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Van...

   Dime quién ha perdido, o mejor que ello, mantén en tus labios ese silencio que se rompe solo cuando me llamas pecador. 

   Sí, lo sé, soy un asaltante, sin armas ni vergüenza, porque solo te amaba; ahora mira esto, he quedado sin nada. Pecador, pero sin blasfemias en esta boca acabada por tus labios. 

   Llegué a ese camino tuyo porque estaba abierto, llegué por poder y no por querer, llegué con visa de turista, aunque siempre quise quedarme para que la lluvia no llegase. Tú me enseñaste la verdad, me hiciste elegir, "toma la sequía o el diluvio", dijiste; pero joder, ya me ahogaba con la humedad de tus muros. 

   Eres un jodido desastre, y yo un jodido caos; nunca fuimos tan diferentes, pero nunca seremos similares. Ya lo veo, eres irreparable por vivir en esas sombras azules; nadie nunca podrá romperte porque ya eres una ruina maldita. 

   ¡Joder, me hiciste un monstruo! ¡Pero mírame, mira que este nombre nunca será tu nombre porque yo no disparo a quemarropa! Si ahora estoy azul, mañana ya no habrán sombras. 

   Solo por ser tan joven me llené de pecado al amarte y al dejar que rompieras conmigo todas esas veces. Y quería quedarme, que rompieras conmigo solo por diversión y no por libertad. 

   Ahora dime quién ha perdido, yo sin sigilo, tú sin sentido; es una causa sin ganador. Yo estoy aquí, tú y el verano se van. 

... 

   Llegué a esos brazos abiertos sin notar que el norte de uno era el sur del otro. Tomé cuanto pude, pero no había amor en ello; ya moría antes de morir, porque era real en mis ojos pero no en los suyos.

   Solo puedo culpar al éxtasis de nuestra juventud mortal, que nos hizo correr con los ojos vendados. Después de toda esa muerte ya ni siquiera me siento joven, aunque mis dieciocho fueron ayer y hoy mis veinte. 

   Realmente me hizo elegir, y elegí ahogarme, porque mis pulmones ya colapsaban con solo su aliento. Tan iguales y distantes a la vez que nunca seremos espejos; estos nombres nunca llegarán a parecerse. Yo he decidido ser un pecador, no un homicida. 

   Todo lo que amé se ha ido por ese camino, libre de ataduras al sentir. Todo ese verano se marcha con el canela de sus ojos. Yo iba, ellos se van.

Cuatro letras mortíferasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora