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Tus ojos

Tus ojos no tienen que llegar hasta San Pedro, yo no quiero que te vayas al océano para perderte entre la niebla que nunca se levanta de las olas. Si tú tuvieses que expíar tus pecados, te seguiría en una procesión larga, para limpiar mi alma también .

Tus ojos no tienen que llegar hasta San Pedro, solo para que una lágrima solitaria inunde tu rostro. Simplemente no te vayas, quédate en esta ciudad, y pisa la grama en mi mente algunas veces para poder sentirte y no olvidarte.

Si te olvidase, cariño, olvidaría recordar no quemarme.

Tus ojos no tienen que llegar hasta San Pedro, déjalos en cualquier ricón de mi casa, y si te sirve de consuelo, por ti fingiré que me fusilan, aun sin verme, aun sin verlos.

Tus ojos no son un abismo, pero nadaré en ellos eternamente si eso te hace recordarme como un fantasma que tú creaste, para que ya no mates a quemarropa; tus besos o balas, da igual, no tienen compasión.

Por eso, cariño, tus ojos no tienen que llegar hasta San Pedro, porque te he soltado pero te sujeto suave para que tú no te caigas a una caldera. Tus ojos no tienen que llegar hasta San Pedro, porque aún ardes; si quieres borrarme, simplemente no tienes que irte a pedir salidas con un arma en mano.

Cuatro letras mortíferasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora