Octubre
Tú eres mortal, mucho más que las líneas blancas y mi prosa ordinaria; no disparaste, eres la bala. Lo hiciste por libertad.
Es dulce ver lo rápido que has corrido. ¿Acaso no es dulce como nada en mis palmas cambiará? Permaneceré aquí.
Llevo el silencio a mi vista cuando transito tu calle y esa avenida, manteniendo la esperanza de borrar esas memorias en llamas. Tal vez deba cantar o reír de mi ingenuidad y la insensatez, justo como lo haces en ese lado de la calle.
Viajaba, te transitaba, cayendo silenciosamente por tu acantilado, y me pregunto dónde llegaste a estar que nunca pude encontrarte.
Es irónico, ¿no lo ves? Amabas el azul y me convertiste en un jodido zafiro. ¿Quién podría brillar más que yo incluso en la miseria?
Tal vez mi cumpleaños habrá pasado y ya me habrás olvidado. Hazlo bien con él, no lo hagas rehusado; yo estaré rondando en tu mente cada vez que tu olvido me recuerde.
Y me pregunto si después de este tiempo aún tus labios tendrán sabor a te quiero.
...
Mientras sus pies corrían, los míos se resistían a tomar la vía de salida. No estaba en medio del fuego cruzado, estaba ya bajo el acantilado con todas las paredes vacías.
A causa del invierno perdí el sigilo y perdí el silencio, pero callaba a mis ojos para no buscar por los suyos.
El futuro siempre fue incierto, indescifrable como su nombre en verano, y ojalá sus pasos ya no sean rehusados, que el futuro no sea un espejo de la juventud malgastada.
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Cuatro letras mortíferas
PoetryNo muchas personas creen en fantasma, pero yo soy un ferviente creyente. Sus ojos, las sombras de sus manos aún en mi cuerpo, incluso su nombre, allí está mi fantasma. Tengo miles de fantasmas que emergen del pasado, pero nunca alguno había suje...