29

24 4 0
                                    

   Has salvado todos esos huesos condenados, con todas sus sombras y sus historias. A pesar de que el corazón humano puede quemarse, hemos sido testigos en medio de este fuego que incluso en llamas, el equipaje nunca arde; todo eso peso me hace correr, y mi espalda está siempre arqueada; ya quita una mano de mi hombro para que la otra caiga. 

   Cariño, tú no puedes entenderme, como yo nunca entenderé tu demencia; nunca entenderás mi poesía ni el legado dejado en mis palabras. ¡Gracias por dejarme vivir! 

   Este legado, este amor, es solo por la libertad de vivir, cariño; gracias por tu ignorancia, por enfundar tu arma. ¡Cariño, cariño, estoy amando ahora a ese extraño del espejo! 

   Mañana dejaré en tu calle todas estas maletas, tus ojos canela y la sombra de tus manos en mi cuello y mi cabello. Ya solo quiero el contacto fino de mis ojos. 

   Si estás ausente y yo lo estoy ya no importa, con existir me basta, ya no estoy en casa; estoy tan disperso que olvido recordarte en ocaciones. Ya soy consciente de esta anchura desmedida en mis pasos, y sé que estoy en el abismo entre verbo y predicado, y nunca me había importado menos, aunque las lágrimas mojen mis dedos. 

   Ya lo veo, somos simples sustantivos finos sin sentido. Mi mente gira alrededor de ello y desglosa cada letra escrita buscando una lógica. 

   El sol se rompe lentamente mientras toda la hipnosis fluye con la sangre de mis rodillas dobladas. No me dejaste caer despacio, caí desde el cielo, mis alas en tus manos. 

   Por favor, ya no culpes a un humano por llorar, no me mires como un amante ni como un poeta. 

   Noches calientes, julio ardiente, éramos salvajes, dicho, pronunciado. "Éramos eternamente salvajes, calientes y frescos". Toda esa lujuria llenó nuestros espacios, y teníamos más sexo que charlas en el tiempo libre. Mi mente lo mantiene porque los fragmentos siguen estancados detrás de mis dientes, pero ya lo he dicho, a veces te olvido porque simplemente estoy ausente. 

   Tiempo de verano... uno, dos, tres; se ha ido.

Cuatro letras mortíferasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora