenía el valor de insultarlo al menos.

—Te dije que no volvieras a mi restaurante, lárgate de una vez. —Comentó Cristian un poco exaltado

—Sara por favor, te lo pido, escúchame Sara, no es lo que tú crees, en serio.

Sentía enojo, decepción, tristeza, no quería verlo en lo absoluto, quería que se fuera, no quería escucharlo. ¿Qué se iba a inventar? Yo misma lo vi con mis propios ojos, como la chica lo había besado.

—No quiero escucharte. —mi voz estaba a medias —Vete, no quiero nada mas contigo... No quiero volver a verte nunca, y tranquilo, no le diré a nuestros amigos que me engañaste, no soy tan mala como para dejarte en ridículo.

Tenía un hilo de voz, mis labios estaban temblando, y mis ojos estaban a punto de botar mil lágrimas.
Cristian, sentí su suave mano pasar por mi mejilla, tomando mi mandíbula y girando mi rostro hacia él; estábamos frente a frente, él con su mirada hacia bajo sin mirarme y de pronto sus labios cálidos se juntaron con los míos, dándome un gran beso, como si fuéramos así de cercanos.

Cerré mis ojos, quería que Esteban sintiera lo mismo que yo había sentido al verlo besándose con esa chica

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Cerré mis ojos, quería que Esteban sintiera lo mismo que yo había sentido al verlo besándose con esa chica.

—Que mierda te pasa!!. —gritó, empujando a Cristian lejos de mi —No vuelvas a besar a mi chica!... O te mato!!. —sus ojos estaban llenos de furia, su respiración era profunda y agitada

—En el momento en que besaste a otra chica, en ese momento Sara dejó de ser tu novia. —contestó Cristian mientras se levantaba del suelo. —Eres un cínico, poco hombre, eso no se le hace a una mujer! Lárgate ya de mi restaurante!!. —gritó

Esteban se veía furioso, se notaba como apretaba su mandíbula, cada vez respiraba más rápido, corrió ligero hacía Cristian como si fuese a matarlo, pero dos hombres lo tomaron de lado y lado, inmovilizándolo, no permitiendo que se pelaran.

Sacaron a Esteban del restaurante y no lo dejaron entrar más, logré ver a lo lejos como se iba.

Mi cuerpo quedó desmoronado en aquella silla, dejando caer mi cabeza encima de la mesa, solté el llanto, no pude retenerlo más.
Sentí una mano en mi cabeza, bajando y subiendo por mi cabello, buscando tranquilizarme.

—Cierren el restaurante, por favor váyanse todos. —dió ordenes

—Perdón... Sé que no debí hacer esto, pero... Quería que él sintiera lo mismo que tú sentiste.  —su voz se escuchaba triste —No es justo que sólo tú llores por haber visto esa escena, y que él no sufra me parece muy injusto... Quería que él sintiera el mismo dolor, que sé sintiera triste, desesperado, que quisiera llorar.

Cristian no se parecía nada al chico callado que había conocido, enojado era distinto, triste era diferente.

Ni si quiera lo estaba juzgando, yo también quería que él sintiera lo mismo. No dije ni una sola palabra, mi llanto no me dejaba hablar.

—Si quieres que me vaya entonces me iré, entiendo si no quieres volver a hablarme. Al menos logré que ese bastardo sintiera el mismo sufrimiento que tú estás sintiendo. —se levantó de la silla

¿De verdad esa era el Cristian que yo conocía?

Tomé su mano, no era justo que me dejara ahí sola, nadie sabía lo que estaba pasando, solamente él, y no quería que me dejara sola, no tenia a nadie más en ese momento.

—N-No me dejes sola... No quiero que te vayas y me dejes sola.. —Seguía llorando, ni si quiera se lograban entender bien mis palabras. —Por favor... No es justo que me dejes aquí.

—Lo siento... Entonces no te dejaré sola.

—Llévame a tu lugar secreto de nuevo... Por favor.

Quería volver a llorar, quería desahogarme de nuevo en aquel apartamento solitario.

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