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Oxígeno

El negro es visible, pero aún el azul es más fuerte; el blanco se desvanece ante mi vista y con él, la lujuria por la vida.

La arena cae, el tiempo escapa de nuestras manos. Tú y yo seremos polvo, seremos el recuerdo de un instante, eso lo dice mi almohada.

Corro, pero sin huida ni destino, porque ansío encontrar la realidad en un sueño, y es otro intento malgastado; he respirado esta realidad absurda, pensar y existir es banal, resulta en vano.

Te has convertido en cura y en veneno mortal, te arrastras por mis venas, ruego por más de ello. Te respiro, te respiro; no encuentro mi suficiencia y no tengo suficiente.

He caído. Corría en el filo de tu acantilado y resbalé.

Cuando el agua gane espacio y pierda el oxígeno, cuando el negro sea el todo, ¿estarás conmigo?

¿Te quedarías incluso cuando el mundo se desmorone?

Olvida la nicotina y esos grados de alcohol, solo respírame y te amaré. Ámame de vuelta y no des paso al azul. Déjame seguir respirándote.

...

La muerte viste de negro como la devastación, la tristeza viste de azul, oscuro como el cielo cuando llora. Tenía la muerte dispuesta, pero no dejaba de morir; ya la calma estaba perdida, blanca e impoluta en el pasado.

La seguridad fue degollada, y luego de los golpes, corría al fuego en busca de refugio. Y allí estaba, en total equilibrio entre la desgracia y la calamidad. Cómodamente inestable.

"Dame la calma", pensaba; y me dio el regalo, miseria ancha. Y emprendió la huida cuando el mundo caía.

Cuatro letras mortíferasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora