¿Mejores Amigos o Más?

Capítulo 60

Ese día no fuimos a la siguiente clase pero entramos a la última, todo estuvo bien supongo, aunque mi cabeza estaba en un estrés inmenso.

Aun no entendía por qué ella se había enojado de esa manera cuando aquella chica se me declaró, ¿realmente le complacía tanto mi cuerpo?, ah! Claro! Era porque no quería que tuviera sexo con otra mujer porque podría transmitir enfermedades. Sí! Es eso, maldito cerebro deja de imaginar cosas que no son!!, sería imposible que se enamore de mi o que al menos le guste, ella sólo quiere sexo, debía tener eso claro.

Por Dios!! Hasta ahora me había dado cuenta de que siempre que hacíamos eso yo me corría dentro de ella!!, no! no! Ella si tomará pastillas?? Yo nunca me pongo preservativo! No puede ser!! Y si se embaraza? Qué tal si estuviese embarazada?? No no no simplemente no puede ser.

Claro que yo sería muy feliz si tuviera un hijo con ella, realmente me gusta, pero no! Estamos demasiado jóvenes! Además yo ni si quiera le gustaba.

Tenía que salir de esa duda, sino seguiría martirizándome cada momento y ya ni si quiera podría tener sexo con ella.

Pasó la hora y salimos de clases, la llevé a su casa y le dije que tendría que hablar algo con ella así que me pidió que entrara.

Entré a su casa y nos dirigíamos hacia su habitación, otra vez no estaban sus padres, al parecer le pasaba lo mismo que a mi, siempre estábamos solos.

—Está vez no hagan ruido... Por favor. —dijo su hermano.

Dios! Santísimo!! Que vergüenza tan inmensa!!, ese día habíamos tenido sexo en su habitación y ella había gemido demasiado fuerte. Quería morir en ese momento, realmente no tenía cara, mis mejillas se pusieron mas rojas que un tomate y mi cuerpo se paralizó, realmente estaba apenado, ni si quiera sabía qué decir, ni si quiera podía responder.

—Cállate. —respondió Sara —Hace años escuchaba lo mismo Gracias a ti. —lo señaló —Así que cállate! O pon música, no sé, alguna monda... Era lo mismo que tenía que hacer por tu culpa. —le hizo mala cara

—Jajajaja, Me iré a comprar el almuerzo, así que por favor hazlo rápido.

—N-no, no haremos nada en serio lo juro... Sólo le pre-preguntaré algo. —apenas podía hablar, tartamudee de lo nervioso que estaba, me sentía tan mal de verdad

—No le des explicaciones, sube. —me jaló llevándome hacia las escaleras

¿Cómo podía estar tan tranquila? Que vergüenza! ¿Qué pensaría su hermano de mi? Fue horrible estar en esa situación.

Subimos a su habitación, entramos, ella cerró la puerta y se sentó en su cama mirándome directamente a los ojos con una sonrisa coqueta.

—¿Qué quieres preguntarme?.

—Sara... Siempre que hemos tenido sexo me he venido dentro de ti. —me veía demasiado preocupado —Y... No sé si tomas pastas o... N-no no quiero embarazarte.

—Jajajaja. —empezó a reírse —Te ves realmente tierno cuando te preocupas. —sonrió —No puedo tener hijos así fácil.... No soy estéril pero si quiero tener hijos debo tomar pastillas y hacer un tratamiento especial. —se levantó de la cama —Así que por eso dejo que te vengas dentro de mi... —se acercó —Se siente muy rico.

—Gracias al cielo, ya me había asustado. —se me fueron los nervios al fin, me dio una alegría inmensa de cierto modo

—¿Qué tal si lo hacemos de nuevo?. —susurró a mi oído mientras bajaba su mano suavemente en forma recta hacia mi intimidad —Deseo tenerte dentro de nuevo. —rozó su mano por mi masculinidad

Mi miembro ya estaba duro y crecido de más por su calenturienta acción hacía mi.

