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Noah

Estamos comiendo helado y Konan ya casi se termina la botella de chocolate.

―Te gusta el chocolate ―la veo sonriendo.

―No me gusta ―dice llevándose la cuchara llena de helado con el chocolate escurriendo por los lados―. No me gusta.

―Para nada.

Ella come su helado y cuando está por terminarse ella habla.

―Noah.

―¿Si?

―¿Tus padres de han dicho te amo? ―dice entristeciendo su rostro.

No respondo.

Me duele más decirle que sí.

―¿Te han dicho lo orgullosos que están de ti?

Todo duele.

―¿Te han dicho que los haces feliz?

No puedo decir nada.

Si le duele a ella, me duele a mí.

―Konan...

―¿Para qué pregunto algo que es obvio? Claro que te aman, eres perfecto. Eres el hijo que todos quisieran tener. Eres inteligente, amoroso, sabes escuchar, y además de ser un chico no tan popular, eres humilde, ¿Cómo no estarían tus padres orgullosos de ti? Joder, eres el chico perfecto.

―Konan, tu también eres buena en cosas. ―digo para animarla.

―¿En qué?

―Sabes dibujar, cosa que yo no. Sabes poco de japonés, cosa que yo no. Sabes hacer manualidades, cosa que muchas personas no. Mira, tu puedes conquistar el mundo si quieres, no necesitas tener estudios, ni carreras universitarias, porque lo que sabes, lo aprendiste tú sola. ¡Sabes matemáticas! Joder, ¿sabes cuánto me tardo yo para resolver una maldita ecuación? Mucho, tú eres... joder, eres perfecta así. Así eres hermosa. No necesitas estudiar para ser una persona, tú estás completa, tú naciste completa. No necesitas de nadie y de nada para ser perfecta. Porque eres perfecta.

―Necesito de ti.

En verdad que no.

Solo son ideologías. La gente no necesita de nadie para ser feliz. ¿La soledad? Sí, te jode, pero, ¿apoco no eres feliz también así? No necesitas de nada, porque no debemos depender emocionalmente de nadie, solo de nosotros, porque nosotros mismos nos destrozamos, nos jodemos, nos hacemos daño comparándonos con otras personas. Somos presos de nosotros mismos.

Quisiera decirle que no necesita de mí, pero alegaría que sí.

―Solo soy un pequeño rempujón a cosas buenas. ―le sonrío.

―Eso también.

La miro como come el helado a gusto, sin interrupciones, sin prisa. Me encanta las caras que hace.

Mi celular vibra en el bolso del pantalón y lo saco.

Un mensaje de papá.

¿Dónde están? El papá de Konan los está buscando.

No le digo nada a Konan y respondo el mensaje.

Estamos comiendo helado, fuera del súper.

Bloqueo el teléfono y lo pongo sobre la mesa, la pantalla prende indicando que llegó un nuevo mensaje.

Él va para allá, es mejor que salgan de ahí cuanto antes. Joshua se quiere llevar a Konan.

―Konan.

―Mande.

―Tu papá viene para acá, hay que irnos.

―¿Ya?

―Ya. Viene por ti.

No rechistó ni nada, tomó el bote de helado, porque aún tenía poco, y Konan nunca deja un bote de helado vacío, tomó también la botella de chocolate.

―¿Qué esperas? Vámonos.

Me levanto y caminamos a paso apresurado al carro y subimos.

―¿Adónde vamos? ―pregunto.

―A tu casa, es buena idea.

―Hacia allá vamos.

Y arranco el carro.

¿Viene por ella por estar cabreado? ¿Solo porque no fuimos al partido? Joder. Una de tantas plantadas que se merece.

Konan y Noah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora