5- Un Abrazo de Madrugada

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Estaba sentada en una esquina de su cama, tenía el resto de la tarde libre y se proponía a sí misma pasarla allí sin hacer nada. Tenía los audífonos puestos mientras tarareaba la melodía que resonaba en esos momentos.

Ya era de noche, pronto le consumiría el sueño y terminaría cayendo sobre su almohada para así dormir el resto de la noche, o tal vez despertar en la madrugada, dar un par de vueltas en su cama sin poder dormir, y mientras se perdía en pensamientos sin sentido volvería a dormir. Ahora no tenía de qué preocuparse, de todas maneras ya tenía la pijama puesta, solo debía dejarse llevar por la melodía reproduciéndose sus oídos.

Pero ahora ya tenía algo de que preocuparse, y era el vidrio de su ventana a punto de ser roto por unas piedritas que chocaban contra ella.

Abrió los ojos para mirar confundida hacia la ventana, se puso de pie caminando descalza hacia allí y la abrió y se asomó a mirar desde el balcón, viendo allí como cierto rubio se estaba preparando para lanzar otra de las piedrillas, pero al mirar y verla allí se detuvo.

—Vamos, Arima, vine a buscarte.

Sentía que aquella situación no tenía ningún contexto, no sabía que decirle más que pedir explicaciones.

—Primero vamos por pasos, dime, ¿que haces aquí?, y baja la voz antes de que te escuchen.

—Vine a buscarte para ir juntos al festival.

No pudo negar que se sintió feliz de que la buscara para algo así, pero al mismo tiempo las dudas llegaron a su cabeza, ¿cómo saldría de su casa? Y si lo lograse, ¿que ropa pondría?, estaba en pijama y para un festival casi todos llevaban un kimono.

—Mikey, yo no tengo un Kimono, además estoy en pijama. Aprecio esto pero...

—Ponte otro tipo de ropa, un kimono no es necesario, solo ven.

Esa frase le resultó conmovedora por alguna razón.

—No es solo eso, ¿cómo se supone que salga?, mis padres están abajo viendo una película.

—Eh... hazlo por la ventana —propuso.

—¿No conseguiste que me rompiera una pierna la semana pasada y quieres que lo haga ahora? No tengo alas.

Escuchó una voz en su puerta y sintió el miedo recorrerla, tal vez la escucharon hablar. Debía comenzar a pensar rápido. Hizo un gesto hacia Manjiro para que espere, cerró la ventana y fue hacia su puerta con miedo, la entreabrió y se encontró con la curiosa mirada de su madre

— ¿Paso algo? —su voz al preguntar era tranquila, ojalá y no sospechase.

—Nada hija, pero ya iremos a dormir, tu padre esta cansado.

—Perfecto —solo ella supo el verdadero significado de aquello —me parece bien que lo hagan, duerman y descansen bien. Yo estaré despierta un tiempo más, así que si escuchan algún sonido solo soy yo.

Asintió —Buenas noches hija.

—Buenas noches mamá, también dale las buenas noches a papá de mi parte.

Vio como su madre se fue a su cuarto y se quedó unos minutos aún en la puerta, vigilando bajo la puerta a que todo rastro de luz desapareciera de aquella habitación. Ya cuando lo hizo cerro su puerta también volvió a abrir su ventana para hablar con Manjiro.

—Cambió de planes, si puedo ir, pero tendrás que esperar a que me cambie.

Él asintió y caminó hacia su motocicleta para esperarla allí. Arima volvió a cerrar la ventana y fue hacia el ropero, vistió con unos vaqueros negros y blusa rosada, no se fijaba si conbinaba o no ya que no tenía tiempo.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora