37

9 2 0
                                    




Noah

Estaba ansioso, esperando a Konan en el silloncito pequeño de la sala de estar.

Miraba el reloj cada segundo, esperando.

«¿Cuánto más va a tardar?».

Caminé de un lado a otro, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda.

Quería saber cómo le fue, que tal, cómo era su psicóloga...

—Noah, ¿puedes sentarte? —dijo mi madre, quien estaba sentada en el sofá para dos hurgando su celular.

—Es que... está tardando, ¿no?

—No lo sé. —Suspiró—. Ella está bien.

Me senté en el sillón —donde estaba antes—, y me puse las manos en la nuca.

Unos toquidos desesperados a la puerta me hicieron pararme rápido y correr a abrirla.

Era Konan.

Estaba con una mano en el pecho y, la otra, recargada en la pared, tratando de controlar su respiración.

—¿Qué? —digo—. ¿Por qué estás así?

—Me venían siguiendo —jadeó.

Miré a ambos lados de la calle...

—Aaah, te creas, no me venía siguiendo nadie. Je. Caíste.

Volteé a verla y estaba como si nada hubiera pasado. Su respiración estaba bien.

Me la volvió a hacer.

—Me tienes desesperado, esperándote, ¿para que salgas con una broma de ese vuelo? Estás mal, Konan —le miré, serio.

—Solo fue una broma —rio—. No es para tanto.

—¿Que no es para tanto? —me fui acercando a ella a paso grande.

Ella no retrocedía.

—Estás loca —llegué a ella.

Me miró a los ojos, ocultando una sonrisa.

—Me quieres —alza los hombros.

—No.

—Ah.

—Te amo.

—¿Así de loca?

—Sí —me agacho y la tomo por las piernas—. Te tomé por sorpresa.

—Es que cuando dices esas cosas me pones débil.

Reí.

—Pues te diré cosas así todos los días para ponerte así de feliz.

Entré a la casa con ella y la aventé al sofá. No la aventé en sí, la tiré, bueno no, ¡ay, ustedes ya saben!

—¿Cómo te fue? —le pregunté despegándome de ella.

Ella me mostró el pulgar arriba.

—¿Bien? ¿Genial? ¿Normal? ¿Casual?

—Todas. —Me sonríe.

Le dejé un beso en la frente y me levanté ya por completo.

Volteé a ver a mi madre, y quitó su mirada de nosotros ocultando una sonrisa.

—No me espíes —le susurré, pasándole por un lado.

Ella solo sonrió.

Lo vi por el reflejo de su celular.

Konan y Noah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora