Capítulo 71

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Ambos salieron de la casa y se subieron a la moto.

—¿lMe vas a llevar a casa?. —Preguntó Sara

—No, vamos al apartamento. —Giró su rostro para lograr verla

Ella sonrió y mordió su labio inferior, pues sabía que se dirigían hacía su lugar de lujuria.

Llegaron al apartamento, entraron y Sara de inmediato empujó a Cristian tirándolo hacía el mueble, se subió encima suyo y empezó a besarlo con calentura, el deseo de que la hiciera suya era inmenso, quería que la devorara por completo, le encantaba cuando él la tocaba y la llenaba.

Bajó sus labios por el cuello del contrario, le quitó la camisa rápidamente, pues quería admirar aquel abdomen tan bien esculpido, tan bien formado; seguía regando besos por el cuello y el pecho de aquel, más abajo de sus clavículas empezó a hacer pequeños chupetones, quería dejar marcas en aquella suave piel.

Se levantó de su regazo y se bajó su ropa interior junto a su licra, desabotonó el pantalón de él y con muchas ansias le bajó el pantalón junto a los bóxer, logrando sacar el grandísimo miembro que le encantaba tanto.

Se subió encima nuevamente, soltando unos pequeños gemidos mientras introducía por completo el gran pene dentro de sus paredes vaginales, se sentía dichosa de poder sentirlo, era fascinante para ella poder disfrutarlo.

Empezó a moverse en vaivén suavemente mientras él trasladaba sus manos por el cuerpo de ella; se escuchaba poco los jadeos de ambos, estaban disfrutando de sus cuerpos. Pronto empezó a saltar y a moverse más fuerte y más rápido, esto hizo que Cristian empezara a gemir, tomándola de sus caderas con fuerza; ella no se quedaba atrás, era un disfrute indescriptible y sus gemidos empezaron a hacerse más fuerte.

Él bajó la parte de enfrente del vestido de ella, dejando al descubierto sus pequeños y redondos senos, se le hizo agua la boca, no tardó ni un minuto para meterlos en su boca. Mientras ella se movía encima suyo, él besaba y mordía suave sus pezones, los acariciaba con una de sus manos y su lengua, y con su otra mano le apretaba fuertemente los glúteos.

Sus cuerpos se veían brillosos del sudor, las paredes retumbaban con los gemidos de ambos, también acompañados con el choque de sus pieles.

Cristian la apretó fuerte hacía él, se estremecieron en un orgasmo, ella se recostó en él, estaba completamente cansada.

Sara levantó un poco su rostro y con sus manos sostuvo el de Cristian, ambos se miran por un momento, sin decir una sola palabra, sólo admirando el rostro del otro. Ella inclinó un poco la cabeza y le dió un suave y pequeño beso a él, acaricia sus pómulos y él le devolvió el beso.

Él se levantó con ella entre sus brazos y se dirige a la habitación donde suelen estar siempre; se acerca a la cama y la deposita suavemente.
Aún encima de ella empieza a darle besos por toda la cara, mientras con su mano le acaricia el cabello.

Le quita totalmente su vestido, dejándola completamente desnuda, baja sus labios por el cuello y más abajo da un suave beso debajo de sus senos, sigue bajando por su abdomen mientras sus manos se deslizan por toda su piel.

Logra llegar hasta su intimidad y empieza a lamerle suavemente, ella se estremece y se le sale un corto gemido, esto hace que él se llene de más deseo y empieza a mover su lengua con más astucia, mete dos de sus dedos entre aquel túnel el cual está húmedo.

—Lléname. —Suplicó mientras se estremecía de placer

Él se levantó y metió su pene dentro de ella, y un pequeño jadeo se le escapó, estaba sediento de ese maravilloso cuerpo

—Dame duro, por favor. —Pidió entre jadeos

Para él era fascinante escucharla así, siempre seria un deleite poder complacerla y hacerla suya una y otra vez.

Sus embestidas fueron fuertes, mientras con una mano le apretaba un seno, con la otra movía sus dedos en su clítoris, acompañado de la melodiosa música la cual era el sonido de choque de sus pieles y sus gemidos.

Cada vez le daba más fuerte, y ella gemía aún más duro. Él sintió como las manos de ella deslizaron por su espalda clavando un poco sus uñas.

—Ya... Ya. —Gemía —Para... Por Favor Cris-ti-an. —se estremeció

El tan sólo escucharla así hace que su pasión se haga más grande y empieza a embestirla con más fuerza, sus manos se mueven rápidamente en su clítoris, y baja su boca hacía sus pechos mordiendo sus pezones y pasando su lengua por ellos.

—Cris-tian. —Gimió con llanto. —Pa-ra para por favor. —Suplicó

Dió una última embestida bastante fuerte y ella arqueó su espalda, cerró sus ojos y apretó sus piernas. Ambos lograron venirse, sus fluidos se juntaron en uno solo y bajaron por su intimidad desbordándose por sus muslos.

—Que rico. —Susurró Sara

Él se hizo encima de ella y se acercó a su oído

—Me encanta escucharte así. —Susurró de regreso —No necesitas retener tu orgasmo, puedes soltarlo cuando quieras hacerlo.

—Esta bien. —Abrió sus ojos, topándose con aquellos ojos azules como el cielo

Él se desvaneció al costado de ella y cerró sus ojos, haberla visto tan cerca era maravilloso, pero también era doloroso ya que de esa manera quería abrazarla y besarla con amor. De nuevo volvió el desespero de tenerla completamente, el miedo de perderla aunque ni si quiera era suya realmente.

Ella volteó su cuerpo quedando de lado, más cerca de Cristian; subió su brazo y su pierna encima del cuerpo de él, regocijándose en él, entrecerró un poco sus ojos y lo apretó fuerte hacía ella, prácticamente lo estaba abrazando.

Él se sonrojó de inmediato, de nuevo no entendía sus actitudes, no entendía por qué ella hacía estas cosas, cada vez se sentía más confundido, pero el miedo de que todo se acabara y de perderla por completo era tan grande que prefería callarse y reprimir sus dudas.

—Me gustaría que saliéramos el fin de semana, podríamos ir con nuestros amigos a algún lugar. —Sonrió —¿Qué te parece?.

—Si tu quieres está bien. —Respondió en voz baja

—Perdón. —Su voz se hizo entrecortada

—¿Por qué?. —se giró de inmediato para poder ver su rostro

—Porque desde el principio te he arrastrado a socializar y a salir, cuando esas cosas realmente no te gustan... —Su mirada se veía apagada, un poco triste quizás

—No es nada... Al menos he mejorado y ahora tengo amigos gracias a ti. —La tomó de la mandíbula y alzó su rostro —No pidas perdón por estas cosas. —Le limpió una pequeña gota que iba saliendo de sus pupilas —No quiero que estés triste...

—Gracias... —Se levantó un poco y lo besó

Se metió entre su pecho y lo abrazó fuerte, él sintió una gran corriente por todo su cuerpo, le gustaba pero también le parecía doloroso. Aún así no quería soltarse, tampoco quería que ella se enojara o se sintiera triste con sus actos, así que sólo se quedó quieto y en silencio.

En unos pocos minutos se quedaron dormidos como de costumbre, y en unas cuantas horas se levantaron de nuevo.

Ya que estaba anocheciendo aprovecharon y fueron a cenar a un restaurante cercano del camino; luego de esto dejó a Sara en casa y se fue a la suya.


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