—T-tu hermano no demora. —no quería volver a pasar por lo mismo, se me caía la cara de vergüenza

—Sólo... un rapidín.

Me jaló del cuello de la camisa y me tiró a la cama, ¡joder! Si que me encantaba cuando se ponía agresiva.

Se subió sobre mi regazo, sus labios pasaron por todo mi cuello mientras con su mano  subía y bajaba en mi erección. Sentir sus suaves manos tocándome hacía que mis ganas aumentaran incontrolablemente.

Rocé mis manos por su delicada piel, llevándolas por debajo de su brasier y logrando llenar mis palmas con sus exquisitos senos, moviendo las llemas de mis dedos en sus pezones. Ella jadeaba porque le encantaba.

Bajó mis pantalones y corrió sus interiores hacia un lado, subiéndose sobre mi pene y metiéndolo en sus paredes húmedas. ¡Santo cielo! Como me fascinaba sentir esas paredes estrechas y calientes.

Sus movimientos eran lentos, ella realmente sabía moverse demasiado bien. Mis manos se postraron en su cintura ayudándola a moverse más ligera. Empezó a dar saltitos suaves pero luego fueron aumentando al igual que sus gemidos.

Estaba completamente excitado, sus gemidos y los míos se convertían uno solo con  el sonido de los choques de piel que daba en cada salto.

Agarré sus muslos con fuerza., logré venirme dentro de aquel canal húmedo que me tenía sumido en lujuria y con esto desencadené el orgasmo de ella, quién inconscientemente apretó fuerte sus piernas mientras juntos éramos presos de placer.

Se desvaneció sobre mi cuerpo aún con mi miembro dentro de sus paredes estrechas, recostando su cabeza en mi pecho. Maldita sea! Otra vez estaba nervioso! Iba a morir si seguía así.

Cerré mis ojos por un momento, podía sentir su respiración agitada y su corazón palpitando rápidamente.

<toc toc> golpearon la puerta

—Sara ya traje el almuerzo... También le traje al chico. —dijo su hermano y se fue, sus pasos cada vez se escuchaban más lejos

Ella aún recostada en mi pecho levantó un poco su rostro para poder mirarme.

—¿Vamos?.

Asenté y la sujete de la cintura, intentando levantarla de mi cuerpo. Ella se levantó sacando mi miembro de su canal, y en ello soltó un pequeño gemido.

Subí mi pantalón y lo abotoné, ella al igual se acomodó su vestido y arregló un poco su cabello.

Bajamos y almorzamos con su hermano, quien no paraba de mirarnos y reírse, fue horrible sin duda. Pronto me fui de su casa, me despedí de su hermano y le di las gracias por la comida.

Llegué a mi casa y me tumbé en la cama; era un deleite para mi sentir su piel junto a la mía, poder tocar su cuerpo, poder sentir sus paredes estrechando mi miembro, sin duda que lo era... Pero quería poder besarla sin necesidad de calentarnos, quería poder tenerla en mis brazos, lamentablemente no se podía, no así.

         

[....]
Pasaron 2 semanas y ella seguía igual de perversa y lujuriosa, seguía llevándome a aquel auditorio para penetrarme en ella, seguía llamándome en las tardes para que lo hiciéramos de nuevo.

Dos sábados se quedó de nuevo conmigo en el apartamento donde habíamos tenido sexo por primera vez.

De verdad me gustaba, pero sabía que no debía enamorarme; cada vez que la tocaba, que la besaba y cada vez que lo hacíamos, cerraba mis ojos e intentaba reprimir mis sentimientos amorosos hacia ella, evitando hacer cualquier cosa estúpida que me delatara. Pensé que se iba a aburrir de mi cuerpo así que sólo seguía su juego lujurioso hasta qué quizás un día cercano me dijera que se acabaría todo, mientras tanto seguía disfrutando cada parte de su perfecto y delicado cuerpo.

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