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Tal vez ya no

   Has jodido mis razones, una a una han saltado por la borda. No hay motivo para conocer tu nombre, no hay motivo para poseer tus manos.

   Mis ojos arden, pero soy un desierto; tú has tomado todo, agotaste las lágrimas de un poeta. Sucumbí con finura como los grandes, sucumbí finamente ante tu destrucción.

   Mi sangre tiñe tus pétalos y resbala por tus espinas, nunca antes fuiste tan carmesí. Y no volveré a la avenida porque ahora soy cenizas.

   Nunca me amarás, nunca dormiremos profundamente juntos.

...

   Estábamos en el final no dicho, en medio del fuego, agotados por las palabras y el afán.

   Prendado de los males, con el pecho perforado, un centenar de balas dentro.

   Y para salvarle diré que llevé la catástrofe.

Cuatro letras mortíferasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora