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Noah

«¿Ni en la cárcel la dejará en paz? Gran hijo de puta».

Subí a mi carro, furioso y di camino a la cárcel.

No iba tan rápido, pero iba rápido. ¿Entienden? Eso de... rápido para muchos, lento para ti cuando estás furioso. Bueno, ya me entenderán.

Estoy en mood "al que pase me lo llevo y ni modo qué hacer".

Mi celular sonó. No quise responder.

Aunque tenga un humor de los mil perros, no voy a contestar.

La seguridad primero.

«Y manejas a 100 kilómetros por hora».

En fin, la vista al frente es lo que cuenta.

Llegué lo más rápido posible, la cárcel estaba en las afueras de Minnesota.

Estacioné el carro y me bajé, furioso.

Entré y Monthy me detuvo antes de llegar a la recepción para visitantes.

—Hey, hey, tranquilo —me tomó por los hombros.

—Es que ni estando en la puta cárcel la deja en paz —me intenté zafar, pero no podía, él era mucho más fuerte que yo.

—¿De qué hablas?

—Je. Konan soñó con él y la intentó tocar...

—Solo fue un sueño, Noah.

—Pero fue real, lo sabes bien, fue real.

Me quise adentrar, pero Monthy me detuvo de nuevo.

—¿Qué te sucede?

Ni siquiera lo miraba, estaba nadando en furia.

—Lo voy a matar.

—Estás loco, ven —me jaló fuera de la cárcel.

Contra de mi voluntad.

—Es que... ¡Agh! Dañó demasiado a Konan, mira como está ahora, tiene traumas... no puedo —cerré mi boca dándome cuenta de lo que estaba diciendo.

—¿No puedes qué?

—Nada, ignórame.

—Termina lo que ibas a decir.

—No es algo que te incumba.

—Si se trata de Konan, sí.

—Está tan dañada, no sé como ayudarle, quiero quitarle esa inseguridad de sí misma, pero no lo logro, no puedo.

—Porque ella no pone de su parte —da un paso a mí y pone una mano en mi hombro—. Ella hace lo que puede, su mente está desechada, cualquier lugar le recuerdan a él, ¿sabes?

Me le quedé mirando, procesando.

—Claro, eso no lo sabías. —Sonrió—. Solo escúchala, trata de comprenderla, un «todo está bien» siempre funciona. No le digas que no es para tanto lo que le pasa.

—Sé que no —le respondí, apartando mi mirada.

—Por si no lo sabías.

—¿Entonces?

—¿Qué?

—¿La dejo con su trauma para siempre?

—Hoy va al psicólogo —carraspea—. Mira, no es por escucharme horrible, pero, ella lo está haciendo por ella, no por ti. No es que no necesite tu ayuda, la necesita, pero... ella es así. Si va al psicólogo es por ella, no por ti.

—Me alegra que no sea por mí —sonreí.

—Entonces... espérala en tu casa y le preguntas qué tal, le das un abrazo y un beso, eso es la mejor cura para sus males.

No pensé que fuera así.

—¿Solo eso? —le pregunté antes de que se diera la media vuelta.

—Eres su lugar seguro, Noah —rió a la bajo—. Incluso más que yo —dijo eso y se marchó.

Su lugar seguro...

Quizá lo sea, pero ella es mi luz.

Mi sueño...

Konan y Noah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora