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Noah

—¡GANÉ! —gritó Konan como por décima vez.

Seguimos jugando Pacman.

Giro mis ojos y cruzo mis brazos haciendo puchero.

—Eres hacker —afirmo.

—Eeeh, bueno fuera.

—¿Por qué ganas siempre?

—Se llama práctica, ¿no la conoces?

—La usé en mis entrenamientos de futbol.

—Creo que no debiste salir de eso por estar conmigo.

Chasqueé la lengua.

—Nah —lamí mis labios—. Creo que fue lo mejor.

—¿Por qué?

—El por qué es obvio. Porque ahora estoy contigo. —la miré y sus mejillas estaban rojas—. Porque me divierto contigo, la paso bien...

Ella mi miraba con sus ojos muy abiertos.

—...contigo —termino mi frase y pongo más monedas

Ella no dijo nada, solo jugamos de nuevo.

Claro, esta vez sí que gané yo.

—¡POR FIN! —alcé mis brazos la abracé alzándola del piso—. Gracias por dejarme ganar, terroncito.

—Me agarraste despistada, así que no te dejé ganar. —me rodeó el cuello con sus manos—. Entonces... me alegro haberte arrastrado conmigo a mi mundo.

Me separo de ella para mirarla a los ojos, sus hermosos ojos.

—Tengo que agradecer eso. —le sonrío.

—La que tiene que agradecer soy yo —fue a mis labios, pero se separó rápido.

—Eres lo mejor que me ha pasado, ¿entiendes?

—Tu me salvaste. Y ahora escapas conmigo.

—Escaparía contigo al país más lejos, a la isla más escondida o a la luna si es que quieres.

Ella sonrió y apartó su mirada de mí.

—¿Cuándo nos casemos bailaremos 'Perfect' de Ed Sheeran?

¿Qué si me sorprendí? Claro.

El lunes dijo que no quería nada conmigo.

Las cosas cambian en pocos días.

—Esa y todas las que quieras. —le sonreí y le hice que me mirara—. Si quieres bailar toda la noche esa canción... pues, tus deseos son órdenes, terroncito.

Sus mejillas se pusieron rojas y me pidió que la bajara.

Salimos de los videojuegos y fuimos a comprarle unos tenis.

De los que le gustan.

Converse azules.

Siempre usa de esos, rara vez tiene otros, como hoy. Hoy lleva unos Nike color blanco que están siendo un poco tapados con el pants gris que lleva, hasta que veo la sudadera que lleva puesta.

—Como que conozco esa sudadera.

—Eh... no es tuya.

—Ajá. —sacudo la cabeza—. Mi sudadera roja.

—No es tuya —me miró con el ceño fruncido—. Es mía.

Le sonreí y ella siguió caminando.

Cuando llegamos al carro, se queda pensativa.

—¿A dónde quieres ir?

—Eh... quiero... —balbuceó algo que no entendí.

—¿Qué?

—Mi jardín.

—¡Oh! Quieres ver tu jardín.

—Ajá. —me miró con sus mejillas infladas y soltó el aire para hablar—. ¿Por... favor?

—Allá vamos.

Mientras yo manejaba, ella hacía una llamada a su hermano, Monthy para que fuera a revisar si hay alguien en su casa oh por si pasaba algo.

—¿Hay alguien?

—Nadie.

Asentí y seguí el camino a casa de Konan. Fue rápido, prendí la radio y sonó 'The Beach' de The Nbhd.

Konan la cantaba y yo le hacía coros.

Cuando llegamos a su casa, entramos, y sí, no había nadie.

Ella salió al patio y yo fui tras ella, su emoción me gustaba. Estaba dando saltitos por toda la casa y hasta que llegamos al jardín, al fondo, estaba su invernadero.

Pude ver a lo lejos que se quedó de pie frente al la puerta de cristal gigante.

Me acerqué a ella con el ceño fruncido y pude ver el porqué de su reacción.

—Noah —se acercó a tentar las rosas marchitas.

Caminé con ella.

Los tulipanes que habíamos plantado hace meses... estaban pisoteados.

Las gardenias blancas estaban rotas y sus pétalos se estaban esparciendo por la tierra del piso.

Las camelias color azul estaban secas y su maceta estaba quebrada.

El camino de iris estaba pisoteado como los tulipanes.

Cuando llegamos al fondo. Konan no evitó gritar y llorar.

Su flor favorita estaba quebrada, los pétalos que solían ser amarillos caían al piso.

—Mis girasoles —dijo entre sollozos y se dejó caer al piso—. Mis girasoles —repitió y lloró más fuerte.

Esa es la que le costó más cuidar.

La luz solar es necesaria para los girasoles.

El ventanal por el que entraba luz, estaba tapado.

—Por eso quería quedarme, para cuidar, mira como están ahora, están rotas, están marchitas.

Antes de ir a ella y abrazarla, me di una vuelta completa, analizando el lugar.

Todo estaba destrozado.


:::::::

Mil emociones.

Emoción por el cambio re radical de Konan: "no me gustas" a "cuando nos casemos..." WOAAAA.

Y tristeza, porque... Su jardín, Dios. Me retiro a llorar.

¿Les va gustando? Díganme, necesito saber.

Si estás llegando a leer esto, gracias por quedarte. En serio que me hace feliz eso.

Creo que lo dije en el capítulo anterior, pero... 

¿Me ayudarías a recomendar este libro? Les agradecería de todo corazón.

Que este libro crezca, sería mi sueño hecho realidad.

Bueno, aquí me despido.

Les ama;

Kalena.

Konan y Noah [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora