Capítulo 68

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<Omnisciente>

Habían pasado tres días, en ninguno de esos días Sara y Cristian habían cogido, ninguno de los dos había sentido ganas de hacerlo, de buscársen por lujuria, ambos querían entendersen, y que juntos hacían cosas que el uno o el otro no entendían.

Era jueves en la mañana, Cristian iba caminando por los pasillos de la Universidad hacia el salón  y Andres se le acercó.

—Cristian, mira el cuaderno. —estiró su brazo con el cuaderno en su mano —Ya me adelanté, gracias.

Cristian tomó el cuaderno y asentó su cabeza sin mirarlo, volteó su cuerpo para seguir caminando.

—Cristian. —Andres lo tomó del brazo jalándolo un poco, evitando que siguiera su camino

—No me toques. —Dijo Cristian, con su mirada fría soltándose lentamente del brazo de Andrés

—Mira, te seré sincero... Sara me gusta.

Cristian se quedó paralizado, había quedado atónito, había sentido una gran corriente por todo su cuerpo, tenía celos.

—Ya sé que también te gusta, pero no significa que por eso no voy a luchar por ella. —lo miró seriamente —No te voy a dejar el camino fácil. —sonrió de lado

—Ella es mía. —Respondió con enojo —No puedes acercarte a ella.

—¿Eres su novio?, no ¿verdad?. —Pegó una pequeña risita y se fue

Cristian estaba en llama pura del enojo que sentía, no quería que él se acercara a Sara, no quería que se la quitaran, sabía que no eran nada pero realmente no quería que nadie más estuviera con ella.

Se dirigió hacia el salón y se sentó enojado, su respiración era algo brusca gracias a sus celos.

Sara lo quedó mirando, pues era la primera vez que lo veía de esa forma, ella no entendía qué pasaba, quería saber la razón.

—¿Te pasó algo?. —Dijo Sara mientras tocaba el hombro de Cristian —¿Estás bien?.

—No es nada. —Respondió serio y cortante

Las horas pasaron y Cristian se veía más serio de lo usual, su mirada era más fría y penetrante, su respiración era más fuerte de lo normal.

La última clase acabó y mientras Sara y Cristian guardaban sus cosas Andrés se acercó.

—Sara... —Sonrió

—Dime Andrés. —Volteó a mirarlo

—¿Me podrías prestar tus apuntes?.

—¿Otra vez?. —Respondió Cristian —¿Para qué?, hoy me entregaste mi cuaderno, y dijiste que ya te habías pasado de todo. —Lo miró con seriedad —¿Para qué necesitas los apuntes de Sara?, toma mi cuaderno de nuevo entonces, ¿No?.

—Sí, ya que recuerdo me adelanté por completo, disculpa, se me había olvidado. —Frunció sus cejas

Sara sólo los miró a ambos por un instante y siguió guardando sus cosas.

—Sara, ¿tienes tiempo hoy en la tarde?.

—No, no tiene tiempo. —Respondió Cristian

—Sara, ¿y tienes tiempo mañana?, ¿o qué tal el fin de semana?.

—No, no tiene tiempo ni hoy, ni mañana, ni los fines de semana, ni en la mañana ni en la tarde. —Se levantó del asiento —Siempre está conmigo, los días están ocupados por mi, en las tardes está conmigo, y los fines de semana también... No tiene ni si quiera un minuto libre. —Agarró su maleta con enojo

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