Konan
Voy comiendo el helado que queda en el bote y unto el poco chocolate que quedaba.
―Noah ―hago un puchero.
―¿Si? ―dice sin voltear a verme.
―Ya no hay chocolate.
―Cuando lleguemos a casa, voy a comprarte uno.
―Yeeiii. ―bailo en mi sitito―. Noah.
―¿Si?
―¿Soy infantil?
―No, ¿por qué?
―Porque actúo como una.
―Ambos sabemos que conmigo puedes ser una niña infantil y una adolescente. Sé por qué eres así.
Si, bueno, no viví una buena infancia... Creo que con todo lo que me pasó no me di tiempo ni de jugar a las muñecas.
No respondí, la casa de Noah ya quedaba cerca. El cielo está nublado.
―¿Qué mes estamos? ―pregunto.
―Agosto.
―Perdón, no lo recuerdo.
―No sabes ni qué día es.
―No.
―Hoy es miércoles 18.
―Ah, ok.
―Hoy es miércoles 18. ―repite.
―¿Y qué? ¿Se festeja algo, o qué?
―Konan.
―¿Qué?
―Ya casi salgo de la escuela.
―¿Y qué?
―El baile, Konan.
―¿Qué tiene el baile?
―Que no podrás bailar conmigo en el baile.
―Claro que sí ―aseguro.
―Tienes las costillas rotas.
¡Ah! Eso...
―¿Y qué?
―¿Cómo que y qué? No puedes hacer movimientos físicos.
―Iré de igual manera, y bailaré contigo. Es una promesa. ―toco sus nudillos con los míos.
―Promesa de puños.
―Seeep.
Siguió manejando hacia su casa y en un abrir y cerrar de ojos, llegamos a su casa.
Es una casa linda, por fuera es como beige y azul pastel, la puerta es de madrera brillante. ¿Y por dentro? Uff, una hermosura, tiene una alfombra de color azul oscuro y tiene floreros por todas partes, también cuadros de fotos con un Noah bebé, un Noah sin dientes a los cinco años, un Noah con su primer diploma y el uniforme de la primaria Welzel, un Noah graduado de la secundaria Demplestan (donde nos conocimos) y al lado de esa foto hay un espacio para la foto de graduación de Maddy (la preparatoria en la que estamos). Esa preparatoria no es privada, así que puedo estar libremente ahí.
Subo las escaleras para ir al cuarto de Noah. Dirían que estoy como perro por su casa, pero Noah me ha dicho que puedo hacer lo que quiera... No es que abuse de su confianza, solo que, si estoy parada como estatua cerca de la puerta, me regaña.
Noah se quedó haciendo no sé qué en la cocina.
Cuando llego a su cuarto y abro la puerta, el golpe del olor a su perfume inunda mis narices.
Huele delicioso.
Bueno, no como el de todos los chicos, el cuarto de Noah está algo ordenado. Solo que sí está como el de un nerd. Hay un librero que casi abarca una pared de su cuarto y solo tiene libros de historia general, inglés, español, matemáticas... Libros de la escuela, pues.
Al lado de la puerta está su escritorio ordenado, tiene su PC negra ahí y unos auriculares gamer. No sé porque tiene unos auriculares más grandes que su cabeza.
Escucho pasos apresurados subiendo las escaleras y me asomo a la puerta.
―¿Qué pasa? ―ni siquiera me dejó terminar la pregunta cuando Noah me tapó la boca.
¿Qué mierda?
―Shhhh ―hace el sonido mirando hacia abajo―. Tu padre está aquí.
Abro mis ojos lo más grande posible, mi corazón se empieza a acelerar.
―Ya sabes dónde esconderte ―dice quitando su mano de mi boca―. Iré a abrir.
Asiento, y voy rápido hacia debajo de la cama. Busco el botoncito rojo en la esquina derecha y se abre una puerta no tan pequeña. Desciendo cuidadosamente y caigo en el montón de almohadas que están para que no me lastime. Cerro la puerta y me voy hacia una esquina con más almohadas.
Este es el lugar secreto que Noah hizo para mí.
No sé qué esté pasando con Noah, ni qué le está diciendo...
Pero Noah sabe actuar, y actúa muy bien.
Saco un Nintendo que me deja ahí Noah para distraerme y empiezo a jugar. Lo bueno de este lugar es que no entra ni sale sonido.
Brinco, brinco, agachado. ¿Qué juego? Mario Cart.

ESTÁS LEYENDO
Konan y Noah [COMPLETA]
Fiksi RemajaKonan es una chica de 15 años que sufre de maltrato familiar. Ella es algo solitaria y solo tiene un amigo: Noah, quien es un chico dos años mayor que ella, aun así, él siempre ha estado para ella en las buenas, en las malas y en las peores. Un par...