31- Velada

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Bufó al cerrar la puerta para seguir caminando con cansancio, le parecía increíble y frustrante todo aquello, ¿cómo era posible que no tuvieran de los dorayakis de Manjiro en toda ciudad? Había buscado en todas las tiendas donde usualmente los compraba pero no había en ninguna de ellas por alguna extraña razón.

—Oye Mikey, ¿estás seguro de que no tienes ninguna dorayaki por ahí? —preguntó imaginando que estaría en la sala.

—Lo estoy.

Se apoyó en el marco de la puerta y miró hacia él ante su respuesta tan cortante, lo vio sentado en el sofá y leyendo un papel, suponía que era referente a la Kanto Manji —la nueva pandilla que había formado— hasta ahora no podía imaginar que sería el contenido de aquello. Recordaba que en sus tiempos de Toman cosas como esas no estaban presentes. Pero claro, su pandilla actual, la Kanto Manji era algo... diferente.

Nunca había dejado que viera aquello, siempre que se acercaba los escondía así que eventualmente dejó de intentarlo.

—Mikey es sábado y tenemos el día libre de todo, ¿no te gustaría salir? Y también buscamos los dorayakis por otra parte de la ciudad, ya me quedo claro que aquí no hay.

—¿Tanto quieres comértelos? —apartó su vista de la hoja para así mirarla.

—Me contagiaste tu gusto por las dorayakis —sonrió —. ¿Entonces, si saldremos?

—No puedo, debo terminar con esto —volvió su vista al papel.

—Oh... en ese caso yo sí saldré, iré a dar un par de vueltas y regresaré en la noche.

Solo asintió, a lo cual ella frunció ligeramente el ceño, creía que de esa manera aceptaría ir con ella, pero eso le dejaba en claro que había estado equivocada.

Fue a su habitación a cambiarse los zapatos por unos más cómodos, si pensaba salir todo el día al menos estaría lo más cómoda posible, cuando Manjiro estaba con esos asuntos normalmente nunca terminaba antes de la noche, así que no podría estar con él, la idea de un paseo sin propósito no era mala, hace mucho que no lo hacía.

Se terminó de cambiar los zapatos y salió de su cuarto. Mientras caminaba por el pasillo se encontró con el abuelo Sano, no perdió la oportunidad para sonreírle de manera cariñosa.

—Saldré un rato abuelo, regresaré por la noche.

—Claro, ¿iras a ver a tus padres?

—No, aún es pronto eso hice hace dos semanas, solo será un paseo, deberías venir conmigo abuelo.

El hombre solo negó con la cabeza divertido. Ambos se despidieron y ella salió, dio una ultima mirada hacia Manjiro desde la puerta, pero él seguía concentrado en aquellos papeles, así que salió sin mas.

El día era algo caluroso, aún así quería dar una vuelta por el lugar, fue hasta el patio trasero para buscar aquella bicicleta que utilizaba en ocasiones cuando querías salir, nunca había aprendido a conducir una motocicleta, así que no podía utilizar la de Manjiro.

De todos modos él no se la prestaría, amaba demasiado aquella motocicleta.

Salió conduciendo por las calles, sus cabellos eran acariciados por la brisa que se formaba con su velocidad, por eso amaba los paseos en bicicleta, así podía sentir la brisa más y más fuerte cada vez que aceleraba. Una sonrisa se formó en sus labios mientras seguía moviendo las piernas al compás del ritmo de la melodía en su cabeza.

Era sábado, su día favorito, luego de una ardua semana en la secundaria no había nada mejor que sentirse totalmente libre de hacer lo que quisiera sin pensar en horarios o tareas pendientes.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora