24- frío

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—Izana... —susurró con sorpresa —¿Quién fue el que lo hizo?

—Kisaki, él mató a Izana, también hirió a otro llamado Kakucho. Más tarde Kisaki también murió —contó Ken.

Parecía simple al escucharlo así pero su mente luchaba por procesar aquello... una pelea de pandillas había traído tres muertes consigo.

Ken se adelantó dentro de la casa, el funeral de Emma estaba siendo llevado a cabo, Manjiro estaba al lado de su abuelo, conservaba compostura, pero ella sabía que en realidad no era así en su interior.

Ken se acercó al abuelo, confesando en ese momento que amaba a Emma.

—Así que tú también lo hacías —susurró el ya anciano hombre.

Lágrimas silenciosas se deslizaron por las mejillas de Arima, posiblemente estaba experimentando frente a ella uno de los amores más puros, así veía ella lo que se tenían Ken y Emma, una sensación la cual no pudo describir comenzó a formarse en ella, un dolor que se sentía igual que a la sensación del vacío, pero era incluso más doloroso. Dolía saber que ya no los vería juntos.

Fue duro permanecer allí, no podía aún terminar de asimilar que Emma ya no estaba, aún esperaba entrar a su cuarto por sorpresa y verla recostada en la cama mirando una revista de moda, o que en medio de una conversación pidiera consejos de como conquistar a Ken, cuando en realidad sin hacer nada, ella lo había logrado ya hace mucho.

Al terminar el funeral Manjiro volvió a su cuarto, Arima creyó que era momento para dejarlo a solas, tal vez sería molesta así que está vez prefirió ir con el abuelo, él cual poco después fue a tomar una siesta, estaba claramente afectado por la situación, y no era para menos, era su nieta.

Salió al patio viendo el calmado ambiente, dio un par de pasos más y se dejó caer sentada sobre el césped, admiró por un rato aquel lugar, recordando que a su madre le gustaban los jardines, con aquel pensamiento recordó que también tenía una casa a la cual volver.

Fue a la habitación de Manjiro para ver como estaba, abrió la puerta de manera lenta viéndolo dormido, prefirió no molestar, así que se fue de allí sin más, por la noche volvería a ver como estaba, solo iría a su casa a dar explicaciones.

Caminó hasta allí, ya era por la tarde así que seguramente sus padres ya estarían en casa, mientras iba de camino se preparó mentalmente para escuchar la manera en que le reclamarían haber estado fuera de casa casi dos días, pero pensaba escucharlos sin decir palabra a no ser de que hicieran preguntas, en parte por que se sentía muy cansada, y por otra parte ya que no había contestado ninguna de las llamadas de ninguno de ambos padres.

Estaba preparada para una regañada, pero no para lo que vendría luego.

Suspiró, para así abrir la puerta con la llave que tenía, dentro había silencio, además, un par de bolsos en la puerta, aquello hizo que un escalofrío la recorriera sin saber porqué.

Caminó por los pasillos con algo de miedo, por alguna razón sentía el ambiente pesado, miró hacia la sala encontrándose con su padre sentado allí. Dio un par de pasos hacia él mientras su pesada voz resonó:

—¿Dónde estuviste?

—Una de mis amigas perdió la vida, estuve en el hospital y también en su funeral, pasé la noche con un amigo.

—¿Con el chico rubio?

—Si, Emma era su hermana así que debía estar con él.

—¿Por qué no contestaste mis llamadas?

—Porque estaba agotada mentalmente y no quería escuchar reclamos.

Su mirada pesada se posó sobre ella, haciéndola estremecer un poco.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora