Todos los adjetivos
Es tiempo de irse, de recoger los adjetivos que son nombres regalados y abrazarlos profundamente como a algún material fundido con mi cuerpo, que corre en mi sangre diciendo que sí he entendido los motivos del cielo.
Quiero irme, sin extrapolar los impulsos de mi cerebro y sin divagar en cuán profundo podría ser mi océano. Soy un ferviente creyente del amor, del cambio, y de la mano de Dios reposada en mi hombro, pero ya no tengo fe en el hombre.
Somos un camino fluctuante entre emerger y morir, metafóricamente, claro. Aunque tengo fe en las almas libres que bailan en el campo verde y plantan árboles para que el aire que respiramos no venga desde el norte o el sur en forma de vapor.
Yo quiero irme, a correr por la vida y a comprar oro para unir cerámica rota. Quiero irme para olvidar el peso de los amigos que me han dejado, incluso el de esa prima que no volvió a escribir; pero ruego que de mi mente nunca se vayan los ojos de mi abuela, que me mantienen sereno desde el cielo.
No tengo fe en el hombre, sin embargo, pienso que hay un punto de inflexión en el que momentáneamente creo en la grandeza de este, porque sí, creo en el cambio. Veo esto como a algo metafísico que está lejos de nuestra comprensión, reposado en las intenciones de no arder como el planeta en medio del calentamiento global.
La vida es tan simple, justo como despertar y preparar el desayuno y hacer café, tan simple como deambular como el viento y regalar sonrisas, y tener el valor para creer que hay una posibilidad de que todos sean felices.
Puede que sea solo el sueño de un niño de veinte, un futuro intangible, o una vida surrealista, pero me pregunto si acaso eso importa. Para mí la respuesta es que no lo hace, realmente no importa, como tampoco importan los prefijos en mi nombre y todos los adjetivos a los que abrazo como el tallo de una rosa.
¡No hay nada malo en ser un soñador nato!
Soy feliz, tanto como puede serlo alguien que no busca un camino, porque los caminos llegan solos al igual que los milagros.
¡La vida es simple, el secreto está en vivir!
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Cuatro letras mortíferas
ŞiirNo muchas personas creen en fantasma, pero yo soy un ferviente creyente. Sus ojos, las sombras de sus manos aún en mi cuerpo, incluso su nombre, allí está mi fantasma. Tengo miles de fantasmas que emergen del pasado, pero nunca alguno había suje...