Prólogo

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Veía sus blancos cabellos moverse al son de la fría brisa proveniente de la pequeña ventana cerca de él, considerando la situación en la cual estaban se le hacía raro que una ventana estuviera abierta, ya que debido a razones obvias los disparos consecutivos de aquella arma no deberían ser escuchados afuera. Le causaba extrañeza pero al mismo tiempo paz de ver allí las estrellas tintineantes en el cielo.

Sus cabellos se movían cual finos hilos casi invisibles, casi tan invisibles como el rastro de humo desde la punta arma de fuego, prueba irrefutable de que había sido disparada contra alguien, y por si aún no era suficiente el cadáver de un hombre extendido en el piso, claramente a ese hombre le había arrebatado la vida aquel arma.

¿El arma arrebata vidas o la persona quien porta el arma? —fue algo que siempre divagó en su mente al ver tantas muertes día a día.

Su vista viajo desde aquellos blancos cabellos hacia su nuca, viendo allí aquel rectangular tatuaje, estaba completamente visible debido a que tenía la cabeza baja, su mentón pegado a su propio pecho. Desde la puerta del oscuro cuarto podía ver la espalda del hombre frente a ella, su vista bajando aún más, de manera temerosa hacía al resto de su cuerpo, vestido como siempre con una camiseta olgada negra al igual que unos pantalones del mismo color, igualmente holgados.

Esa ropa ayudaba a que no se notara su delgadez un tanto extrema.

Aún aferrada al marco de la puerta sintió sus piernas temblar levemente, no era la primera vez que veía un asesinato frente sus ojos, y estaba segura que tampoco sería la última vida que era arrebatada frente a sus ojos, pero sí estaba segura de algo era de que aunque la escena se repitiera miles de veces, a cada minuto y en diferentes técnicas nunca se acostumbraría a ello, sólo conseguiría desestabilizarla más.

¿Podría algún día aquello terminar por enloquecerla? —también era una pregunta frecuente en su cabeza.

Cuando su mente al fin comenzó a reaccionar de alguna u otra manera, sintió la necesidad de hablar, mas su garganta estaba seca producto de la impresión, mientras sus latidos se aceleraban debido al miedo. Con un esfuerzo consiguió articular:

—Mikey.

Más que un llamado fue un débil susurro, un susurro que indicaba muchas cosas, entre ellas su incapacidad de hablar de forma normal debido a la impresión.

Pero dio un esfuerzo más en decir:

—Deja eso ahí. —desvío la mirada hacia el cuerpo ya sin vida para volver al mirar al hombre aún de espaldas —Vamos a otra parte.

Después de todo había venido a buscarlo a él, a Manjiro quien todos sabían que era apodado como Mikey, pero para su mala suerte lo encontró en aquella habitación llevando a cabo un asesinato, después de todo eso era la mafia, eran normales sucesos como aquellos. No tenía idea de que había hecho ese hombre para merecer la muerte pero suponía que no algo muy grave, ya que de ser así hubiera también sido asesinado luego de una larga sesión de torturas.

La respiración del hombre de blancos cabellos se aceleró por un instante, no le gustaba que ella lo viera haciendo ese tipo de cosas, sabía cuánto la afectaban, pero al mismo tiempo la necesitaba, necesitaba verla, y para ello debería tomar el valor suficiente para voltear y tenerla frente a él.

Aún retenía el arma en su mano derecha, al darse cuenta de ello la dejó caer produciendo un sonido sordo contra el suelo. Seguidamente levantó la mirada, ya que aún la mantenía hacía aquel cuerpo inerte, dio media vuelta para así mirar hacía la mujer que lo había llamado, y sin ningún tipo de pesar chocó su mirada con la contraria, ambos mirándose a los ojos sin decir palabra alguna, como si buscarán algo allí, algo inexistente.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora