Konan
Rojo.
No.
Carmesí.
De ese color se encuentran mis mejillas.
Y bueno... mis ojos también tienen que estar llorosos. No es mentira, porque una ya descendió por mis mejillas.
—No llores —me pide Noah con voz de niño chiquito.
—¿Cómo mierdas no voy a llorar cuando tú me has dicho cosas tan lindas?
—Es porque todas ellas son verdad —me mira con una sonrisa de oreja a oreja—. Eres tan bella.
—Tú eres hermoso —me seco unas cuantas lágrimas.
—Te amo —frena el carro.
Miro al frente para ver qué es lo que pasa, pero no hay nada, solo un semáforo en rojo.
Él acerca su mano a mí haciendo que lo mire.
Se acerca un poco.
Otro poco.
Y otro poco, hasta que sus labios y los míos se unen en un cálido beso.
Sin embargo, los mueve lento.
Tomo su cara entre mis manos y sonrío en sus labios.
Obviamente, el semáforo cambia a verde y todas las bocinas de los carros tras nosotros empiezan a sonar.
—¡JODER, YA VOY! —Noah se separa de mí y saca su cabeza por la ventana para gritar.
—Noah, ya —le pido jalándolo hacia dentro—. ¿Estás loco?
—¿Por ti? Sí. Obvio, claro que sí, ¿por qué no? Uy, privilegio estar sentado a un lado de tremenda hermosura, con tan divina mujer. Me tienen envidia. —dice ignorando las bocinas de los carros.
—Tan bellas palabras, Romeo, pero creo que estás poniendo furiosos a los chicos marcianos conductores de atrás —señalo mi espalda y él gira los ojos, arrancando el auto.
—Es que no me dejan apreciar lo hermosa que eres, lo perfecta que es tu sonrisa. No me dejan ni besar tus dulces labios. Joder, me tienen envidia, claro está.
¿Por qué no estar enamorada de este tipo? Es perfecto. Quien lo odie no voy a entender el por qué.
—¿Zapatillas o tacones? —pregunta, mirando al frente.
—¿Qué? —pregunto, confundida.
—Si, lo que usarás en la graduación.
—Ni zapatillas ni tacones.
—¿Entonces? ¿Irás descalza o qué?
—No es mala idea —rio mirando su perfecto perfil—. Tenis.
—¿Tenis?
—Seep, ¿qué hay de malo?
—Nada. Sabía que dirías eso.
—Entonces, si ya sabías, ¿para qué preguntas?
—Porque me gusta tener razón.
—La tienes porque me conoces bien.
Sonríe y se muerde el labio inferior.
—A como me encantas.
—¿A sí?
—Me tienes loco. Soy un loco a tus pies, mujer.
Rio y oculto mi cara en mis manos. Siempre me deja muda con esos comentarios tan lindos. Qué agradecida estoy por tenerlo conmigo.
Me da vergüenza, pena, no sé. Me gusta que me diga cosas así, me siento... suficiente.
—A comprarte unos tenis para la graduación —habla, sacándome de mis pensamientos.
—Pero si ya tengo...
—Nope... vas a elegir los que más te gusten para usarlos el día de mañana con el lindo vestido que te compré.
—No necesitas hacer todo esto... Solo es un baile.
—Tú eres una princesa.
—No necesito zapatos nuevos.
—Te los compraré igual.
Puse mis ojos en blanco.
Con él es mejor no discutir con tonterías, siempre termina haciendo lo que se le de la gana.
—¡Bien! Iremos por zapatos nuevos.
—Je. Je.
Dio una vuelta y pronto llegamos al centro comercial.
Siempre venimos a acá, ¿cierto? Bueno, es nuestro safepoint. Es como si nosotros fuésemos el cuidador de la casa embrujada y mis papás Sophie.
Si no saben de qué hablo, es un videojuego que jugaba hace tiempo. Lo pasé, pasé todas las horas, completas y sin ayudas. Bueno, Fernanfloo fue el que me convenció de jugarlo. JE.
—¿A qué tienda llegamos? —pregunta Noah con una mano en su mejilla, como el emoji ese.
—He... no sé. —digo mirando las
Miré el salón de videojuegos, hay de todo tipo y me fui acercando a ella como si alguien me hubiese dicho: "Ve hacia allá".
Sentí que Noah caminaba tras de mí.
—¿Recuerdas cuando te gané en Pacman? —sonreí y acaricié la consola.
Qué tiempos.
Bellos tiempos en los que casi no tenía que estar escapando como ahora.
—Lo recuerdo como si fuera ayer —sonrió, poniéndose al lado de mí—. También me acuerdo cuando jugabas ese de terror, el de Five Nights at Freddy's, sustos me dabas.
Reí.
—O cuando me obligaste a jugar Sophie's curse. Joder, esa vez me hiciste cagar verde.
Carcajeamos ambos.
—¿Jugamos? —le propongo tomando los controles.
—¿Pacman?
—A ver si el monito logra rebasarme esta vez.
El sonrió, asintiendo con la cabeza y tomó los controles, prendió la máquina y metió un par de monedas, pronto, apareció la bola amarilla.
—Esta vez te voy a ganar.
Reí.
—Ya quisieras.
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¡AYUDAAAA! Estoy muriendo de ternura.
Qué belleza de videojuegos.
Y la persona que no conozca a Fernanfloo, ¿en qué mundo viven?
Woaaaa, espero que les valla gustando Konan y Noah. Les agradecería mucho si lo recomendaran a sus amigxs, primxs, a más lectores.
Les ama mucho;
Kalena.
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Konan y Noah [COMPLETA]
Teen FictionKonan es una chica de 15 años que sufre de maltrato familiar. Ella es algo solitaria y solo tiene un amigo: Noah, quien es un chico dos años mayor que ella, aun así, él siempre ha estado para ella en las buenas, en las malas y en las peores. Un par...