23- Una sola razón

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Poco después de que todos los chicos se retiraran, a excepción de Ken y Manjiro, Hinata pidió hablar con ambos a solas, a lo cual Arima no opuso resistencia, ella también necesitaba tiempo a solas, y aquella sería la excusa ideal.

Caminó por uno de los pasillos, no sabía dónde estaba exactamente pero se acercó a la fría pared, pegando su espalda a ella y deslizándose hasta quedar sentada en el piso. Abrazó sus piernas haciéndose casi una bolita. Poco a poco las lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas nuevamente.

Se sentía vulnerable, tal vez era por que nunca atravesó una situación en extremo difícil, su vida antes de Manjiro había sido cómoda por así decirlo, no había pasado por grandes problemas o preocupaciones, eso la hacía vulnerable ahora ante una situación tan inminente, no sabía cómo reaccionar exactamente y terminaba siendo incluso imprudente.

Dio un golpe seco al piso, tratando de desquitar un poco de su frustración de esa manera, estaba cansada de forma emocional, muchas cosas habían cambiado antes de que ella se diera cuenta, y ahora otra cosa más, no podía procesarlo todo en unas solas horas.

Y lo que más termina a por acabar con ella era el amargo sabor de sentir que no había hecho nada, no hizo nada por impedir esta situación fatal, lo había intentado pero no logró nada.

Un jadeo ahogado fue retenido en su garganta, por un momento se sintió desorientada, odiando la sensación húmeda de las lágrimas en sus mejillas, pero si las secaba volverían a estar allí así que las dejó fluir, pegando su cabeza a la pared, dando ligeros golpes, sin llegar a lastimarse a sí misma. No sabía por qué lloraba exactamente, si era por Emma, Manjiro o por ella misma, pero algo le decía que eran por las tres razones.

Hasta que la calidez de unos brazos la cubrieron, haciendo que sus sollozos pararán por un segundo, no estaba deseando que nadie la viera en esa situación, y menos el, por más de que no vio su rostro reconocía ese suave olor a perfume, y más aún cuando lo escuchó susurrar —Lo siento —era Manjiro.

Se desesperó aún más, no quería que la viera así, ya tenía mucha carga con él, no quería ser una más.

Pero él solo la mantuvo allí, pegada a su pecho, oyendo de esa manera sus suaves latidos, mientras daba suaves caricias bajando por sus brazos desde sus hombros —Lo siento, Arima.

¿Qué cosa sentía? No era su culpa.

—Yo debo decirte eso, yo no he hecho nada, tal vez si iba con Emma podría haberlo evitarlo, si hablaba mejor con Izana, si hubiera hecho algo yo...

—Shh... deja de echarte la culpa, no es tú culpa.

—No es así de fácil Mikey.

—Dulce... La Toman está peleando ahora y yo debo ir, ¿quieres que te lleve a casa?

—Tranquilo —suspiró ya rendida—, ya estoy mejor, siempre consigues animarme —fingió una sonrisa—. Ve, yo me quedaré aquí, no puedo dejar sola a Emma.

Se puso de pie para así hacer más convincente todo.

—¿Segura? —asintió —está bien, vendré de nuevo apenas termine.

Antes de que pudiera alejarse de ella se aferró a la manga de su chaqueta, consiguiendo que la mirara nuevamente— Mikey, sé que eres el capitán de la Toman, pero tú no estás bien para asistir a una pelea, no vayas.

Sonrió de aquella manera en la cual Arima odiaba, a labios cerrados y ojos igualmente cerrados para después decir:— Tranquila, estoy bien —por eso odiaba esa sonrisa, por que con ella trataba de ocultar todo su dolor.

Antes de que pudiera poner otra objeción él ya se había ido. Al verlo desaparecer por completo en el pasillo, volvió a dejarse caer en el piso, miró hacia el techo y luego devolvió su mirada a la blanca pared frente a ella.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora