26- Aléjate

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—Tú irás a la reunión esta noche, así que yo iré a visitar a mis padres.

—¿Estarás bien? No es fin de semana.

—Lo sé, pero le envié un mensaje a mamá por la mañana, dijo que estaría bien.

—Por cierto... ¿hacer esto es sano?

Sintió una ligera presión en el pecho, pero decidió mejor bromear con la situación —¿Y lo dice el que come dulces desde que despierta?

—Tienes un punto —sonrió a labios cerrados.

Era aún temprano en la mañana, pero luego de que lo obligara a levantarse, después de todo aquello, salieron al jardín para de esa forma desayunar allí, solo que Manjiro no contó con que ella traería para el desayuno el helado que tenía guardado en la nevera, aún era temprano en la mañana.

—En realidad, creí que comeríamos taiyakis.

Era un ambiente agradable después de todo, no hacía frío, tal vez no estaría tan mal.

—Se terminaron, y el helado se veía bien así que no dude mucho —se encogió de hombros, llevándose un bocado a la boca.

Manjiro hizo lo mismo, ambos comiendo poco a poco, mientras quedaron en silencio, ya que Arima miraba el conjunto de abejas en una flor mientras él la miraba con una ligera sonrisa, para él siempre se veía linda, sin importar lo que hiciera.

—Oye, Dulce.

—¿Sí?— preguntó, desviando su mirada hacia él.

—¿Por qué no estás enojada con tus padres? Lo digo por que no te he visto con rabia por haber salido de tu casa, estás triste, tu mirada está más apagada, pero pareciera que no va más allá de eso.

Era una duda que tenía Manjiro, que por más de que lo pensara no encontraba una respuesta totalmente lógica, lo mejor sería preguntárselo directamente así como lo hacía ahora.

—Eso... Mira, no sé si lo entiendas, pero veo esto como un intercambio. Ellos pudieron haberme prohibido de una manera más definitiva el no verte a ti o a los demás chicos, pero no lo hicieron, claro que a cambio de eso no estoy con ellos, también por todas mis acciones imprudentes. En pocas palabras lo veo como: «Tú familia a cambio de estar lejos de tus amigos o tus amigos a cambio de estar lejos de tu familia» y fui yo misma la que eligió la segunda opción, así que está bien, no tengo porque disgustarme por algo que en algún momento yo misma elegí.

Manjiro guardó silencio por un rato, ya comprendía un poco mejor la razón viéndolo desde el punto de Arima. Está semana que había transcurrido había estado bastante silencioso, no solo por el luto de su hermana, también pensando en lo que haría con Toman, y también con Arima.

La amaba y lo tenía bastante claro, por consiguiente lo último que deseaba era lastimarla, pero ahora sabía que ella ya estaba lastimada, lo supo cuando sus ojos se abrieron por la mañana, cuando vio su mirada y recordó la primera vez que la vio, dándose cuenta de que su mirar cambió, ya no era igual que en el tiempo en los cuales la conoció, ahora abría los ojos de manera desganada, como si quisiera que se volvieran a cerrar y casi por acto de magia quedar profundamente dormida. Su mirada reflejaba cansancio, estaba cansada de todo, pero la mayoría de veces trataba de ocultarlo.

No era así siempre, seguía alegre justo como antes en algunas ocasiones. Ella podía sonreír y reír hasta que el estómago le doliera, si veía o escuchaba algo lo suficientemente gracioso. Estas acciones hacían que Manjiro se intrigara.

¿Cómo lo hacía?

Si había algún tipo de fórmula para aquello, quería conocerla, quería poder sonreír como si los problemas o dolores no existieran, quería mirar las estrellas y sonreír, simplificarlo todo de la misma manera en la que ella lo hacía y sonreír, sonreír para superar todo aquello que en su espalda se sentía como si fuesen cientos de kilos.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora