36- Casí una esperanza

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Amaba despertar con el sonido de pájaros cantar, era pacífico despertar con un sonido tan angelical y dulce.

Más ahora estaba despertando con un insistente sonido metálico que se infiltraba en su cabeza, molesto e insistente, lo primero que deseó fue que se terminara.

Aún no abría los ojos, tenía miedo de que podría ver al abrirlos, así que se puso a recordar un poco, y lo último que vino a su memoria fue cuando iba perdiendo la conciencia luego de un golpe en la nuca, y ahora que lo pensaba, sentía dolor en la nuca.
No era el único lugar en donde sentía dolor, también lo sentía en el pie derecho, el dolor se extendía por su pierna también, era por las repetidas patadas que había dado a la puerta.

Pensó en mover los dedos de su mano, y pudo hacerlo pero no más que eso, ya que sintió el resto de sus manos sujetas por la muñeca, parecía sentir que estuvieran amarradas.

Además su posición era sentada, lo más probable era que estuviera sentada sobre una silla, con los tobillos y las manos atadas alrededor de este, todo era peor de lo que imaginaba.

Agarró valor para así abrir los ojos, poco a poco parpadeando con lentitud para así acostumbrarse mejor, comenzó viéndolo todo borroso, más tarde todo fue en tonos grises, dándose cuenta así que las paredes eran grises mientras el piso era de un blanco irremediable, ver aquello al menos la tranquilizó ya que por un momento pensó que tenía también los ojos vendados.

Levantó la cabeza como pudo. Su nuca dolió aún más con esa acción. Miró a su alrededor y lo único que vio fue a un hombre vestido completamente de negro mirándola, su mirada era seria, escaneándola. Solo aquel hombre estaba allí, nadie más, no quería hablar pero sabía que al menos debía intentar sacar algo de información.

—¿Donde estoy?

—En una habitación.

Hijo de... —pensó.

—Acabo de despertar atada a una silla, me duele casi todo el cuerpo, creo que al menos merezco saber quién me secuestró y porqué lo hizo.

Vio al hombre bufar para después caminar por toda la habitación hasta llegar a la puerta, tomando el picaporte para salir, pero entes de hacerlo dijo:

—Estás en la base de Yamagawa.

Fue lo único que dijo para después salir y cerrar la puerta de un portazo que envió un escalofrío en Arima.

Su mente estaba confusa pero recordaba lo que había pasado anteriormente, y también le era claro por que la habían traído allí, podía imaginar el desastre que se estaría formando en Bonten.

¿Qué hará Mikey? —cruzó esa pregunta por su cabeza.

La idea de la esperanza cruzó por su cabeza, estaba segura de que pronto vendría a verla Erick Yamagawa, podría hacerlo recordar que se conocían en el pasado y tal vez la liberaría.

Era otra probabilidad de casi cero.

No sabía cuanto tiempo había pasado, si era de día o de noche, tampoco si Manjiro vendría por ella, pero no lo quería de todas maneras lo último, no quería que el se pusiera en ese riesgo, debía ser ella misma quien escapara de ahí, no tenía idea de como lo haría pero quería hacerlo, si que lo quería, no sentía la necesidad de ser rescatada como princesa de allí, quería escapar sola y sin necesidad de derramar más sangre de la que seguramente ya se había derramado.

Aunque tampoco sabía si la matarían o no, cabía la posibilidad de que una bala la atravesara antes que suceda nada... sí, era una posibilidad desde su punto de vista.

Aún necesitaba pensar más esta situación y tranquilizar los acelerados latidos de su corazón debido al miedo. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por el brusco y alarmante sonido de la puerta abriéndose para pegarse a la pared con violencia, levantó la mirada con miedo en sus ojos, haría todo lo posible por no demostrar aquel sentimiento, creía que era buena en eso y esperaba que así fuera.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora