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Konan

Desperté dando un pequeño brinco.

Soñé que fui a visitar a mi tío e... intentaba tocarme de nuevo. La verdad no entiendo por qué fui a visitarlo en un sueño.

Es mejor no ir.

—¿Qué pasa?

La voz de Noah llegó a mis oídos.

Pensé que no lo había despertado. Lo volteé a ver.

—¿Estás bien? —pregunta frotándose los ojos.

—Sí, estoy bien.

—¿Qué soñaste? Balbuceaste toda la noche.

«Carajo».

—He... soñé que...

—Ni digas que ya no te acuerdas porque no te creo —bostezó.

—Visité a mi tío en la cárcel.

Hasta dejó de bostezar y abrió sus hermosos ojos miel y alzó sus cejas, que, aunque el cabello desordenado caía en su frente, había espacios que dejaban verlas.

—¿Y qué paso?

—Intentó tocarme.

Desvié mi mirada de él.

—Sabes —hablé—. Me iré a cambiar para ir a desayunar. Ya son las 9:00 a. m.

Él no dijo nada y tomé ropa suya de su clóset, mi ropa ya estaba sucia, excepto un pantalón todo roto.

Me vestí y tomé también unos calcetines de él.

Fui al baño a hacer pis y a lavarme los dientes.

Cuando salí, Noah estaba cambiándose.

Bajé las escaleras y el olor a wafles inundó mi nariz.

—Uuuu, qué rico —me acerqué a la barra en donde estaba Joy y Donth—. Buenos días.

—Buenos días —responden.

—¿Qué tal amaneciste? —me preguntó Donth.

—Pues... bien, creo.

—¿Irás? —preguntó Joy.

Ella sabía que iba al psicólogo.

—Sí.

—¿Te llevo?

—No... no es tan lejos. Pero, gracias —le sonreí.

Ella me devolvió la sonrisa y untó más mescla para hacer otro wafle.

—¡Noah! —gritó Donth—. ¿Qué hace? —me miró.

—Se estaba cambiando —me levanté de la mesa—. Iré a hablarle.

Subí a su habitación y estaba acostado, con el pantalón desabrochado con un tenis puesto y el otro pie ni el calcetín bien puesto tenía.

—Noah —le llamé.

No respondió.

—Noah —me acerqué para ver.

Estaba dormido.

Rodé mis ojos y subí encima de él.

No malpensar, por favor.

—Noah —moví su cabeza.

Intentó sentarse, pero mi peso no lo dejó.

—¿Eehh? —abrió los ojos—. ¿Qué haces? —me tomó de las caderas.

—Despertándote, ya está del desayuno.

—¿Era necesario subirte encima mío?

—Te llamó tu padre desde abajo y no respondiste, cuando entré al cuarto de llamé dos veces y tampoco, solo así —me bajé de él y me puse de pie—. Anda, princeso.

—Ahg.

—Entonces... ¡Wafles dobles para mí!

—Ah, no, eso no. —se incorporó.

—No, no, no —señalé sus pies—. Ponte el otro tenis y abróchate el pantalón.

Bajé a la cocina.

—Ya viene —les sonreí a sus padres.

Después de un momento, Noah bajó con su pelo desordenado.

—Se te pegaron las sábanas —ríe Donth.

Noah hizo un puchero y se sentó a comerse sus wafles.

Unté mermelada en los pequeños wafles que tenía frente a mí y puse miel de maple.

Terminamos todos y el señor Donth se fue al hospital, Joy se fue a correr y Noah y yo nos quedamos ahí.

Ha estado raro desde que despertamos.

—¿A qué hora saldrás del psicólogo? —preguntó.

Le miré.

—No lo sé... podré durar una hora, o más, depende.

Él asintió.

—Iré a...

—¿Mhm?

—A un lugar.

—¿Vale?

—Te vas con cuidado al psicólogo. Si quieres, dile a mamá que te lleve —dejó un beso en mi frente.

—Okay.

Salió disparado a la puerta, no sé que rumbo tomó, él sabe de sus cosas.

Konan y Noah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora