I...
La hora de mi insomnio ha llegado, ha llegado junto a la mortalidad; no soy más invisible, pero tampoco invencible, y muero ante la vista de todos.
Los fantasmas han llegado, tú eres uno más, el espacio es azul por tu causa, por mi causa; y tal vez nada haya cambiado, el dolor sigue donde siempre ha estado, uniendo y separando a extraños.
No me alcanza el tiempo para mentir como tú, mi amor; y quisiera poder hacerlo, y permitirme caer en lo bajo y hallar allí la grandeza.
Ahora siento sus brazos en todo mi cuerpo, los de todos ellos, los del frío y tus amantes, tal vez por nadar dentro del gris. Y soy un condenado, porque la única verdad que tengo es que llegué a amarte como para nunca olvidarlo.
Ya somos un final dicho, lleno de adiós.
Me diste tus demonios y tus incendios para hallar la perdición total. Y me pregunto dónde estarás cuando más te extrañe.
...
Éramos final dicho, ya no guardado. Y moría por recibir la miseria y no el final.
Y había una distancia interpuesta, por miles de palabras pronunciadas y un millar de ellas no dichas. ¿Y quién soy yo para amar a quien no me pertenece? ¿Quién soy yo para callar la crueldad de una bestia?
Me arrojó al abismo junto a sus fantasmas, y sentí mis lágrimas y todas las otras que en su nombre se derramaron.
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Cuatro letras mortíferas
شِعرNo muchas personas creen en fantasma, pero yo soy un ferviente creyente. Sus ojos, las sombras de sus manos aún en mi cuerpo, incluso su nombre, allí está mi fantasma. Tengo miles de fantasmas que emergen del pasado, pero nunca alguno había suje...