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Los días siguientes las mañanas nubladas se convirtieron en un lindo soleado, la primavera se torno como una caria fría para HeeSeung y los días parecían eternos, con horas haciendo sonar cada segúndo del reloj en su cabeza. La campana removiendose del dolor que llegaba a su corazón, mirando tan solo el pequeño rayo que se asomaba por el extremo de la madera pegada a la ventana, como una pequeña esperanza en esa habitación tan oscura y solitaria.

Tic toc...las seis de la mañana....

Tic toc....tus ojos son rayuelas....

Tic toc....las doce de la tarde....

Tic toc...sus pasos asechan por volver....

Tic toc...dos de la tarde...

Tic toc....la luz se extinguió....

-¿Hola?...-

Aquella dulce voz fue como una pequeña esperanza para HeeSeung, sacando su cabeza de sus piernas que fueron su mejor escondite, mirando entre una visión distorsionada la silueta de un pequeño Omega, con aroma sutil y ojitos curiosos, en su carita espantada se divisaba la Inocencia, pero lo que más llamo su atención fue lo que cargaba en sus pequeñas y temblorosas manos.

Comida.

HeeSeung sintió su garganta seca picar por un bocado de aquella merienda, ardiendo ante la falta de comida que tuvo aquellos días tormentosos dónde ese asqueroso Alfa le tocó, donde abuso de la sumisión que el Omega tenia. Maltratado, golpeado, y sin comer HeeSeung se sentía como si fuera el culpable de lo que sea que el Rey iso.

Riki se hacerco a el con pasos tan delicados que fueron silenciosos, dejando la bandeja de comida en la mesita de noche mientras se alzaba un poco su sencillo hanbok, HeeSeung le miro atentamente en cada acción, sonrojandose por lo atrevido que fue ese chico al levantar hasta sus muslos la tela. La verdad, HeeSeung tenía prohibido mostrar siquiera el tobillo cuando Shim no le acompañaba, cubriendo con un pequeño velo su rostro, y vistiendo ropas grandes que cubrían su rosada piel, eh, incluso, si el Rey se encontraba HeeSeung no podía mostrarle más de lo debído si es que el no le ordenaba una noche donde intentaba preñar al Omega. En el palacio, siempre tuvo prohibido mostrar más de lo usual.

Muchas veces sintió el asco por si mismo al estar desnudo frente a Shim, de mostrar su piel, de dejar que le tocará con esas grandes y escalofriantes manos que a pesar de estar calidas le quemaban de frío más de lo usual.

Pero cada que Sunghoon le tocaba, cuando le murmuraba al oído cosas sucias e incoherentes por cada penetración, se sentía usado, como un juguete que odiaba lo que tenía, Park había hecho que se odiara así mismo, que tuviera miedo de despertar una vez más en aquel lugar, pero también miedo de dejar de respirar en aquellas manos que eran su sentencia infinita, de no poder desasherse de aquella marca que tanto quemaban su interior, que aterraba a su lobo, aquella marca que sentenció su entrada al mismo infierno, sus gritos de ayuda cada noche, pidiendo un Salvador, que le dejara de hacer daño, pero no, Sunghoon parecía ser el mismo diablo en persona frente a el.

-Muestrame-ordeno el pequeño, con algunas medicinas caseras en manos y hojas de palmeras-

HeeSeung pudo suponer, tal vez Niki tenía escondido debajo de su ropa aquella medicina, mirándolo con los ojos llorosos, sin entender en si a qué se refería.

-A-antes de empezar, y-yo....t-te... te traje este libro, para que no te aburras, lo leí varias veces, ¡te e-encantará! -murmuro el pequeño, señalando con su pequeña mano el objeto dicho en la bandeja, el castaño dejó salir lágrimas, su aroma agrio-

-¿Sabes leer?-se apresuro a preguntar, sorprendido ante lo dicho por el tierno Omega-

-Oh....tu...-

-N-no se leer...-susurro, avergonzado ante su ridícula respuesta-

BEHIND YOU (Sunghee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora