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Noah

Una graduación en patineta. Sí, lo sé, pero ella quería andar en patineta, aunque no supiera, por suerte, las calles eran planas y podías estar libremente, aunque los carros evitaban algunos pasos, pero no llevábamos prisa.

Íbamos en patineta a nuestra graduación, y yo estaba muy sorprendido, pues, Konan nunca se ha subido a una, sin embargo, patina como si fuese una experta.

Nunca a tenido miedo.

Le gusta la adrenalina.

Y me encanta. Me encanta que sea decisiva y que no le tema a nada.

Konan es así y así la amo.

Ella me miraba de vez en cuando con una gran sonrisa en su cara, soltando gritos al aire sin importar el qué dijeran.

Por primera vez es que está siendo libre y no creo que sea la última.

—¡UOOOOH! —Exclamó sin dejar de ver al frente y sin perder el equilibrio—. ¡Esto es genial, monito!

Paró porque era una esquina y yo la alcancé.

—Sabía que te iba a gustar.

—Me sorprendiste.

—Bueno, se volvió mi hobbie favorito.

Ella sonrió mostrando los dientes.

—Siempre me ha gustado sorprenderte.

—Bueno, también es que tengo muy pocas expectativas a la vida.

Yo sonreí.

—También a mí, entonces.

—Nope.

—¿Entonces cómo es que siempre logo sorprenderte?

—Es que no te imagino yendo a una tienda y comprar dos patinetas así porque sí y de un día a otro, Noah. Sueles planear todo, por eso me sorprendes.

—¿Por qué piensas que esto no es planeado? También sé ocultar cosas, Konan.

Puso el pie en la patineta y empezó a andar.

—Vamos, te espera tu graduación, chico listo.

Solté una carcajada y la seguí.

Fuimos tan rápido como pudimos.

Me encantó cómo el viento aventaba su cabello hacia atrás, cómo dominaba su patineta de la manera más experta, era hermosa.

Konan era la chica que todo le sentaba bien. ¿Los videojuegos? Parecía que ellos la necesitaban a ella y no al revés, la patineta, en vez de que la patineta le diera dificultades, era al revés. Además de que los auriculares, la música..., sin duda estaban hechos para ella, ella más que nadie disfrutaba lo que era la música.

Cuando llegamos a la graduación, las luces de colores iluminaban afuera de la escuela, las cuadras, los carros lujosos, limosinas de las cuales bajaban chicos y chicas con elegantes trajes y vestidos.

Konan y yo éramos los raros.

Llegar en patineta: listo.

Utilizar vestido y trajes: listo.

Usar tenis en vez de zapatos y tacones: listo.

Éramos informales, solo era un estúpido baile.

Aunque si fuera mi boda con ella, me iría perfectamente elegante, y sé que ella también.

Cuando bajamos de nuestras patinetas, nos quedamos viendo el uno al otro.

—¿Entramos? —Pregunta ella con una sonrisa.

Konan y Noah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora