32

11 3 7
                                    


Noah

La noche se hizo presente y Konan le pidió a Monthy que se quedara en su casa para si llegaban sus padres negarles la entrada.

Nosotros dos, fuimos a mi casa para dormir, mañana sería un día maravilloso para pasar con mi chica.

Cuando llegamos a casa, ella subió, triste pero feliz, además de que estaba un poco emocionada por mañana mi graduación y porque por fin iría al psicólogo.

Me sentía demasiado feliz, por fin haría algo por ella. Me llené de orgullo.

Subí hacia mi habitación y ella se encontraba tirada en la cama boca arriba.

—¿Qué tal? —cierro la puerta tras de mí.

—Me siento genial —se incorpora.

—Me alegra un montón.

—Mañana iré al psicólogo... quizá sea lo mejor para mí.

—Lo es.

—Lo sé —me abraza y deja un beso corto en mi mejilla—. Me iré a duchar.

Se aleja y yo me giro para verla de nuevo.

Carraspeo.

—¿A qué hora irás?

—10:00 a. m.

—¿Te llevo?

—No es necesario, puedo ir sola.

—Vale, pero iré siguiéndote como un acosador.

—Pues, te puedo dar muy buenos golpes si haces eso.

—Mejor me quedo.

Me puede dar una paliza si es que quiere o un susto peor que el del cementerio.

Salió y yo me tiré en la cama, esperándola para irme a duchar.

Me muero de sueño.

Después de unos 20 minutos, Konan sale con una toalla amarrada en la cabeza y con su pijama puesta.

—Te toca.

Me incorporo, tomo mis cosas y salí de ahí.

Me duché, me cambié y salí del cuarto de baño frotándome el cabello.

Cuando llegué a la habitación, Konan estaba recostada con un libro entre sus manos y con sus gafas puestas.

—¿Qué lees?

La vuelta al mundo en ochenta días.

Julio Verne.

Sonreí.

—Yo me estoy muriendo de sueño —me tiré al lado de ella y apoyé mi cabeza en su hombro.

—Entonces hay que dormir —cierra el libro y apaga la lámpara. Cuando lo hace, se acuesta dándome la espalda.

Yo paso mi brazo por su cintura y la apego a mí.

—Que te valla bien mañana, terroncito —entrecierro mis ojos.

—Iré al psicólogo, no a entregar un examen de admisión a Harvard —ríe bajo.

—Da igual a donde vallas, que te valla bonito.

No sé en qué momento, pero me quedé dormido.

Konan y Noah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora